Reina de Corazones ━━ [Finalizado] 《1》

Capítulo veintiuno: La mujer invisible (Borrador)

Como si fuese cuestión de juego y resistencia, (Tn) seguía bajo la sábana torturando a Doflamingo, que, en realidad estaba a punto de perder el control.

Ella lo lamía y masajeaba una y otra vez. Lo hacía suave, despacio, de manera elaborada, cosa que incrementaba las ansias de Doflamingo. Lo succionaba un poco más, subiendo y bajando su cabeza y cuidando de que sus dientes no se entrometieran en su tarea.

«Jo... y resulta que eres una traviesa fufufu...», pensaba Doflamingo mientras se mordía el labio inferior y apretaba los párpados muy sensual, disfrutando de lo que ella le hacía.

—Buen, ¿ya qué? Si no vas a hablarme de nuevo entonces me doy por vencida —dijo (Tn) fingiendo desánimo al hablar tras separar sus labios del glande. Tenía una sonrisa maliciosa demorándole el rostro.

«No, maldición (Tn), ¡no pares! ¡No me dejes así!»

Doflamingo estaba a punto de pedirle a (Tn) que siguiera, cuando repentinamente ella abrió su boca a lo que daba llevándose el falo hasta donde pudo. Movía su cabeza de arriba a abajo mientras lamía y succionaba la carne sensible. Usaba las manos para masajear y estimular lo que no alcanzaba a cubrir con su inexperta boca.

Él no pudo evitarlo y se retorció levemente, dejando escapar un gruñido erótico. Metió sus manos bajo la sábanas y las puso sobre la cabeza de (Tn), para hacer presión en cada movimiento que ella hacía.

Hilos de saliva salían de la boca de (Tn) que no paraba de succionar y de hacer que su lengua se moviera de modo descarado. Sabía que estaba enloqueciendo a su joven amo. 

Con una de las manos empezó a masajear y a halar el escroto delicadamente. Movía la cabeza mas rápido y succionaba con más fuerza. Ya no se trataba de fingir que lamía una paleta. No. Ahora parecía que quería tragárselo todo.

Doflamingo se sentó intentando acomodarse de manera distinta pero (Tn) no se lo permitió. Ella se aferró a su cuerpo para que no se le escapara. Él se dejó caer de espaldas soportando el peso de su torso sobre sus codos en el colchón. Tenía la cabeza colgando más abajo de los hombros, y mantenía los ojos cerrados. Ambas cejas se hallaban abatidas, encontrándose con la otra en medio de su frente. Se mordía con fuerza el labio inferior, y sus gruñidos se volvían cada vez más eróticos e intensos.

Al escucharlo, a (Tn) le dieron ganas de subirse sobre él y cabalgarlo pero, ah... el maldito periodo menstrual se lo impedía. Había escuchado rumores sobre hombres a los que no les importaba hacerlo aún cuando la mujer estaba en sus días, pero no sabía si a Doflamingo le gustaría algo así, y a ella le daba vergüenza incluso el hecho de pensarlo. 

De todas maneras esta vez se todo se trataba de él, y haría lo que pudiera para complacerlo. Por eso justamente seguía ahí, de rodillas, debajo las sábanas torturando al extasiado rubio.

Advirtió como el falo de Doflamingo se inflamó aún más, e inclusive lo sentía liso, como si fuese a explotar.

De repente él presionó la cabeza de (Tn), haciendo que su virilidad se le deslizara más profundo en la garganta. Su respiración se escuchaba demasiado agitada, desesperada...

—Aahg... Mmn —se quejó muy sensual.

(Tn) sentía que no podía respirar y que su garganta tampoco podía cubrir más de ese enorme tallo, pero aún así siguió trabajándolo sin parar. 

Pronto notó como algo se acumulada desde donde sostenía el miembro con la mano, y se le ocurrió concentrarse en el glande para esperar por la descarga sin dejar de succionar. 

Y eso fue todo... Doflamingo se corría en la boca de (Tn). 

Ella recibía y tragaba toda la esencia. Dio unas últimas succionadas para sacarle hasta la última gota de lo que quedase.