Capítulo veintisiete: Cuando nada es como debería ser (Borrador)

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De tanto vapor en el baño, (Tn) no notó cuando Doflamingo entró, se desnudó, y se invitó así mismo a la ducha con ella.

Se venían días en los que no la vería, y sólo de pensar en cuánto tiempo estaría sin ella lo ponía ansioso.

Entró a la ducha y le pinchó una pompa a la distraída muchacha

—¡¡Aaauch, Doffy!! —se quejó al frotarse la nalga—. No te sentí entrar. ¡Eres un descarado! —le reprochó muy sonrojada, haciendo un puchero de niña caprichosa, a la vez que se cubría los pechos y cruzaba las piernas para que él no la viera desnuda.

—¿Aún con vergüenza? —inquirió con una ladina sonrisa—. No te cubras, ya conozco todo de ti. Además... vine porque tienes una deuda que saldar. —su sonrisa se hizo inhumanamente más amplia.

—P-pero....

—Nada de peros, anoche te salvaste porque permití que acampáramos. Ahora no hay nada que te salve.

—P-pero Doffy. Aaaaahhjjjj ¿q-qué haces? —preguntó sonrojada al momento que él la puso  contra la pared de la regadera, e introdujo un dedo dentro de ella.

—Te preparo, no tengo tiempo que perder. —le apretujó los pechos—, ¿Cuáles eran los insultos? —le lamió el cuello—. Me llamaste... "Descarado", "salvaje pervertido" y creo que también "flamenco morboso". Pero... ¿cuál fue el insulto que más me gustó? ¿Umm? —le preguntaba al oído mientras le lamía el lóbulo de la oreja.

Sin despegarla de la pared. Doflamingo subió a (Tn) a la altura de sus hombros. La hizo colgar del techo atándola de las muñecas, brazos y piernas, con hilos que la sujetaban privándola de su libertad. Y no, ya no podía esperar ni un momento más por degustarla, llevaba todo el día ansiando tenerla sólo para él, y se había visto obligado a compartirla con ese montón de idiotas, lo cuál lo tenía harto. Sin más preámbulos..., Doflamingo le abrió las piernas y se las llevó una sobre cada hombro, para seguidamente sumergir su cara en la entrepierna de (Tn), a la vez que su dedo entraba y salía libremente de la humedecida cavidad de la señorita, su lengua se encarga de masajearle esa sensibilidad que había deseado comerse desde el día anterior.

—Aaajj... D-Doffy, para... hay... hay muchos invitados en el p-palacio. Uuumjjm D-Doffy, aaaajhnm, p-para. —le suplicaba entre gemidos y jadeos.

—¿En verdad quieres que pare!? —preguntó con una voz muy seductora, sonriendo de manera traviesa, y mirándola con ojos llenos de lujuria.

Su lengua atrevida y juguetona regresó a torturarle esa carne sensible, haciéndola retorcerse sobre sus hombros y gemir cada vez más, y más.

Ese momento de sensaciones inconteniblemente deliciosas se acercaba, llevándola al borde de la locura del placer. Hasta el roce del agua de la regadera deslizándose en su cuerpo hacía su contribución al momento de liberación...

—Sí, así ummn... —se quejaba a punto de sufrir un orgasmo, pero de repente Doflamingo abandonó su labor y la liberó de sus hilos para luego ponerla en el suelo.

—¿Q-qué haces? —preguntó frustrada.

—Aún no, aún no puedes disfrutar de nada, no te lo mereces y hay mucho que debo hacer.

—¿Qué? ¿No pudiste esperar? ¡Estaba cerca!

—Lo sé... ¿porqué crees que paré? —contestó sonriendo muy soberbio inclinado hacia ella. —. Dije que iba a hacerte pagar y eso haré. No es una recompensa lo que te espera... Fufufufufu

—Maníaco, deja de reírte, interrumpiste mi momento.

—Lo sé. —Con una sola mano la tomó de las muñecas, y la levantó en el aire. Salió de la ducha y pasó a la alcoba, la hizo colgar nuevamente del techo. Esta vez sólo la ató de muñecas cruzadas por encima de la cabeza. Caminó alrededor de ella, observándola como si fuese un lobo a punto de devorar un pobre conejillo que cayó en sus garras.

Reina de Corazones  ━━  [Finalizado] 《1》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora