4 | 𝙼𝚘𝚝𝚎𝚛𝚘𝚜

2.2K 326 41
                                    

¿Otra realidad?

Al entrar al club, mi celular suena. Al sacarlo, veo que es una "llamada de Holly". Siempre tan oportuna, mi querida amiga. Le contesto antes de que se vuelva loca y comience a reventar mi teléfono con llamadas y mensajes.

— Holly, ahorita me atrapas en un mal momento. Estoy ocupada. Te llamo luego, ¿ok? —le digo rápido.

— Oliv, ¡al fin contestas! ¿Dónde te has metido? Hoy no almorzaste conmigo. ¿Pasó algo? —pregunta, preocupada.

— Nada malo, te lo prometo. Te llamo luego. ¡Te quiero! —le cuelgo. Ian ya está entrando sin mí. ¿Quién lo entiende? Me dice que no me separe de él, y es el primero en dejarme sola. Comienzo a correr hasta su lado para alcanzarlo.

Al entrar, me sujeta de la muñeca, haciendo que mi piel se erice. Lo peor es que, cuando me pongo nerviosa, ¡me sudan las manos!

Empiezo a observar a mi alrededor, tratando de no pensar en que me tiene de la mano, y me doy cuenta de que hay más hombres que mujeres. Este club está rebosante de testosterona, pero de la buena. Jamás he visto tanta belleza masculina junta. Si mi madre y Holly estuvieran aquí, ya habrían encontrado ligue más rápido que un rayo. Mi madre es la mujer más coqueta del mundo, en el buen sentido de la palabra. Además, es muy guapa; ¿de dónde más podría haber salido esta preciosura, no?

Siento que Ian comienza a jalarme hacia su lado. Al levantar la mirada, me encuentro con dos chicos bastante altos, guapos y, dicho sea de paso, GEMELOS. Esto debe ser una grandísima broma.

— Gracias, linda, pero yo soy el más guapo de los dos —me dice uno que no sé cuál es—. Perdona mis malos modales. Soy Jake McFlury, el guapo de la familia, y él es Adams McFlury, el cara de culo —dice en tono de broma, molestando a su hermano, haciéndome reír. La verdad es que es bastante agradable.

— Eres un idiota, Jake —dice el otro, y luego me mira—. ¿Y tú quién eres? —me pregunta Adams, tan serio que podría asustar a cualquiera. Lo miro fijamente y, cuando voy a contestar, Ian lo hace por mí.

— Ella es Oliv, va a la universidad conmigo. Ha venido a hacer un trabajo de clase y luego se va —dice en tono serio, mirando a los gemelos.

— Vaya, qué pena que te toque con este ogro, Oliv. Si te puedo llamar así, ¿no? —dice Jake. Le sonrío, pero cuando voy a contestarle, Ian se me adelanta de nuevo. ¡Qué mala costumbre ha adquirido de hablar por mí!

— No, no puedes —dice, apretando la mandíbula, que parece que va a explotar en cualquier momento—. Ahora lárgate, termina tu trabajo.

— Tranquilo, hermano. Solo era un diminutivo de su nombre, idiota —me mira sonriendo—. Un gusto, Olivia. Espero verte seguido por aquí. —Pero no le puedo devolver la sonrisa porque Ian me está apretando demasiado la mano, tanto que dejo escapar un pequeño gemido de dolor.

— Suéltala, la estás lastimando —dice Adams, serio, sin dejar de mirar la mano de Ian apretando la mía.

Es en ese momento cuando Ian se da cuenta de que está usando más fuerza de la necesaria. Al soltarme, se puede ver mi muñeca enrojecida.

— No me di cuenta, Oliv. Yo... —se toca la cabeza—. Acompáñame a mi despacho para que te pongas una pomada y te alivie un poco. —Su tono es serio y arrepentido mientras yo me sobo la mano, asintiendo. Me despido de Adams y, por primera vez, veo en él una sonrisa sincera.

Al entrar en el despacho, me doy cuenta de que es enorme y no puedo evitar mirar a mi alrededor. La verdad es que es bastante masculino; huele a madera de pino. Ian me llama hacia su escritorio, me toma de la cintura y me sienta en la mesa, moviendo sus papeles sobre ella. Todo mi cuerpo está en un estado de shock cuando me coge de la cintura, acercándome a él. Levanto la mirada, dándome cuenta de que no pasaría ni una hoja de papel entre nosotros. Siento su respiración en mis labios, cada vez más cerca de los míos.

— Dame tu muñeca, Olivia. —Rayos, se escucha tan bien mi nombre en sus labios. Le alcanzo mi mano temblorosa, poniéndola en el medio de nosotros.

— Despacio —le digo con voz temblorosa. Jamás he estado tan nerviosa con un chico como lo estoy con él. Sé que lo disfruta por cómo las comisuras de sus labios se elevan.

Comienza a sobarme la muñeca con delicadeza, como si temiera romperme.

— Lo siento, Olivia —susurra—. No fue mi intención hacerte daño. Es solo que, cuando me enojo, no soy capaz de controlarlo del todo. —Lo miro y sé que no fue su intención.

— No entiendo qué es lo que te atormenta tanto —lo miro—. ¿Por qué te molesta tanto que Jake me diga "Oliv"? —mi curiosidad crece, esperando su respuesta. Él deja de sobarme la muñeca, me mira a los ojos y me agarra de la cintura, acercándome más a él.

— Sé que no dejas que cualquiera te llame "Oliv", solo tus más allegados, junto al idiota de Tyler Throwis y Negan. Pero la verdad es que no me gusta que nadie más te diga "Oliv", solo yo —me dice, manteniendo su mirada fija en la mía. Su sinceridad me sorprende y decido aprovechar el momento para hacerle más preguntas.

— ¿Cómo sabes que solo dejo que ellos me llamen así?

— Te sorprenderías de las cosas que sé de ti —responde con un tono coqueto—. Pero sabes qué es lo que a mí me sorprende más, pequeña... —se acerca aún más a mi cuerpo.

— ¿Qué? —susurro, temiendo tocar sus labios.

— Las ganas que tengo de besarte. —Cuando iba a contestarle, sus labios se encuentran con los míos.

Me besa con fiereza y pasión, como si lo hubiera estado esperando durante años, como si conociera cada rincón de mi boca a la perfección. Me atrae más hacia él, haciéndome sentir cada fibra de su cuerpo. En ese instante, cierro los ojos y me dejo llevar por primera vez en mi vida. Por primera vez, me dejo besar por un chico que no es mi enamorado, por un desconocido de quien solo sé su nombre y que está en mi misma clase. Pero no puedo negar lo bien que se siente tener sus labios sobre los míos.

Así que me dejo llevar, acariciando su cuerpo hasta llegar a su cabello, jalándolo suavemente y sacándole un gemido ronco, de esos que vuelven loca a cualquier chica. Su cuerpo se adhiere al mío, y puedo sentir lo excitado que está. Nos olvidamos de todas las personas que están afuera de este despacho.

Siento su lengua entrar en mi boca justo cuando él coloca su mano en mi trasero y lo aprieta, provocándome otro gemido que nos hace acercarnos aún más. La falta de aire comienza a hacerse presente, así que nos separamos unos centímetros, uniendo nuestras frentes.

— ¿Qué me estás haciendo, Olivia? —susurra, como si temiera que lo oyera.

— No lo sé —respondo, dándole un pico en los labios—. Pero me gusta.

De repente, escuchamos la puerta abrirse. Ian se separa de mí lo más rápido que puede, y no puedo evitar sentir una punzada de decepción, como si temiera que lo vieran junto a mí. Al mirar hacia la entrada, nos encontramos con Adams, que nos observa con una ceja levantada.

— Te busca Ty en la puerta trasera. —Apenas la palabra "Ty" sale de la boca de Adams, la expresión de Ian cambia por completo, transformándose en una mezcla de enojo y sorpresa, antes de voltear a mirarme.

— No quiero que salgas de mi despacho, Olivia. —Lo dice en un tono autoritario, y solo puedo asentir. — Adams, quédate con ella, por si hace alguna tontería. —Eso me duele un poco; ni que fuera tonta. — Ahora vuelvo. —Adams asiente con la cabeza y Ian cierra la puerta de un portazo que me hace brincar. ¿Qué onda con este chico?

Miro a Adams, sin saber qué decirle. No parece tener ganas de charlar conmigo, así que dudo entre hablarle o quedarme en silencio. Pero no pierdo nada intentándolo; siempre he sido buena haciendo amigos.

— ¿Por qué puso esa cara cuando le dijiste que un tal "Ty" lo está esperando afuera? —pregunto, llena de curiosidad.

— Nunca te han dicho que calladita te ves más bonita. —Dice en serio.

Vale, aquí todos parecen tener un carácter complicado.

Si tan solo supieras...© COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora