15 | 𝙰𝚕 𝚏𝚒𝚗

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Escucharte reír es una de las mejores cosas que me ha pasado este abril - Manuel Ignacio

Luego del ataque de furia que tuve contra Ian, Holly entró al cuarto casi tirando la puerta abajo y se quedó mirando a Ian como si no fuera real, como si él no estuviera frente a nosotros. Conociendo a mi amiga, sé lo que se le pasa por la cabeza; está tan conmocionada como yo.

Veo cómo Holly se para en frente, le toca la cara, lo examina de pies a cabeza y finalmente levanta una ceja y le pregunta.

— ¿Eres Ian? ¿De verdad? — dice cruzando sus brazos.

Ian la mira tratando de no reírse; conoce a Holly desde que nació, sus madres son mejores amigas desde la escuela, así que ya sabrán la impresión de Holly, él es como un hermano para ella.

— Sí, Holly, soy yo — le dice mirándola a los ojos.

— No estoy tan segura — dice mirándolo. — Mmmm... mi hermano por elección tenía un lunar en el trasero — ya sé a dónde quiere ir esta loca; Ian levanta una ceja.

— Holly, no vas a pedir lo que creo que pedirás, ¿no? — le digo mirándola con mis ojos todavía hinchados.

— A ver, enséñame tu trasero de una vez y te creo — dice Holly, pero esta está más loca que una cabra. Por otro lado, Ian no pudo aguantarse la risa y la mira.

— Holly, soy yo. ¿Te acuerdas cuando querías sacarte tu diente de leche y tenías miedo, entonces viniste por mi ayuda? — dice mirándola. — Y amarré tu diente con un hilo y a la puerta; entonces, cuando la cerré, tu diente salió volando. — Cuando Ian termina de decirlo, Holly le mete una cachetada de las lindas.

— ¡Holly! — le digo.

— ¡Pedazo de ¡IMBÉCIL! Todo este tiempo has sido tú. Lo sabía, lo sabía — dice mirándolo para luego abrazarlo. — Te extrañé, pedacito de sol.

-Ya comienza con sus motes.

— Yo también te extrañé, Holly — le dice hablando, y yo no puedo evitar soltar una lágrima; después de todo este tiempo, al fin estamos todos juntos.

Ian y Holly intercambian un par de palabras más junto con risas y demás. Luego de un rato, la llaman por teléfono. Creo que es Luke por cómo le brilla la mirada; sale pitando del cuarto por sus cosas despidiéndose de nosotros.

Nos quedamos solos en la sala de mi departamento. No sé qué decirle, no sé qué pensar después de todo este tiempo, y sé que él está igual de consternado que yo. Ha cambiado tanto; su cuerpo está lleno de tinta, más fuerte, y por su mirada sé que ha pasado por muchas cosas fuertes.

— Oliv, yo... — no lo dejo terminar.

— Lo sé, no sabías cómo decírmelo — le digo.

— Ya no soy el mismo chico de antes, Oliv, he cambiado en demasiados aspectos — me dice mirándome a los ojos. Mierda, cómo extrañé esa mirada.

— Sé que no eres el mismo; sé que yo no soy la misma, pero quiero conocerte, Ian — le digo mirándolo mientras me acerco a él, tomándolo de la mano. — Aún laten en mí.

Él me queda mirando, y Dios mío, me estoy poniendo nerviosa. Prácticamente le acabo de decir que me sigue gustando. Encima, tuvimos sexo hace unas horas. Mierda, hace unas horas me levanté a su lado; y con ese pensamiento, comienzo a ponerme roja.

— Tú también aún latas en mí, Olivia. Todo este tiempo te he tenido aquí — dice señalando su cabeza. — No te he podido olvidar — al terminar de decirme eso, me besa; y es algo que no me esperaba para nada, y menos que yo le siga el beso.

Despierta, Olivia; que esto no es un sueño, me digo a mí misma. Él está aquí a mi lado, besándome. Él está aquí. Y lo beso; lo beso como si no hubiera un mañana. No sé qué pasará con nosotros, pero sé que él late en mí y yo aún late en él. Nada más importa, solo él y yo.

— Oliv — me susurra.

— Mm... — le respondo mientras continúo besándolo.

— No te vayas de nuevo, por favor — me mira a los ojos —. No más secretos.

— No más secretos — le digo, mirándolo mientras sonrío.

— No más secretos — dice él sonriendo.

Entonces, me besa con locura, haciéndome reír. Me besa y continúa haciéndolo, pero cuando se dirige a mi cuello, no puedo evitar dejar de reírme.

— Así que aquí es donde te vuelves loca — dice con una sonrisa traviesa y la voz ronca.

— No sé de qué estás hablando — le digo riéndome.

— ¿No sabes de lo que estoy hablando? Ahora sabrás — dice atacando mi cuello con besos.

— Para, jajajaja, por favor — le digo, sin poder respirar.

Él se ríe, tan risueño como era antes. Vaya, cómo he extrañado esa sonrisa. Me ve que lo miro y me da un beso en los labios.

Un teléfono comienza a sonar, y me doy cuenta de que es el suyo cuando lo saca de su bolsillo.

— ¿Qué quieres? — dice, borrando todo rastro de felicidad —. ¿A qué hora?... Bien, ahí estaré — luego, se voltea y me mira —. Oliv, tendré que irme — dice levantándose.

— Está bien — digo un poco decepcionada de que ya se vaya.

— Eh, no pongas esa carita, te escribo cuando me desocupe — dice, dándome un beso en los labios.

— Está bien, te veo mañana en la universidad — le digo, dándole otro beso.

Veo cómo se marcha y cierro la puerta. Hoy ha sido un día de locos: he llorado, golpeado, reído y besado. No puedo evitar sentirme feliz; mi sonrisa lo dice todo. No sé en qué nos convertiremos ahora o qué somos. Supongo que con el tiempo sabremos qué es lo que queremos. Por el momento, estoy feliz de volver a encontrarnos.

Si tan solo supieras...© COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora