8 | 𝙼𝚒𝚎𝚛𝚍𝚊

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Al terminar, no nos dimos cuenta de lo cerca que estábamos, y unas ganas inmensas de besarlo me invaden. La forma en que me mira hace que se me erice la piel. Sé que, si me acerco un poco, nuestros labios se rozarían. De verdad, quiero besarlo. A la mierda, a la mierda sus reglas, a la mierda mi orgullo, a la mierda todo. Quiero besarlo, pero... Él me mira a los ojos y lo entiendo: me va a rechazar. Me voltea la cara.

—Creo que deberías ir a descansar, Olivia. Es tarde —dice, dándome la espalda. Nunca he sentido tanta vergüenza. Me bajo de la encimera y camino hacia la salida de la cocina.

—Lo mejor será que vaya a dormir a mi casa —respondo. Ian me detiene.

—Es tarde, ¿cómo piensas salir a esta hora? —dice, con un tono preocupado, aunque quizás solo sea mi imaginación.

—Ian, quiero irme a casa —respondo, decidida, mirándolo a los ojos.

—Bien, como quieras. Igual, a mí me importa una mierda —me mira molesto, y por alguna razón sus palabras me duelen—. Te pediré un taxi.

—No es necesario, ya lo pediré yo —digo, sintiéndome enojada y humillada. ¿Por qué me habla así? ¿Tanto le molesta que haya querido besarlo?

—Como quieras. Avísame cuando te vayas —sale de la cocina y, al pasar, me golpea el hombro. Nunca me he sentido tan estúpida, pero ahí no acaba todo—. Ah, y Olivia, no te olvides de dejar mi ropa en el cesto —termina, con un tono que me resulta tan idiota. ¿Cree que me iré con mi ropa toda rota? Pues bien, si así serán las cosas, que así sean.

—No te preocupes, me quito esta mierda ahora mismo —digo, y corro a su habitación. Me quito su ropa y miro la mía en el suelo, rota y manchada de sangre. Sin poder evitarlo, una lágrima traicionera cae. Me visto, pido el taxi, y cuando me dirijo a la sala, me encuentro con él, parado, mirándome.

—Oliv... —empieza, pero lo interrumpo.

—Para ti soy Olivia. Solo mis amigos me llaman Oliv —veo cómo aprieta los puños, y sé que está molesto. Bien, que se enoje todo lo que quiera. Se lo merece.

—Escucha, Oliv... Olivia. Puedes usar mi ropa. No pensé cuando te dije que te pusieras la tuya. Fui un idiota, y... —lo corto.

—Mi taxi ya está abajo. Gracias por todo —lo miro, dolida y enfadada—. Y hasta nunca, Ian.

Tomo el camino hacia el ascensor y salgo de su vida.

Ya en el taxi, me invade una sensación amarga. Trato de ignorar lo que me dijo, pero no puedo dejar de pensar en ese estúpido beso en su despacho. Nunca había sentido esa electricidad con nadie, ni siquiera con mi ex, Drake. ¿De qué estoy hablando? No he besado a nadie desde que terminé con Drake hace más de un año. Recordar eso me duele, y no puedo evitar que las lágrimas caigan. Trato de calmarme. Eso ya es parte del pasado. Cuando me doy cuenta, ya estoy en casa. Le pago al taxista y entro.

La casa está a oscuras, así que me encamino a mi habitación. Necesito descansar. Mañana es un nuevo día. Sé que me sentiré mejor. Con esas palabras en mi mente, me quedo dormida.

Al día siguiente...

Me encuentro con Holly en la cocina, y, al verme, pega un grito que hasta San Pedro escucha.

—¡Madre mía! ¿Quién demonios te hizo esto, Olivia? —Como toda mamá osa, se me acerca y me abraza mientras mis ojos se humedecen.

—Eh, tranquila. Si quieres, me lo cuentas luego —dice con suavidad. Yo solo asiento. Recordar lo que pasó anoche me pone sensible.

—¿Estás lista para ir al instituto? —le pregunto a Holly, quien no me quita la mirada de encima. Sé que está preocupada e intenta disimularlo.

—Sí, cariño. ¿No vas a comer algo? —pregunta.

—No, no tengo hambre —le respondo, y antes de que empiece a sermonearme, le digo que me compraré algo en la cafetería, convenciéndola para que salgamos de casa.

Al llegar a la universidad, nos encontramos con Ian y sus amigos en la entrada. Holly se detiene para saludarlos. Yo hago lo mismo, pero, a diferencia de ella, me disculpo con la excusa de que voy tarde a clase. Todos me miran con preocupación. Sé que Ian les ha contado lo que pasó anoche. Me despido rápidamente, y, al girarme, siento una mirada intensa en mi espalda. No necesito voltear para saber quién es el responsable de mi nerviosismo. Camino más rápido, deseando que las clases terminen pronto para poder largarme de aquí.

Si tan solo supieras...© COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora