20 | 𝙴𝚚𝚞𝚒𝚕𝚒𝚋𝚛𝚒𝚘

1.4K 124 41
                                    

A veces la única forma de recuperar la estabilidad es perder el equilibrio. - Benjamín Prado -

Comienzo a sentir algo que molesta en mi cara, abro los ojos y veo que nos olvidamos de cerrar las cortinas. Volteo para ver a Ian, pero no lo encuentro, así que decido levantarme para iniciar mi búsqueda del pedazo de hombre que tengo. Dios, ayer me dejó sin palabras; ¿cómo va a decir de la nada, "Oliv, ¿te casarías conmigo?"? De lo más normal del mundo, como si fuera una pregunta que se le hace todos los días a alguien. ¿No sabe que para una mujer es algo importante? No sé si tomármelo en serio; tal vez estaba soñando. De repente, ni se acuerda de lo que me dijo, y yo acá haciéndome mil líos en la cabeza.

Camino por su departamento hasta que escucho un ruido en la cocina, así que me adentro en ella para saber qué es lo que pasa. Una vez adentro, me invade un olor delicioso de pancakes con tocino. No puedo evitar cerrar los ojos y saborear en mi boca estos olores; una vez que los abro, me encuentro con mi hombre sin camisa. Veo cómo cocina, sus músculos tensándose en su espalda. Es el hombre más hermoso que he visto, que si fuera chocolate me lo comería. ¡Nehhhh, igual me lo como y sabe delicioso, jajaja! Vaya, que tengo una mente demasiado pervertida.

Decido sentarme en las butacas y admirarlo mientras cocina. La verdad es que me quedaría mirándolo todo el día entero y no me aburriría para nada.

— ¿Disfrutando de la vista? - no evito dar un salto en mi lugar cuando Ian me dice eso. ¿Cómo carajos se dio cuenta de que estoy aquí?

— La verdad es que sí, jaja. ¿Cómo te diste cuenta de que estaba en la cocina? - le pregunto.

— Digamos que no eres muy sigilosa, Oliv - dice volteando y brindándome una de sus sonrisas de costado. Se acerca y me da un beso. - Buenos días, princesa - me dice cuando me vuelve a besar.

— Buenos días para ti también, príncipe, jaja - le digo agarrándolo del cuello. Él no puede evitar soltar una de sus carcajadas y yo no puedo evitar sonreírle a mi hombre, hasta que arrugo mi frente pensando si decirle o no lo que me dijo anoche.

— ¿Qué está maquinando esa hermosa cabecita tuya? - y no puedo evitar soltar una risa negando con mi cabeza. - Amo tu risa, Oliv. Anda, dime qué estás pensando, que hasta acá escucho los cartuchos - dice poniendo un mechón detrás de mi oreja.

— ¿Te acuerdas lo que me dijiste en la noche? - le pregunto mientras lo miro.

— Mm... te dije muchas cosas. ¿Cuáles recuerdas? - dice mientras me agarra el trasero. - Tendrás que ser más específica, nena.

— Sabes a lo que me refiero, no te hagas el bobo conmigo - le digo arrugando mi frente, y él ríe.

— Nena, en serio necesitaré que seas más específica - dice pegando mi cuerpo a su pecho.

— Ahhh, olvidado, no te acuerdas - le digo un poco enojada porque no se acuerde de lo que dijo anoche, y sin poder evitarlo, me siento un poco triste.

Ian comienza a reírse de mí. Entonces, sin más, me paro y me alejo de él. Es un tonto, ¿cómo se va a reír de mí? Sabía que no se acordaría.

Cuando ya estoy llegando a la puerta de la cocina, siento cómo me jalan. Termino de nuevo en su pecho musculoso. Veo cómo se arrodilla y mi corazón se me para, mis manos sudan y mis piernas tiemblan.

— ¿Cómo puedes pensar siquiera que me olvidaría de la pregunta más importante que he hecho en mi vida? - dice terminando de arrodillarse con mi mano en su mano. - ¿Cómo siquiera puede pasar eso por tu cabeza, mi amor? ¿Es que aún no te has dado cuenta lo idiota que me tienes después de todos estos años? ¿Es que mis ojos y mi forma de ser no te lo demuestran? Mierda, Oliv, jamás pensé que alguien me tendría tan estupefacto como ahora, jamás me imaginé arrodillarme frente a una mujer, pidiendo que sea mi esposa, jamás pasó por mi cabeza. - siento cómo las lágrimas comienzan a salir - Mi amor, me muero por ti, me tienes loco en todos los sentidos imaginados y no imaginables, y es que con la única mujer que me imagino a mi lado por el resto de mi vida eres tú y nadie más que tú, Oliv. Siempre has sido tú y siempre lo serás, no quiero a nadie más para mí. - siento cómo soba mi mano con su pulgar - Así que, ¿te casarías conmigo, mi amor?

Lo veo arrodillado frente a mí, sin camisa, preparando mi desayuno, y veo su rostro. Entonces, me pregunto si este es el hombre que quiero para toda mi vida. ¿Realmente lo es? Entonces...

— Sí - sale de mí tan rápido como respondo esa pregunta en mi mente - Sí, Ian, mil y una veces sí, mi amor. - entonces, él me pone un precioso anillo en mi dedo, y no puedo evitar llorar.

Se levanta del suelo y me carga dándome vueltas por toda la cocina, riendo a carcajadas, llorando, gritando de felicidad.

— Te amo, mi amor, eres y siempre serás la droga más adictiva en mi vida, la única que no seré capaz y no voy a querer dejar jamás. Gracias, mi amor, mil gracias - dice dándome vueltas, mientras que reímos.

— También te amo, mi chico malo - le digo besando toda su carita linda - Eres mi única droga, Ian, eres el único para mí - sus ojos brillan cuando le digo eso último, y me besa, me besa feroz, lleno de amor.

Sé que este momento siempre lo tendré guardado en mi corazón, siempre guardaré esa expresión tan dulce que solo me la muestra a mí. En este momento, sé que mi corazón solo le perteneció y le pertenecerá a una sola persona con nombre y apellido: IAN CLARKE.

— Vamos a desayunar - me dice dándome un beso en la frente, limpiando mis lágrimas de los ojos.

— Vamos - le digo.

Horas despues...

— Oliv - me llama Ian mientras nos estamos cambiando en su habitación.

— Dime - le digo.

— Me gustaría contárselo a los chicos - me dice.

— ¿Tan pronto? - le digo mientras me pongo mi blusa. Él se acerca a mí sin camisa, cogiéndome de la cintura.

— No quiero mantener esto en secreto, Oliv. No me agradan para nada - me dice serio. - Quiero que todo el mundo lo sepa y quiero poder darte mi chaleco de mi vieja dama. Sé que no te he hablado mucho del club del cual soy el jefe, pero quiero que todos ellos te conozcan - me dice mirándome a los ojos.

— Bueno, no veo nada de malo en contárselo a los chicos - le digo, cogiéndole la cara - y más te vale que mi chaleco sea uno muy bonito para poder usarlo siempre, como este hermoso anillo que me has dado - le digo sonriendo. Me sorprende ver sus ojos brillando como nunca lo han hecho, inflando su pecho como todo un macho alfa, me besa locamente y sé que no saldremos de esta habitación durante un par de horas.

Y la verdad no me importa, con él podría quedarme mil años encerrada y sería la mujer más feliz del mundo.

*Vieja dama: Se le dice a la esposa de un motero que pertenece a un club.

Si tan solo supieras...© COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora