Prólogo

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Recuerdo aquella tarde; era el comienzo de la primavera, mi cumpleaños. Cumplía 12 años y mamá había invitado a todos mis amigos de la escuela. Me sentía tan emocionada y nerviosa, pues eso significaba que también venía mi príncipe, como le decía yo.

Llevo enamorada de él desde que tengo conciencia; se podría decir que nos conocemos desde que estábamos en la panza de nuestras madres. La única persona que sabe lo que siento por él es Holly, mi mejor amiga.

— Olivia, te ves bien — dice Holly, mientras toma una revista de mi mesa de noche — Así que deja de pensar lo contrario, que romperás el espejo con toda tu intensidad, mujer.

— No me entiendes, estoy con los nervios de punta. Me dijo que hoy tenía una sorpresa para mí — le cuento, mientras ella me regala una sonrisa, de esas que saben más de lo que dicen. La conozco tan bien que podría jurar que fui yo quien la dio a luz — ¡Tú! ¡Tú sabes algo! — la señalo con el dedo.

— ¡Yoo! — contesta, llevándose la mano al pecho — Pues sí, jajaja — se ríe.

— ¿Qué esperas para contármelo? — digo emocionada, acercándome a la cama.

— Promete que no le dirás que yo te conté, porque me mata. Se supone que es una sorpresa; tú sabes, top secret — levanta el dedo meñique.

— Lo prometo, ahora habla — la apuro, juntando mi meñique.

— ¡NO! Oli, lo tienes que prometer bien.

— ¡Okey! ¡Okey! Lo prometo por el chupetín que te robé en primer grado, que nos hizo amigas.

— Está bien — se acomoda dejando la revista a un lado — ¡Espera! ¿Te robaste mi chupetín?

— ¡HEEE! Pasado pisado, ¿no?

— Y después te quejas de que yo soy la mala amiga — dice, mirándose las uñas. — Bueno, ¿dónde me quedé?

La miro con cara de pocos amigos y se empieza a reír.

— Ah, ya me acordé, en tu chiquito — me mira, haciendo una pausa dramática — Ayer me contó que hoy te dará un beso — y yo la miro con la boca abierta — y no uno cualquiera — señala sus labios, haciéndome poner completamente roja.

— ¡No sé besar! — digo asustada, levantándome de la cama, pero Holly me agarra por los hombros.

— Eso es lo que menos importa, Oliv; también serás su primer beso. Eso significa que él tampoco sabe besar — me sonríe, logrando tranquilizarme.

Escuchamos la puerta sonar y volteamos a ver quién es.

— Mi amor, ya llegaron todos. Están esperándote — dice mi mamá, sonriéndome.

— Ahora bajo, ma — volteo a ver a Holly una vez que cierran la puerta.

— Tú puedes con esto — asiente con la cabeza — Solo tienes que mover los labios; no es nada del otro mundo — responde, restándole importancia.

— Claro, lo dice alguien que ya ha besado y tiene experiencia en ello — la miro.

— Y por eso deberías hacerme caso — me sonríe — Además, una vez que lo pruebas, no querrás dejar de hacerlo. Ahora, mueve el trasero y bajemos.

A medida que vamos bajando, todos mis compañeros me saludan. Pero cuando llego al más importante, no puedo evitar sentir un zoológico dentro de mi estómago, porque en el momento en que saca una rosa de su espalda y me la extiende, estoy tentada a voltear y decirle a Holly que me pellizque para saber que esto es real.

— Estás muy bonita, Oliv — dice, logrando sonrojarme.

— Gracias, tú también estás muy lindo — le contesto, agarrando la rosa más hermosa que he visto en mis 12 años de vida.

Se acerca un poco a mí y logra susurrarme al oído.

— ¿Puedo hablar contigo un momento? — asiento con la cabeza, mirando a Holly, que me levanta los dos pulgares y mueve los labios diciéndome "Yo te cubro, compañera". No puedo evitar reírme de su acción y de los nervios que cargo encima.

Nos ponemos detrás de un árbol, y fue ahí donde me dio el primer mejor beso. Había esperado tanto este momento y saber que él también lo quería conmigo fue mágico.

Con el tiempo, nos hicimos más unidos de lo que ya éramos. Él siempre estaba para mí, y yo siempre para él. Pero, como todo lo bonito, también hay algo feo.

Solo puedo decir que ahora entiendo a Peter Pan; entiendo por qué no quería crecer. Cómo quisiera que existiera "Nunca jamás" y quedarme ahí para siempre.

Crecer solo significa dos cosas: problemas y madurez. La triste realidad me golpeó tan fuerte, como si me hubiera golpeado en la cara, y, mierda, cómo me dolió.

Pero si algo es cierto es que el primer amor nunca se olvida.

Si tan solo supieras...© COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora