Capítulo 2. Una fatídica velada

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Día 25 de abril de 2018.

Había un inmenso escándalo en la mansión aquella noche. La familia más rica de toda la ciudad de Oxford había organizado una fiesta para honrar el 50 aniversario del matrimonio. El hombre tenía 74 años y era el cabeza de familia, se llamaba Edward Fitzgerald. Había heredado la fortuna de sus padres a los 17 años, cuando estos fallecieron en su barco una noche de julio de 1961. Los encontraron muertos en su cuarto. Parecía que estuviesen dormidos, salvo por el tiro que ambos tenían en el centro de la frente.

La policía descubrió cómo había ocurrido: el marido estaba tumbado en la cama leyendo, mientras que la mujer estaba en el cuarto de baño. El asesino entró por la puerta del cuarto y, sin dilación ni remordimiento, disparó al hombre. Esperó tras la puerta del servicio a que la esposa saliese, y de la misma forma que con el señor Fitzgerald, le quitó la vida a la mujer. Y así fue, todo ocurrió como el asesino lo había previsto. Una vez disparó a la mujer, la tumbó al lado de su marido y los colocó a ambos en la misma posición de descanso, como si estuviesen durmiendo. La gente de ese estatus debía incluso morir en una posición elegante, y el asesino lo sabía.

Tras acabar su tarea tan premeditada y que tanto éxito había tenido, el autor salió del barco, subió en su lancha y se alejó del escenario del crimen sin dejar una sola huella. Todo salió tan perfecto que el caso prescribió y la policía nunca descubrió quién había llevado a cabo el crimen del año 1961.

Ahora nos encontrábamos en 2018, habían pasado exactamente 57 años desde que Ronald y Rose Marie Fitzgerald habían sido asesinados.

La madre de la actual familia era Rose Fitzgerald, o Rose Leighton antes de casada, y era tres años más joven que su marido. Fue hija de una familia británica de nivel medio, hasta que conoció a su actual marido por el año 1964, tres años después de que el sr. Fitzgerald heredase tal fortuna. Ella tenía 17 años y él, 20. El propósito de Edward de enamorar a la joven Rose dio sus frutos, pues cuatro años después de iniciar su noviazgo la pareja subió al altar, hasta día de hoy.

En el año 1971 tuvieron su primer hijo, un varón al que llamaron John. Actualmente, este tiene 47 años y está casado con Jacqueline Jobs, con la que tiene 2 mellizos de 17 años: Elizabeth y Ronald.

Unos cuantos años después del nacimiento de primer heredero de la fortuna Fitzgerald, quince para ser exactos, se produjo el de su segundo hijo, otro varón llamado Rupert, quien hoy en día tiene 32 años y está casado con Maggie Miller, la cual dio a luz a su única hija de 15 años, Phoebe. Y, cuatro años después, Rose tuvo a su tercera y última hija y heredera, Agatha Fitzgerald, que a sus 28 años está prometida con William Morris.

Aquella era una noche muy especial. El jardín estaba lleno de amigos de la familia y de no tan amigos. Pero a diferencia de los primeros, los segundos habían sido invitados por compromiso. Dentro de la casa ocurría lo mismo, pasases por donde pasases, ibas a encontrarte con mujeres muy bien vestidas que, del brazo de su esposo, hablaban con sus iguales. En todo momento podías ver el clima saludable que se respiraba esa noche en aquella mansión de Oxford. Niños jugando, mujeres conversando, hombres fumando... y músicos amenizando la velada con gran sentimiento, como si del hundimiento del Titanic se tratase, y camareros circulando continuamente con bandejas en la mano, o bien de tentempiés, o bien de copas de champán.

Esa era la parte inicial de la velada, en la que los invitados y los miembros de la familia tomaban copas y aperitivos en el gran salón, justo antes de acudir al gran comedor para cenar el plato principal. Las conversaciones abarcan temas muy variopintos, desde el tiempo que había hecho esa semana hasta el creciente negocio chino del "Fish & Chips" al norte de Inglaterra, pasando por comentarios a favor y en contra del famoso Carnaval de Nothing Hill y por el prácticamente reciente matrimonio de los Duques de Sussex.

Eran las ocho menos cuarto de la noche cuando el señor Fitzgerald decidió proceder con su pequeño discurso de bienvenida a la velada.

Sonaron aplausos pertenecientes a los invitados de aquella fiesta. El matrimonio estaba feliz aquella noche y así lo mostraban. Muchas de las parejas que allí se encontraban desearían tener un matrimonio tan feliz como el de los señores Fitzgerald. Tras acabar su discurso, el matrimonio se dirigió, como todos los invitados y el resto de la familia, al gran comedor. Allí les esperaba un delicioso manjar elaborado por los cocineros y cocineras de la familia anfitriona. Tras el cóctel previo, ahora se servía el plato principal: un delicioso cordero acompañado de una sopa de carne, que parecía gustar a los invitados. Eso sí, siempre estaba la opción de escoger el plato principal de pescado.

Todo iba a la perfección. Todo estaba ocurriendo como se había previsto desde hacía un año y medio. El cóctel inicial, el servicio, la cantidad de invitados, la cena...

Sin embargo, todo cambió en un abrir y cerrar de ojos.

Unos invitados hablaban a voces, otros lloraban y otros llamaban o hablaban con la policía. La razón de todo este embrollo había sido el cadáver encontrado en una de las hamacas que se hallaban en el recinto exterior a la piscina, cuando Lucas Finn, de 10 años, decidió salir a jugar al jardín tras acabarse su cena. Este estaba jugando con la pelota, le dio un mal golpe y se le escapó, chocando con dicha hamaca. En ese mismo instante, la noche había pasado de blanca nuclear a negra azabache.

Nadie quería acercarse a esa zona, no era plato de buen gusto. Solo había un pequeño grupo de personas que sí se habían atrevido a acercarse a allí, y sobre todo a llorar alrededor de aquel cuerpo. Este estaba acostado boca arriba sobre dicha hamaca, con los ojos cerrados y ambas manos cruzadas sobre el pecho de este, ahora, cuerpo inerte... Su asesino lo había matado y después lo había dejado en una posición de descanso, como si el muerto se hubiese quedado dormido. Si no fuese por el tiro que tenía justo en el centro de la frente, mucha gente habría pensado que así era.

La policía llegó cinco minutos después de recibir un gran número de llamadas, las cuales todas provenían de los invitados a aquella fiesta, salvo una que llegó de un vecino cercano a dicha mansión al que habían robado la moto. El policía Ian Grant, que estaba al frente del caso, llegó acompañado del forense Reidar Dever, el cual determinaría cómo había sido la muerte de aquella persona, y un gran cuerpo de policía bajo su mando.

Nada más llegar a aquella mansión, el jefe del caso Ian Grant mandó a su cuerpo a interrogar a absolutamente todos los invitados de aquella mansión, por mucho que aquellos interrogatorios durasen toda la noche. Por otra parte, ordenó a su forense que inmediatamente se pusiese manos a la obra con el cuerpo y determinase lo antes posible cuál era la causa de la muerte de aquella persona. ¿Quién sabe si antes de pegarle el tiro, ya estaba muerta y el asesino sólo quería asegurarse de que era así?

-Grant. Necesito hacerle una exploración a fondo, pero por lo que he podido observar en un primer momento y por el estado de este cuerpo, solo lleva alrededor de media hora muerto. Una hora como mucho.

- ¿Tan solo media hora?

-Así es. Espero que la autopsia que le haga lo corrobore. Si estoy en lo cierto significa...

-Significa que el asesino no puede estar muy lejos.

Con una sola llamada a comisaría de parte del inspector de policía Ian Grant, en tal solo unos minutos, la zona que rodeaba aquella mansión estaba envuelta en luces rojas y azules y en el sonido de varias sirenas. Inmediatamente confió la búsqueda de algún dato relevante que los llevase hasta cómo podría haber entrado y huido el asesino y dónde podría estar en dicho momento para cercar la búsqueda a una de sus dos manos derechas, Roy Humphry.

-Por favor detective, Dever me ha dicho que el asesinato se llevó a cabo hace tan solo media hora, una hora como máximo. No puede andar muy lejos. Humphrey, necesito que indagues dónde puede estar.

-Hecho jefe.

-Rhodes. -dijo Grant dirigiéndose hacia su otra mano derecha- Empieza a tomar declaración a los miembros principales de la familia, menos de la mujer. De ella me encargo yo. Y no te olvides del niño que encontró el cadáver. Es menor, hazlo con sutileza y delante de sus padres. Por favor, averigua todo lo necesario, no te dejes ningún dato por recoger. No podemos fallar.

-Confía en nosotros -afirmó la joven detective Zoe Rhodes.

El inspector Ian Grant, confiando plenamente en su equipo, con paso decidido y con su libreta y bolígrafo en mano, se dirigió hacia la nueva viuda de aquella ciudad.

El Asesino del AjedrezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora