Día 27 de abril de 2018. Segundo interrogatorio de Agatha Fitzgerald.
-Inspector, ¿puede decirme qué hago otra vez aquí? Solo hace 10 minutos que me han bajado a calabozos.
-Hola Agatha, yo también me alegro de verla.
El inspector acababa de entrar por la puerta cuando escuchó esa amable bienvenida por parte de la detenida. Agatha estaba sentada de nuevo en la silla de la sala de interrogatorios en la que 10 minutos antes ya había sido interrogada. Miraba al inspector gran con cierta superioridad, al igual que antes. Era como si se sintiera segura y no temiese por lo que había hecho o por lo que pudiesen acusarla.
-¿Me va a decir por qué estoy otra vez delante de usted?
-¿Recuerda cuándo lavó su marido el coche por última vez?
-Mm, no. No suelo meterme en esas cosas. El coche es suyo.
-Sin embargo, usted iba hoy a coger ese coche. ¿Puede decirme por qué?
-Ya se lo he dicho esta mañana.
-Repítamelo.
Agatha resopló y le volvió a decir al inspector la razón por la que esa mañana había decidido coger el coche de su ahora exmarido. El inspector comparaba la respuesta que ahora le estaba dando con la del interrogatorio anterior, buscando algo que no coincidiera.
Pero todo había sido narrado exactamente igual, casi palabra por palabra. Como si se lo hubiese aprendido de memoria. ¿Qué estaba ocultando aquella mujer?
-Entonces, respóndeme a esta pregunta: ¿cómo puede ser que su marido nos haya dicho que lo lavó hace una semana y que los de científica hayan comprobado, que ese coche no lleva más de un día sin lavarse? Podrían asegurar casi al 100% que fue lavado ayer por la mañana, después de que su padre fuera asesinado hace dos noches.
-¿Qué quiere decirme con eso? ¿Qué yo maté a mi padre y lavé el coche para ocultar pruebas?
-Muy afectada no se la ve... Voy a decirle lo que yo pienso. Nathan y usted estaban enamorados, tanto que decidieron que, la mejor manera para deshacerse de su futuro marido William, era la de acusarlo de un asesinato, así lo meterían en la cárcel y cuando saliera, si es que lo hacía, ustedes estarían ya muy lejos. En un sitio en el que no pudiesen encontrarlos. Porque claro, decirle que no lo quiere a él sino a otra persona, no era la mejor opción.
-¿Y voy a matar a mi padre, solo para acusarlo a él? Inspector, esto no tienen ni pies ni cabeza.
-Agatha, lo que no tiene ni pies ni cabeza es lo que ustedes orquestaron para acusar a William Morris. -afirmó el inspector antes de proseguir con su relato.
«Usted y Nathan sabían que su padre, a pesar de llevar tanto tiempo con William, no lo llegaba a aceptar. Es más, la relación suya y de su padre no era la misma desde hacía mucho tiempo. Usted odiaba a su padre, no quería saber nada de él. Aunque la verdad es que, a la vista está, lo ocultaba muy bien.»
«Usted no podía ni ver a su padre. El desprecio que él sentía por Nathan acabo sintiéndolo también hacia usted, en parte. Sabía que su padre no soportaba a William, y que estar con él la convertía a usted en un estorbo para su familia.»
«Creo que descubrió que su padre había cambiado el testamento. El señor Fitzgerald la había desheredado, le había quitado todo lo que en un primer momento le iba a dejar en herencia.»
-¿Cómo? Yo no sabía nada de eso, inspector. Se lo juro. No sabía nada.
-Esta mañana, mientras mis dos detectives iban a deteneros, he recibido un correo del abogado con la última herencia que tu padre había escrito. En esta última, la había desheredado de todo.
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El Asesino del Ajedrez
Mystère / ThrillerAño 1961. Uno de los matrimonios más adinerados de toda Inglaterra fue descubierto a la mañana siguiente de su aniversario, tumbados en la cama de su camarote y con los ojos cerrados. Si no hubiese sido por el tiro que tenían ambos en el centro de...