Capítulo 11. El primer detenido

17 2 0
                                    

Día 27 de abril de 2018.

Había pasado un día entero desde que se había encontrado el cuerpo sin vida del señor Fitzgerald, dos noches atrás. Durante todo el día de ayer se fue avanzando en el caso, pero muy poco a poco. Había habido dos cosas que habían mantenido al inspector Grant en vilo prácticamente toda la noche.

La primera de ellas era la frase que el exinspector Allan Ness le había dicho y la cual se le quedó grabada en la memoria: "Todo el mundo tiene secretos". La segunda, el problema que había surgido con el detective David Adams. Realmente, Grant no creía que hubiese sido él quien había filtrado la noticia de los datos privados del caso a la prensa. El detective Adams había sido muy útil y fiel desde que llegó a la brigada. ¿Pero por qué querría el verdadero asesino hacerse pasar por él? ¿Por qué querría inculparlo? ¿Qué relación tenía el detective Adams con el asesinato?

- ¿Adams?

-Sí, inspector. ¿Qué quiere?

-Necesito hablar con usted, por lo que pasó ayer.

-Inspector, ya se lo dije. Yo no hice nada, yo no filtré esa información a la prensa. Nunca lo haría.

-Créeme que confío en ti, pero no entiendo por qué el asesino querría acusarte. ¿Puedes explicarlo?

-Inspector, no lo sé. De verdad que no lo sé. Ni tengo ni he tenido nunca relación con la familia Fitzgerald. No sé por qué querría el asesino acusarme. No los conocía hasta que fuimos a la mansión.

- ¿Estás seguro?

-Completamente.

-Está bien, Adams. Cuídate. Espero no tardar mucho en volver a verte por aquí.

-Gracias, inspector. Yo también lo espero. Adiós.

El inspector Grant colgó el teléfono y cerró los ojos. Necesitaba centrarse, saber cuál era el siguiente paso que dar, qué era lo próximo que debía investigar. Cogió su libreta y repasó todos los cabos sueltos que tenían: 1. Quién era el asesino y por qué cometió el crimen, 2. Cómo entró en la mansión y por dónde huyó, 3. Dónde estaba el arma del crimen, y 4. Por qué el señor Fitzgerald estaba recibiendo continuas amenazas. Lamentablemente, para resolver la primera, era necesario conocer todo lo demás, y no parecía que fuesen a llegar buenas noticias.

Mientras colocaba en la pizarra la fotografía del rey que la señora Fitzgerald le había dado junto a la de la otra pieza del ajedrez, el teléfono sonó.

-Inspector, hemos encontrado el arma del crimen. -afirmó la detective Rhodes.

***

El inspector llegó lo más rápido que pudo a la casa de Agatha Fitzgerald. Ella había sido la que había dado la voz de alarma a la policía, justo a las 9.35. Grant bajó de su coche rápidamente y se dirigió a la zona donde el futuro matrimonio dejaba sus coches.

-Rhodes, ¿dónde está el arma?

-Se la hemos dado a los de Laboratorio para que se la llevasen a Dever.

- ¿Dónde estaba?

-En el coche de William Morris

- ¿Dónde? ¿Y él qué ha dicho?

-Todavía nada... no está en la casa.

-Ha sido la señorita Fitzgerald la que nos ha informado -explicó el detective Humphrey mientras llegaba para reunirse con su jefe. -Supongo que querrá interrogarla personalmente, pero me he tomado la valentía de tomar unos datos previos al interrogatorio.

El Asesino del AjedrezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora