Día 26 de abril de 2018.
Ian Grant salió de la sala en la que se había hecho y tomado su segundo café de esa dura mañana y volvió frente a la pizarra. El asesinato había ocurrido esa misma noche y habían descubierto varios datos interesantes: el señor Fitzgerald había sido encontrado por un niño en el exterior de su casa con un tiro en el centro de la frente, el asesino dejó una carta para la policía en el que anunciaba cuál había sido el motivo de su asesinato (venganza) junto a un misterioso alfil, una moto había sido robada esa misma noche de una casa cercana a la mansión Fitzgerald por lo que parece ser un hombre vestido de camarero, uno de los invitados (Nathan Jenkins) se levantó de la mesa poco después que el asesinado y, por lo que parece ser, este caso está relacionado con la muerte de los padres de Edgar Fitzgerald en el año 1961.
¿Muchos datos para haber pasado tan solo unas horas no? Y, por si fuera poco, la prensa ya se había hecho eco de la situación y había dado de comer a las masas poniéndole al autor del crimen un nombre con mucho gancho: "El asesino del ajedrez".
El inspector Grant miraba la pizarra concienzudamente, intentando crear algún tipo de conexión en su mente que diese luz a este caso, pero lo único que se le ocurrió fue añadir a esa pizarra llena de datos inconexos una línea de tiempo que simplificase y mostrase de forma más clara lo que pasó poco más de medio día. Grant destapó el rotulador negro y trazó una línea horizontal que iba desde la esquina inferior izquierda, a la derecha. En el principio de esta línea temporal y en color rojo puso la hora a la que comenzó la fiesta: 19.00h., junto con, escrito en azul, "discurso", a las 20.00h. A continuación, escribió "20.30" en rojo, sobre dos palabras clave en azul "Edgar sale".
El inspector continuó rellenando la línea temporal de este asesinato con los datos que habían obtenido de los diferentes interrogatorios (ver imagen del encabezado). Una vez terminó de completar la línea de tiempo con los datos que tenían hasta ese momento, Grant tapó los rotuladores con su tapa, los dejó en la pequeña repisa de la pizarra y dio unos pocos pasos hacia atrás sin dejar de mirar a la cronología que tenía en frente de sus ojos. Echando un primer vistazo parecía que todo encajaba a la perfección, que era algo así como un crimen perfecto. Un crimen en el que el asesino mataba por una venganza movida por un sentimiento, probablemente, mucho más profundo. Un crimen en el que, hasta el momento, no había ni siquiera un pequeño rastro de quién era el autor del asesinato. Un crimen en el que, por el momento, no tenía un arma del crimen física, sino una intangible pistola del calibre 32. Eso es lo único con certeza que se sabía de ese asesinato. También estaba el hecho de que el asesinato de Edgar Fitzgerald podía estar relacionado con el que mató a sus padres en 1961.
Todos estos datos inciertos son los que no facilitaban el trabajo al inspector y a sus policías, solo les hacía pensar en posibilidades muy remotas y, prácticamente, imposibles. Además, en esa línea de tiempo había cosas que no entendían. ¿Dónde fue Edgar cuando se levantó? ¿Por qué Nathan Jenkins lo hizo al poco tiempo de salir el señor Fitzgerald? ¿Por qué lo mataron en una tumbona del patio exterior? ¿Dónde estaba el arma del crimen? Pero, las preguntas más importantes que debían resolver eran ¿por qué habían matado a Edgar Fitzgerald y quién tenía la sangre tan fría para hacerlo?
El inspector Ian Grant se frotó las sienes debido al cansancio mental que en esos momentos sentía y se dirigió al cuarto de baño para refrescarse. Entró y se encaminó directamente al lavabo, abrió el grifo de agua fría y se lavó la cara y mojó la nuca. Esperaba que el agua aliviase el dolor de cabeza que tenía. Cerró los ojos y respiró profundo.
-Inspector, la señora Fitzgerald está al teléfono. Dice que ha encontrado algo importante.
-Enseguida voy, Rhodes. Dame un minuto.
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El Asesino del Ajedrez
Mystère / ThrillerAño 1961. Uno de los matrimonios más adinerados de toda Inglaterra fue descubierto a la mañana siguiente de su aniversario, tumbados en la cama de su camarote y con los ojos cerrados. Si no hubiese sido por el tiro que tenían ambos en el centro de...