Capítulo 25. El camino correcto

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Día 29 de abril de 2018.

Alguien había llamado a la puerta. Debía de ser el cartero. Desde que salió de la comisaría el día anterior, no había llamado a nadie. Solo les había dicho a sus padres que estaba bien, que había vuelto a casa. Quizá era algún vecino que le llevaba algo de comer. En aquel barrio todos los vecinos eran muy amables y serviciales, y desde que empezó todo este alboroto había sentido el apoyo de todos ellos.

-Hola William.

-¿Qué haces aquí?

-Me puedo ir. La verdad es que no sé muy bien por qué he venido. -Empezó a decir Rhodes. Se notaba que estaba nerviosa. El día de ayer fue muy duro y William sabía que algo más había pasado.

-¿Te han echado del caso verdad?

Lágrimas. Eso fue lo que empezó a brotar de los ojos de la detective Zoe Rhodes. No pudo contener lo que llevaba aguantando desde el día de ayer, en el que se descubrió su relación con uno de los sospechosos principales del caso más importante del país. Zoe Rhodes no podía más y William lo sabía. La abrazó, cálidamente. Un abrazo que consiguió calmar poco a poco a la detective.

-Zoe, yo... no quería que sucediera todo esto. Te lo prometo. Nunca he querido hacerte daño.

-¿Puedo pasar?

***

El inspector Ian Grant volvió a su mesa después de salir del despacho del capitán. Le había prometido que iba a encontrar al asesino, y tenía que cumplirlo. ¿Por dónde seguir? Ninguno de los tres sospechosos que hasta ahora habían declarado tenía verdaderas razones para matar. Grant estaba seguro de ello.

La conversación con Robert Parks había puesto al descubierto una opinión que también surgió en la charla con el exinspector Alan Ness. O tal vez no era solo una opinión. ¿Y si ambos tenían razón? ¿Qué secreto podría esconder esa familia para que dos de sus miembros hubiesen sido asesinados?

Ese secreto existía.

El inspector estaba cada vez más seguro. Y guardaba relación con la muerte de los padres de Edgar Fitzgerald en 1961. Ese asesinato no fue fortuito, estaba premeditado. Y, posiblemente, la razón para causar aquellas muertes era la misma que hoy. Pero el asesino no podía ser el mismo. Aquel primer asesino tuvo que contarle a alguien lo que iba a hacer, por qué lo iba a hacer. Tuvo que revelarle a alguien esa historia que le llevó a cometer aquel asesinato. ¿Un amigo? Un familiar?

Era muy difícil descubrirlo cuando no se tenía el nombre del primer asesino. Todo sería mucho más fácil si se supiese.

Había que empezar por algún sitio, y quizá investigar a los familiares y el entorno de Ronald y Rose Marie Fitzgerald fuera lo más sensato. Todo esto había empezado a raíz de aquellos asesinatos de 1961. Si conseguía averiguar por qué se habían llevado a cabo, sería más fácil encontrar a este nuevo asesino.

El inspector Ian Grant decidió empezar con Rose Marie Fitzgerald. Por lo que sabía, conoció a Ronald cuando se mudó a su vecindario. Se vieron por primera vez en una fiesta de bienvenida que organizó su familia en la nueva casa y se convirtieron en muy buenos amigos, pero al final fue a más. Una noche, sus padres los encontraron juntos y decidieron que lo mejor era que se comprometieran oficialmente. Se casaron y tuvieron a Edgar Fitzgerald. Su único hijo.

Por lo que parecía, la familia de Rose Marie era una buena familia, tanto a nivel económico como personal. No parecía que nadie pudiera querer matarla por algún problema relacionado con sus padres. Todo tenía más sentido si los mataron por parte de Ronald. ¿Cuál es el secreto que esta familia estaba escondiendo? ¿Dinero robado? ¿Problema de herencia?

El Asesino del AjedrezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora