Capítulo 29. Reparto de tareas

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Día 30 de abril de 2018.

Último día del mes. Para el inspector, el mes empezó de forma prometedora: nivel de trabajo idóneo, visitas de su hija y de su querida nieta y algún que otro día de descanso. Para él, la policía, y sobre todo el cargo de inspector, se le empezaba ya a quedar un poco grande. A sus 63 años y tras 10 de ellos ostentando ese cargo, ya empezaba a cansarse. Grant nunca había soñado, pero tampoco querido, llegar a ser inspector de la brigada en la que trabajaba. Siendo detective estaba muy tranquilo, y además le permitía compaginar bien las horas de trabajo con su vida externa. Aunque tampoco fuera mucha.

Cuando él era solo un detective más de la brigada, 12 años antes, hubo un gran cambio en comisaría. Muchos policías y el principal inspector se retiraron: unos por edad, otros por salud, y otros por diferentes razones. Debido a esta gran retirada, entraron policías y detectives nuevos. Pero ningún inspector.

Fue ahí cuando, a los 51 años, el detective Ian Grant se planteó presentarse al examen para inspector de la comisaría. Es cierto que empezaba a tener una edad, y que muchos de sus compañeros lo mirarían raro. Pero en el punto en el que estaba, no tenía nada mejor por lo que luchar. Su hija y su nieta no vivían en la ciudad y estaba prácticamente solo, únicamente las veía algún que otro fin de semana. Así que, ¿por qué no intentarlo? Su antiguo inspector, y también el capitán, le habían apoyado e incitado a seguir creciendo en la comisaría, a seguir subiendo escalones. Y quizá había llegado el momento.

Dos años después, esa idea que irrumpió en la cabeza de Ian Grant se hizo realidad. Logró convertirse en el inspector de la brigada de su comisaría y tener a todo un equipo de policías, detectives, investigadores, científicos e informáticos bajo su mando. Pero sobre todo se sentía orgulloso de dos de ellos. Sus nombres eran Zoe Rhodes y Roy Humphrey. Ambos llegaron nuevos a la comisaría el año del gran cambio y al inspector le llamaron la atención desde el minuto uno. De ahí que pasaran a ser "el trío de oro" y a resolver numerosos casos durante estos 10 años.

Pero ninguno de esos había sido como el que ahora tenían delante. Cada día que pasaba, el tiempo se iba agotando y parecía que cada vez pasaba más rápido. Si unas semanas o unas horas antes de recibir la primera llamada de emergencia desde la mansión Fitzgerald la noche del día 25, le hubiesen prevenido de lo que iba a suceder, el inspector se habría preparado no solo físicamente, sino también mentalmente. Aunque gozaba de buena salud, estaba claro que ya no era el mismo de antes, y aunque en muchas ocasiones aparentase ser un hombre mucho más joven, realmente él no se sentía así. Es por eso por lo que, afortunada o desafortunadamente, dependiendo del punto desde el que se mirase, el inspector estaba casi convencido de que su hora de abandonar la policía estaba cada día más cerca.

Pero antes tenía que resolver el caso más complicado que se le había puesto delante en todo el tiempo que llevaba en esa comisaría, que juntando los años de detective e inspector no eran pocos.

El día de ayer trajo consigo muchas novedades que empezaron a alumbrar un poco el camino a puerto. Pero todavía quedaba mucho por resolver y no podían deternerse, no ahora que parecía que todo estaba de parte de los buenos.

El inspector llegó a comisaría con una lista de trabajos asignados para todos, y así se lo hizo saber a sus detectives y policías en la reunión convocada a primera hora de la mañana.

-Compañeros, ayer descubrimos muchas cosas y no podemos relajarnos. Tenemos que ponernos desde ya manos a la obra. He asignado una serie de tareas para cada uno de vosotros y espero que, para el final del día, o si pudiera ser para antes lo agradecería infinitamente, estén cumplidas y podamos sacar algo más en claro.

El inspector abrió su libreta y tras aclararse la voz, empezó a leer:

-Humphrey. Sabes que a veces me pones nervioso con esas teorías o historias que sueltas de vez en cuando, pero muchas veces suelen acercarse a la realidad y no conozco a nadie mejor para lograr lo siguiente: necesito que me averigües qué diablos significan esas piezas de ajedrez. El asesino debe de tener una muy buena razón para dejar unas figuritas de ajedrez, que por cierto están muy bien cuidadas, en las escenas de los crímenes que comete.

El Asesino del AjedrezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora