Día 25 de abril de 2018.
-Señora Fitzgerald, permítame decirle que lo siento y que su marido era una persona maravillosa.
Rose Fitzgerald estaba sentada en un sillón, con un pañuelo blanco marfil en la mano, los ojos inyectados en sangre y unas innegables ojeras. Parecía imposible que, en tan poco tiempo, pudiesen formarse unas ojeras como las que lucían los ojos de Rose.
-Sé que, en este momento, lo que menos desea es hablar conmigo, o con cualquier otra persona, que prefiere estar sola, pero necesito que me responda unas preguntas.
-No se preocupe. Tiene toda la razón en aquello de que no quiero hablar con nadie, pero sin duda lo que más deseo por encima de cualquier cosa es encontrar a ese miserable que ha matado a mi Edward.
-Quiero decirle que para mí su familia es ejemplar. A pesar de la sociedad en la que viven, están muy unidos. El dinero no ha hecho estragos es ustedes, como con otras sí ha ocurrido.
-Mire, detective. Si le soy sincera, creo que el ser, por llamarlo de alguna forma, que ha matado a mi marido lo ha hecho por pura envidia. No le quepa ninguna duda. Sin querer inmiscuirme en su investigación más de lo que debo, creo y pienso que deberían de investigar por ahí.
-No dude ni por un segundo que lo detendremos. Pero para ello, primero de todo necesito que me cuente como fue la velada y cuándo es la última vez que recuerda haber visto a su marido. -El inspector abrió su libreta, destapó el bolígrafo y se dispuso a anotar todos y cada uno de los detalles que Rose le diría en esa primera declaración.
-Sí, claro. Lo que sea por encontrar a ese criminal. -Rose se secó las lágrimas que caían por sus mejillas y comenzó con el relato- La noche estaba siendo lo que todos esperábamos. A las siete empezaron a llegar los invitados y mi marido y yo los recibimos y saludamos a todos y cada uno de ellos. Aunque a algunos con más sinceridad y efusividad que a otros, ¿entiende?
Grant asintió. Era lógico que dentro de ese mundillo de riqueza hubiese rivalidad por ser mejor y más que. Puede ser que la envidia pura sí que fuese el motivo de aquel crimen. Pero no debía dar nada por hecho, todavía era demasiado pronto.
-Conforme iban llegando los invitados, los camareros iban sirviendo el coctel previo a la cena, que eran una serie de canapés y copas de champán. Aunque también se podían pedir otro tipo de bebidas sin alcohol, como agua. -El inspector anotaba todo lo que le parecía relevante sin apartar la mirada de Rose- Tras llegar todos, mi marido y yo junto al resto de la familia, es decir mis hijos y nietos, nos situamos en la escalera principal. Mi marido pidió silencio y dijo unas palabras, como una especie de discurso, pero más breve. Apenas duró un minuto. Era como una especie de bienvenida, ya que estaba programado un discurso más largo tras la cena. Un discurso que no ha llegado a escucharse.
- ¿Puede decirme qué dijo, en rasgos generales, en su primer discurso? En el que sí pudo escuchar. Quizá haya algún dato que nos revele quién lo mató o pueda indicarnos qué camino debemos seguir.
-Sí, por supuesto. Lo primero de todo, dio las buenas noches a los invitados y anunció que el motivo de celebrar esta cena era para honrar nuestro 50 aniversario. -dijo la viuda Fitzgerald entre lágrimas- Dijo que habían sido unos 50 años preciosos y que esperaba que el resto fuesen igual, acompañados siempre de toda nuestra familia. Me dijo que le había ayudado mucho cuando nos conocimos, ya que él estaba pasando por un muy mal momento, ya sabe, el asesinato de sus padres. Para acabar me felicitó el aniversario y anunció que la cena ya estaba lista y que se podía pasar al comedor.
El inspector Grant le entregó otro pañuelo a la viuda, ya que el suyo estaba demasiado húmedo, para que se secase las lágrimas que habían salido de sus ojos, como todas las anteriores de aquella noche.
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El Asesino del Ajedrez
Misterio / SuspensoAño 1961. Uno de los matrimonios más adinerados de toda Inglaterra fue descubierto a la mañana siguiente de su aniversario, tumbados en la cama de su camarote y con los ojos cerrados. Si no hubiese sido por el tiro que tenían ambos en el centro de...