Bien, estoy lista. El avion esta a punto de despegar, llegare a Rusia en nueve horas con veintiún minutos según la pantallita que tengo enfrente.
Solicité un puesto en uno de los mejores bancos Rusos del país, aun no se si me acepten, pero mande miles de solicitudes y cartas de recomendación junto con miles de papeles que me dan la experiencia no solicitada por parte de su perfil de solicitud. Pero no esta de mas mostrar todos mis títulos, con suerte me llegan al puesto de jefa de administración.
Por el alojamiento no me preocupo, ya rente un departamento en el centro, muy hermoso en las fotos y con buenos comentarios de parte de ex inquilinos del edificio. Supongo que tendre que comprar muebles despues, por ahora solo llevo un colchon inflable tamaño individual en mi equipaje de mano, no es que no confíe mucho en las aerolíneas independientes, pero mas vale prevenir que lamentar. Espero que todo sea como lo había planeado. Para que no me afecte el jet-lag iré al supermercado por biberes despues de que me entreguen el departamento. Por ahora debo dormir, son nueve horas, asi que llegare mañana a las ocho con treinta minutos según mis cuentas.
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He pasado ya cinco horas en este maldito avion y no aguanto más. Para empezar, el pasajero que estaba al lado de mí, muy guapo por cierto, decidió que pasarse a primera clase con unos ticketes que solo Hades sabrá como se los valieron y en su lugar una anciana con retraso gripal se sento a mi lado, ya que según ella era el único lugar donde no tenía ni tan cerca, ni tan lejos la ventilación. Ahora estoy tratando de dormir junto a la anciana que a cada rato parece que traga mas mocos que aire y se escucha una sinfonía de cuajido nasal y ronquidos por parte de ella.
Ocho horas con cincuenta minutos y ya estamos aterrizando, al parecer el viaje fue mas rápido de lo planeado, pero no importa, solo quiero llegar a descansar en ese maldito colchon inflable que seguramente esta ponchado. ¡Ayyy... por que me persigue la desgracia!
¡¡Al fin!!, al fin aterisamos, ya pedi un taxi y tengo mis maletas conmigo, almenos ya llegué, llamare a papá para avisarle que estoy bien.
- Hola Samantha
- Papá, ya llegué, estoy esperando un taxi, quería preguntarte si de casualidad el conchon no esta poncha... - un líquido caliente me impacta en mi busto y torso y solo puedo gritar por la quemazón.
- ¡¡¡Perdón!!!, ¡¡enserio perdoname, no fue mi intención!! - levantó la mirada y veo a un chico de cabello castaño claro con unos ojos azules mirándome con vergüenza y tratando de limpiar mi blusa con su bufanda - Enserio, perdón, conosco un buen lugar de tintorería, dejame pagarte... perdón... yo... enserio, disculpame... no fue mi entencion - no paraba de disculparse, y estaba empezando a molestarme.
- ¡Detente! - grito cuando me desespere - Ya paso, okey, dejalo, solo ya deja de disculparte
- Bien, almenos dejame darte algo para el taxi - veo que saca su billetera y al analizar mejor la situación veo en el piso tres vasos de carton donde seguro esta el café - Ten, son ciento cincuenta rublos... - me extiende el dinero y me quedo haciendo cuentas.
- ¡¿Qué?!, ¡estas loco!, ¡esos son dos mil ochocientos cincuenta dolares canadiense!
- ¿Y qué? - dice como si el finero no fuese importante para él - Aquí eso con suerte te alcanza para el taxi
Tenia razón, así que tome el dinero y gracias que justo en ese momento llego un taxi y subí a el, deje que el conductor se encargara de mis maletas y volvi a retomar la llamada con mi padre.
- ¿Papá?, ¿estas ahí?
- Si, si, me puedes decir que te pasó, solo escuche que discutias con alguien
- Un estupido que tiro sus cafés en mí, me dio ciento cincuenta rublos
- Eso equivale a... ¡Dos mil ochocientos cincuenta!
- Sip
- ¡Samantha! - me reclamo - ¡devuelve el dinero!
- No - exclame - con suerte eso me alcanza para el taxi
- Señorita - hablo el conductor - ¿A donde la llevó?
- A la calle Truper estambola, en el centro por favor - dije y volví a conversar con mí papá.
En efecto, del taxi fueron cincuenta rublos y solo me quedaban cien. Llege a mi edificio y era muy hermoso por fuera, tenia ese estilo vintage que esperaba, en la esquina de la calle logre ver que había una cafetería y las calles tenian ese estilo antiguo que me encanta. La recepción no se puede pedir más, todo vintage y el elevado antiguo pero moderno a la vez.
- Hola, buenos días, soy Samantha Hell, rente un departamento hace una semana - la señora de recepción pareció buscar algo en su computadora y sonrió cuando me vio a los ojos.
- Si, aquí esta - me dio una llave del tipo antiguo, al parecer todo es vintage y retro en este edificio - bienvenida Samantha, espero que tu estancia sea maravillosa aquí. Tu apartamento es el numero 45 en el piso número 4.
Agradecí y me fui directo a ver el apartamento, el portero llevaba mis maletas, y al llegar, una hermosa puerta color rojo con el nimero 45 en chapa de cobre me inducaba que este era mi departanento.
Un loft de dos plazas era lo que yo habia solicitado. Al entrar tenia una puerte a la derecha, la cual era el baño, y la de la izquierda un ropero, mas adelante estaba una hermosa cosina, y en frente de ella una gran sala de estar, a un costado del lado izquierdo las escaleras que me llevaban a la parte de arriba, la cual supongo que es la habitación, la reja es metálica, color negro, al igual que las escaleras con el mismo estilo, las paredes me encantaron, ya que son de ladrillo y el gran ventanal que abarcaba toda la pared de enfrente. Era todo lo que me había imaginado.
Agradeci al portero por dejar las maletad y le di treinta rublos a cambio, y antes de cerra la puerta, la de enfrente se abrió. Unos ojos azules muy conocidos me miraron y de la manera mas madura posible cerre la puerta de un solo golpe quedandome pegada a ella por el otro lado, maldecire todo lo que pueda si mi vecino es el idiota de los cafés en el aeropuerto.
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Pobre Samantha, puras desgracia al llegar. Aquí una imágen de lo que pensé para el departamento. Claro, imagínenselo sin muebles.
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Ciliegia
Romance[Reescribiendo. Antes: El mejor trabajo] Samantha Hell es una chica con una expectativa muy alta con respecto a su trabajo, tantos años de preparación y su nuevo objetivo no es nada a lo que ella imagino. Cambiar pañales no es lo que enceñan en la...