Siempre serás vos

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POV Paula

Probablemente me esté metiendo en un terreno del que no saldré hasta que todo esto se solucione y tendré que tomar cuidados para mantener mi espalda cubierta, Felipe no me dio mucha información pero supone que hay un juez implicado, porque han desaparecido pruebas muy contundentes  y me aseguró que Fauto y Renata eran el menor de los problemas, cosa que me aterra bastante. Del episodio del coche no tengo mucha referencia, no me robaron, ni me tocaron, fue solo un aviso quizás, esta gente no es de ensuciarse las manos de esa manera, el gallego me insistió que sus métodos son otros y que si quieren acabar con la vida de alguien basta con una llamada. Ahora nadie me cree que he sido tan torpe cambiando una lamparita que me caído de una banqueta y he parado en el hospital, solo estaba en casa tan tranquila queriendo hacerme la superada y la que no necesita de nadie para arreglar sus problemas y resulta que me he golpeado bastante. Quedé inconsciente por un momento, pero recuerdo que Romina me encontró y fue ella la que me acercó a urgencias. Me fracturé el brazo y me escayolaron, también tengo unos cuantos moretones, me queda claro que la próxima vez, busco ayuda.

-¿En serio estabas cambiando una lamparita?- pregunta Romina extrañada.

-Que si boluda, perdí el balance- me defiendo, increíble que tenga que dar explicaciones.

-Te están pasando tantas cosas últimamente, primero te secuestran para no robarte, ahora te haces mierda el brazo, sabes que no eres policía, ¿para que te haces?- señala Romina.

-Me parece que Martina te está llenando la cabeza, no estoy jugando a la policía, podes creer mi versión o no, sabes que, me importa una mierda- respondo alterada.

-Martina solo quiere cuidarte y que no hagas locuras- insiste Romina.

-¿La has llamado?- pregunto furiosa.

-Es tu novia, ¿a quien querías que llamara? Tengo que volver a la calle. Trabajo querida- reacciona Romina.

-Perdon por ocupar su tiempo, alcaldesa. Me hubieras dejado sola. Martina y yo, no estamos juntas- suspiro, me imagino a Martina entrando en cualquier momento escandalizada y diciendo te lo dije.

-¿Como que no están juntas? Eso no se lo cree nadie. Dejen de boludear. Y vos, no creas que no me he dado cuenta que andas haciendo preguntas que no debes. Hay gente haciéndose cargo. Vos disfruta del amor ahora que podes- reclama Romina.

-¿Diego es policía?- pregunto.

-¿Que dije de las preguntas? Respeta la autoridad- niega Romina sintiéndose descubierta.

-Uy que miedo- me burlo aflojando un poco.

-Miedo deberías tener vos, que ya viene la jefa- sonríe Romina.

Martina nunca dejará de sorprenderme, resulta que llega de lo más calmada, habla con el médico y sin hacerme preguntas me lleva directamente hasta su casa. Dice que cuidará de mi y no me deja ni hablar. Por no llevarle la contraria me mantengo en silencio y solo la miro. Se que piensa que estoy mintiendo y que alguien me ha lastimado y diga lo que diga no entrará en razón porque está convencida de que me he metido en un lío. Me toma delicadamente para bajarme del coche y no aguanto más.

-Puedo caminar Martina- me quejo.

-Ya sé que podes caminar, solo quiero ayudarte boluda- responde Martina de mal humor.

-¿Me explicas que hacemos en tu casa?- pregunto sin moverme.

-¿Somos amigas o no? Las demás están ocupadas. No pueden cuidarte. Van a venir más tarde a verte- informa Martina.

-¿A verme para qué? Si no ha pasado nada. No entiendo estas películas- no me puedo creer que se monte semejante show por una caída.

-A ver, gruñona. No se trata de películas. Tan difícil es de entender que nos preocupamos por vos. Y que si vos te quiebras un brazo, a mi se me paraliza el mundo y en lo único que puedo pensar es en estar con vos- afirma Martina tomándome del rostro.

-Muy romántico- suspiro.

-Camina- ordena Martina sin hacerme caso pero lo cierto es que cada vez que estamos cerca quiero besarla y tengo demasiada sed de sus besos.

Martina tiene que quitarme el móvil de la mano unas cincuenta veces porque no me quiere trabajando, la tele me aburre y ella está diseñando otra ropa que no me quiere mostrar, además no se acerca mucho porque sabe las ganas que le tengo, aunque con un brazo roto ya me dirás que mucho voy a hacerle. Por alguna razón no me saca el tema de la investigación y se lo agradezco porque no pienso discutir más.

Estoy en el sofá cuando aparece de momento desnuda frente a mi, pero como puede ser tan cabrona, sabe en el estado que estoy. Se me cae el mando de la tele de la impresión, y comienzo a sufrir sudoraciones. Encima esa sonrisa maliciosa de alguien que se sabe sumamente poderosa, se arrodilla muy despacio, desabotona mi pantalón y me lo quita de un tirón, comienza a besarme por encima de la tanga y pierdo la cabeza directamente, pero esta mujer es consciente de lo que es, de lo que provoca.

-Lei en internet sobre las maneras de hacer sentir bien a una paciente- comenta Martina.

-Que sos medico ahora- sonrío como una tonta.

-Soy lo que tú quieres que sea- responde quitándome la prenda que se interponía entre nosotras y pidiéndome permiso con la mirada cosa que no puedo negarle bajo ninguna circunstancia.

Como la mejor bailarina se cuela lentamente entre mis piernas y quiero estallar de placer, porque su lengua sabe recorrerme de norte a sur, chupar, morder, jugar, explorar, me muerdo el labio y grito sin poderlo evitar. No quiero abrir los ojos y cuando lo hago menudo balde de agua fría.

-¿Estás bien?- pregunta Martina completamente vestida, vaya jodido sueño.

-Deben ser los calmantes- me he quedado dormida y estaba a punto de alcanzar la gloria.

-¿Con quien soñabas?- interroga Martina muy impaciente por mi respuesta.

-No sé, no me acuerdo- miento.

-Es que estabas haciendo exactamente los mismos ruidos que haces cuando cogemos, quería saber si era yo al menos la que te lo estaba haciendo- comenta Martina enfadada.

-Si sabes que sos vos, que siempre serás vos, para que preguntas- respondo acercándome a ella hasta que suena el timbre.

-He pedido comida- comenta Martina sin querer separarse por unos segundos pero termina levantándose.

Al poco rato llegan todas nuestras amigas y comienzan a hacer chistes por mi escayola y a Caro se le ocurre que sería bonito dejarme mensajes, que siempre había querido hacerlo y yo que de ninguna manera pero termino accediendo y todas buscan un boli para escribirme algo, Martina es la única que se preocupa por si pueden hacerme daño. Me encanta como me cuida.

Continuará...

Vos sos el amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora