Vos me das alas

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POV Paula

Después de todo lo que ha pasado, de las discusiones, los malos entendidos, se puede decir que nos hemos reencontrado con nosotras mismas, por lo menos ya no acabamos a los gritos, aunque quizás se deba a que hemos dejado de hablar ciertos temas. Hemos recuperado sobre todo la amistad. Y Martina está disfrutando mucho lo de tenerme encerrada en casa con un brazo roto. Quejándome porque no me deja cocinar y a ella se le da muy mal la cocina. Al principio ordenaba la cena, pero hicimos un trato de que yo la ayudaba y así nos divertíamos un poco, se nos da muy bien lo de asistir a la otra. Y en poco tiempo he convertido a Martina en una excelente chef, incluso ha aprendido algo de repostería y aunque siempre acabamos cubiertas de harina y con un desorden increíble, solo por el hecho de lo mucho que nos divertimos vale cada segundo la pena. No sé qué somos, o si hemos dejado de ser novias alguna vez, para mi no, en ningún momento ha dejado de ser la mujer de mi vida y la persona con la que me siento plena, vamos despacio y eso también lo respeto.

-Voy a salir rodando de esta casa- comento luego de probar el postre.

-Estás divina, gracias por hacer de mi una excelente chef-responde Martina.

-Tranquila, vas aprendiendo, falta mucho todavía-trato de frenar su orgullo, cosa imposible.

-Que dices, vos nunca hiciste una milanesa así- se defiende Martina.

-No importa lo que digan, el alumno no supera al maestro querida- la molesto

-Le he mandando un poco a Roma con Sebas y me escribió al wathsapp que soy la mejor- menciona Martina.

-Ya lo que pasa es que Roma tiene el gusto del padre, que ya ves lo que se está comiendo- afirmo.

-¿Estás celosa de tu ex?- pregunta Martina para molestarme.

-¿Mi ex? Hace diecisiete años que no cogemos. Ese solo es el padre de Roma- señalo.

-¿De Marta entonces?- interroga Martina.

-La única mujer que me gustas sos vos- le aclaro.

-Y Lena- insiste Martina.

-¿Perdona? Yo no he sido la que ha soñado con Lena- la ayudo con los platos mientras seguimos molestándonos mutuamente pero en el buen sentido.

-Que te he visto mirándole el culo- miente Martina.

-Tu culo me suena más- no le doy importancia a sus celos y de paso le pego un repaso monumental.

-Tengo esta botella de vino que podemos acabar en el sofá, así que más te vale quedarte calladita-insinúa Martina.

-Perfecto y jugamos al yo nunca, así nos conocemos más- tomo la botella.

-Que infantil eres, si ya he visto tu DNI y me conozco todos tus lunares- juega Martina terminando con los platos.

Mientras la espero, pongo algo de música y voy preparando las copas, la escucho cantar en el fondo y siento mariposas en la panza, es que se me sube el azúcar por segundo de tantas cosas que provoca en mi está mujer.

-Empiezo, yo nunca he intentado seducir a una chica con música romántica y la luz un poco apagada- asegura Martina sentándose a mi lado, no me queda más remedio que beber.

-Yo nunca he fingido que no sé cocinar para estar cerca de la chica que me gusta- comento haciendo que Martina beba. Lo sabía. A este paso estamos borrachas antes de media noche.

-Yo nunca me he tocado, con alguien durmiendo justo a mi lado- indica Martina no tenia ni idea de que estaba despierta, comienzo a beber.

-Yo nunca he tenido tanto miedo de perder a alguien- declaro bebiendo y Martina bebe también.

-No me vas a perder Paula- asegura Martina acercándose.

-No sabes cuanto me alegra escuchar eso- rozo mi nariz con la suya.

-¿Seguimos jugando?- pregunta Martina.

-Mejor nos besamos- decido atrapando su boca.

Envuelta en sus besos y ese sabor a vino mezclado en nuestros labios enloquezco poco a poco, siento pinchazos de electricidad por todo el cuerpo, cuando estamos así de pegadas parece que todo hierve alrededor, y la humedad de su saliva me recuerda lo adicta que soy y lo bien que me sienta esta ansiedad, porque ella me recibe con la misma intensidad en la que me entrego y cuando recuperamos el aire volvemos a comenzar. Son besos tiernos, de los que exploran y se arriesgan, de los que se quedan en la mente y regresan cualquier domingo por la tarde a recordarte por qué es tan bonito vivir.

-Me encantas, no sé qué tienes pero no dejo de pensar en vos- confiesa Martina.

-Estas en mi cabeza en cada segundo Martina- admito.

-Te creo- asegura Martina mirándome a los ojos.

-Lo sé, lo veo en tu mirada. Pero está muy bien escucharlo- acepto.

-Te quiero Paula- declara Martina besando mi frente de una manera muy tierna.

-Te quiero yo también- la abrazo con todas mis fuerzas.

-No me gusta discutir con vos- recuerda Martina.

-No pensemos más en eso, es normal tener peleas. Lo que no es normal es alejarnos sabiendo que estamos mejor juntas- afirmo.

-Ya, es que a veces me sacas de mis casillas. Está muy bien el vino para sincerarnos- declara Martina sirviendo mi copa.

-Ya me está dando vueltas el techo- le cuento.

-Mírame, también yo te doy vueltas- pregunta Martina tomando mi rostro.

-No vos me das alas- no se puede creer lo cursi que me hace esta mujer.

-Bonita- suspira Martina.

Veo que se levanta, sube el volumen de la música y se pone a bailar como una loca sobre la mesa, yo la observo como se observan los milagros, como si no me pudiese creer su belleza, o su personalidad, esa energía, ese poder de atracción. Como se mueve y parece que tienes que acompañarla en la inercia. Su cara de felicidad es de esos placeres que no puedo renunciar ni en mil años. Se monta sus propias coreografías y me hace reír con tantas vueltas, hace que me levante del sofá, pero ya estoy muy mareada, así que tengo que apoyarme en ella y me amarro a su cintura con el único brazo que tengo disponible, buscando mi tranquilidad. Continúa besándome con el mismo apetito insaciable y yo le pido a Dios que ella me siga sosteniendo porque no me puedo centrar.

Continuará....

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