Capitulo II

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Mes julio, Mystic Falls.

La luz que se dejaba colar por las ventanas resplandeció frente al rostro de una ojiazul que permanecía tumbada boca arriba sobre la única cama de aquella solitaria habitación. Sus ojos ardían un poco, su garganta se sentía seca y rasposa, quizás por todos los gritos que había dado la noche anterior intentando salir. No sabía exactamente donde se encontraba, no conocía nada, ni siquiera los extensos jardines que se dejaban ver por la ventana. Era un lugar completamente desconocido para ella y en el fondo, le asustaba. Recordaba haber despertado la noche anterior en el interior sobre la cama, se sentía somnolienta y cansada, lo único que podía recordar antes de llegar ahí era que discutía con su tía Freya. En su casa estaban tres desconocidos que no supo identificar y sin más, la habían traído con ellos desde New Orleans. Respiró profundo intentando reconocer siquiera algún posible aroma que le hiciera identificar donde podría encontrarse. No lo consiguió. Se volvió sobre su lado izquierdo mientras una lagrima de ese mismo lado resbalaba por su mejilla.

Se sintió traicionada, dolida, aturdida, confundida y desesperada. Con sinceridad, eran tantas emociones juntas que no estaba muy segura de lo que sentía. Solo le daba vueltas a su cabeza, intentando encontrar la respuesta a su pregunta: ¿por qué su tía la había abandonado de aquella forma? No lo comprendía, no sentía que las cosas se estuviesen saliendo tanto de control como para que tuviesen que echarla de su propia casa. Ella tenía el control de si misma, estaba segura de eso, pero, sin embargo, perdió la cordura cuando aquel hombre y las dos chicas fueron a por ella el día anterior. Volvió a llorar. No encontraba consuelo para lo que estaba sintiendo, su tía era prácticamente su única familia, aunque su tío Kol y su tía Rebekah estaban vivos, hace mucho que no los veía. Hace mucho que no se habían reunido y habían pasado tiempo en familia. Los extrañaba, pero ahora que estaba ahí, se sintió más sola que nunca, más triste y abandonada, casi tanto a como cuando perdió a sus padres. Lloró y sollozó aún más retorciéndose en su posición. De repente, escuchó como daban tres golpes suaves a la puerta.

- ¿Hope? - preguntó alguien de forma delicada del otro lado. Esta la ignoró por completo -Hope, pensé que como no has comido nada desde ayer tendrías algo de hambre- y dio otro pequeño golpe a la puerta, pero siguió sin recibir una respuesta -bien, solo procura no matarte de hambre, eso no hará que salgas mucho antes de la habitación, así que te dejo la bandeja afuera- la cobriza gruñó de forma irónica por el comentario de la chica, será que no sabía que aunque quisiera, Hope jamás podría morir, ni siquiera de hambre.

Esperó un poco más a ver si escuchaba algo, pero no fue así. Simplemente sintió como el campo de energía que rodeaba la habitación había desaparecido indicándole que de esa forma podría abrir la puerta para coger la bandeja que había sido depositada en el suelo. Pensó en escapar, esta podría ser su gran oportunidad, pero entonces sintió como el campo de energía volvía a accionarse, dándole a entender que no sería tan fácil escapar de aquel sitio, además, ¿A dónde se supone que iría? Con resignación se levantó de la cama, caminó pesadamente mientras terminaba de limpiar el resto de las lágrimas que antes habían caído por sus mejillas.

Esperó a que el campo de energía volviera a desaparecer poco después, abrió la puerta y cogió sin mucho animo la bandeja frente a ella. Miró a ambos lados, el pasillo estaba bastante oscuro para ser de tarde, entonces, se fijó en la figura oscura que estaba al final del pasillo, como si la asechara, supuso que era quien antes le había traído la comida. Ignoró su presencia como si no se hubiese fijado en ella y entró a la habitación nuevamente cerrando la puerta y enseguida sintió como el campo de energía volvía. Se sentó en la cama con la bandeja sobre sus piernas, miró como estaba todo ordenado cuidadosamente, en la esquina superior izquierda había dos vasos, uno de zumo de naranja y otro con agua y algo de hielo, había dos platos pequeños acomodados en el centro, uno contenía una especie de guiso de carne que se saboreó inconscientemente, otro con verduras picadas finamente con arroz. Al lado estaban tres panecillos, dos salados y uno dulce, como en una especie de postre. Un pequeño bol con fruta cortada en trocitos delicadamente y un poco de nata. Sonrió sintiéndose aliviada al pensar que, aunque estuviese prácticamente secuestrada, al menos la alimentaban bien. Su estómago rugió avisándole lo hambrienta que se encontraba. Sin esperar mucho más, comenzó a comer tranquilamente.

Haunted HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora