Capitulo X

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Domingo, 07 septiembre 2030.

Esa noche en Mystic Falls era bastante fría y densa. La luna llena era la única luz que se dejaba colar entre las ramas de los árboles que se alzaban sobre la cabeza de la chica que corría sin poder controlar aquel nuevo instinto que nacía en su interior.

Llevaba tres días corriendo por el denso bosque sin parar, sin control, sin sentir hambre o cansancio. No sabía que estaba ocurriéndole, pero todo en ella se sentía cambiado desde los sucesos de hace días. Noches atrás había sido atacada y ella con terror se defendió con todas sus fuerzas, acabando con la vida de su agresor.

No sabía cuánto tiempo llevaba corriendo exactamente, pero sus músculos estaban tan tensos y adoloridos que lo único que los calmaba era seguir haciéndolo. No sabía en qué momento se había vuelto tan rápida, tan ágil. Pero lo que sí sabía, era que sus sentidos se habían agudizado de tal manera que su vista era perfecta entre la oscuridad que la arropaba a su paso.

Su olfato se agudizó y entonces percibió el aroma de agua correr, seguramente se trataba de un arrollo y siguiendo su instinto, corrió más rápido hasta llegar a la fuente de aquel aroma a agua dulce y fresca, paró por fin.

Se arrodillo frente al claro de agua e inclinó su cuerpo sobre la orilla para sumergir levemente sus labios en las frías aguas y sintió como el líquido saciaba la sed abrasadora que la invadía.

Sus huesos crujieron casi al mismo tiempo en el que su cuerpo caía sin fuerzas sobre el rio, no percibió el frío, pues el dolor era tan intenso que en su pecho sintió como sus órganos internos se oprimían haciéndola soltar un gemido agudo y desgarrador. Su mente se nubló mientras ella intentaba buscar sin éxito una respuesta a lo que estaba experimentando.

Se arrastró sobre la tierra humada de la orilla del claro con malestar, alejándose del agua que casi cubría su rostro. Sentía sus músculos quemar fervientemente, sus huesos crujir como cristales rotos y las uñas de sus manos y pies escocer de manera agonizante.

No sabía cuanto tiempo llevaba en posición fetal intentando detener el sufrimiento que su cuerpo sentía, quizás habían pasado segundos, quizás horas. No estaba segura, pero quería que parara. Quería vomitar, quería gritar, gruñir, revolcarse sobre la hierba debajo de ella.

Su conciencia luchaba por no desvanecerse, tenía miedo, sentía un desconsuelo tremendo que amenazaba con derribarla. El calor de su sangre era tan ardiente que pensó que tenía fiebre, pero sin sentir una pizca de frío fuera de su ser.

- ¡AHHH! - gritó con todas sus fuerzas cuando un nuevo pinchazo se clavó en cada uno de sus músculos y huesos, sus manos estaban rotas internamente y sus dedos habían sido alargados de forma abrupta.

- ¡Está aquí! - escuchó una voz femenina detrás de ella, sus parpados pesaban demasiado para ver con claridad que sucedía a su alrededor. Solo alcanzó a escuchar pasos corriendo hasta donde estaba.

-Descuida, ya estás a salvo- la misma voz femenina habló con delicadeza y sintió el par de rodillas clavarse a su espalda en la tierra.

-Tenemos que dormirle antes de que su transformación se complete- escuchó otra voz y antes de poder quejarse una vez más por el sufrimiento que la invadía, sintió sus parpados cerrarse de golpe y perder completamente la conciencia.

La chica había caído completamente dormida gracias a un hechizo. El dolor que antes había sentido se apaciguó gradualmente al igual que su temperatura corporal. Con la muchacha en estado inconsciente, unos fuertes brazos la tomaron y la llevaron consigo, las cuatro personas de aquel lugar desaparecieron en la penumbra en dirección a la escuela Salvatore.

Haunted HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora