Jeisen y Leo se encontraban sentados en la sala del tío del castaño, abrazados viendo una película.
Leo estaba recargado en el pecho del mayor, hasta que sintió pequeños besos en su cuello, besos que lo hicieron suspirar y reir por un segundo.
Jeisen rió y tomó a Leo de la cintura sentandolo a horcajadas de el.
Leo sonrió mientras Jeisen seguía repartiendo besos por todo su cuello, mordió su labio para que sus suspiros no salieran expuestos.
Las manos de Jeisen se posaron en las caderas del peliblanco empujandolo hacia abajo rozandose entre si, acción que hizo jadear al menor.
Pero cuando Jeisen intentó levantar su playera para quitársela, Leo se bajó de sus piernas.
—n-no, Jeisen...-de repente su nerviosismo había subido a niveles inimaginables.-y-yo no...
—hey, hey, tranquilo, tranquilo Leo, sabes que te entiendo.
—sabes que si quiero hacerlo, quiero hacerlo solo contigo... Pero no estoy listo. - agachó la cabeza sintiendo sus ojos cristalizarse, porque desearía que aquel chico de ojos azules fuera su primera vez.
—hey, no Leo, yo lo entiendo. - acunó su rostro entre sus manos haciendo que lo mirara.-cariño, no llores, está bien, enserio, todo está bien, sabes que yo voy a respetarte y si no estás listo, yo voy a esperar.
Leo asintió y seguido soltó un sollozo inevitable.
—perdón!
Dijo a la vez que rompía en llanto.
—noo! Leo no pidas perdón.
El ojiazu lo abrazo sin saber que aquel chiquillo no se disculpaba por eso, sino por la terrible vida que llevaba.
Al día siguiente en la escuela, después del entrenamiento, Jeisen se dirigía a la plaza donde se encontraría con su chico para comer algo juntos.
—Jeisen! Espera!
Jeisen se giró encontrándose con Brent, confundido se detuvo y lo espero a que llegara hacia el.
—bro, qué pasa?
—amigo, tengo que decirte algo, algo que no te va a gustar.
—de qué hablas? Hazlo rápido, porque tengo que ver a Leo.
—es que de echo se trata de el. - dijo rascando su nuca.
—de Leo? De qué hablas? - cuestionó confundido.
—es que... No se como decirte esto.
—solo hazlo Brent. - el ojiazul había comenzado a exasperarse.
—el otro día salí a la calle, iba a ir a uno de esos lugares donde hay chicas y chicos bailando en tubos y prostitutas y todo eso...
—ve al grano, además, qué demonios tiene que ver mi chico con tus perversiones?
—es que, al final ya no entre porque... Porque vi a Leo saliendo por la puerta de empleados.
—qué? Qué dices?
—digo que... Leo trabaja en ese lugar de mala muerte.
Jeisen rió para que después su rostro se tornara serio.
—Leo no es ningún prostituto, si trabaja ahí debe ser mesero o algo.
—no... No lo es, tomé unas fotos ese día pero no demostraban nada, así que días después volví a ir... Y tomé estas.