Capítulo 42 | Adler

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Narra Adler

El cielo estrellado conseguía impresionarme cada vez más mientras mi madre apuntaba y señalaba las distintas formas que hacían las estrellas sobre nosotros.

-Wau, no sabía que las estrellas pudieran hacer tantas formas -mencioné con inocente fascinación por estas.

-Así es, las estrellas pueden mostrarte la forma o el camino. En la antigüedad los humanos las usaban para guiarse -explica mi madre mientras acaricia mi cabello.

-Genial... -murmuré.

Ella me abraza y continúa señalando al cielo hasta que mis ojos comenzaron a cerrarse por lo relajado que me sentía por sus caricias. Ella decide que ya era el momento de llevarme adentro, de ir a dormir a mi cama, mañana debíamos ir a casa pues nuestro viaje había terminado.

Sin embargo, me desperté a mitad de la noche por algo de vidrio partiéndose en el suelo, me senté y escuché los reclamos de mi madre hacia mi padre. Me levanté de mi cama y salí de la habitación en la que estaba para ir hasta el recibidor en donde ellos estaban.

-No puedo creerlo. ¡Incluso en nuestras vacaciones en familia! -exclama mi madre-. ¡¿Cómo puedes ser tan asqueroso?!

-Agh, cállate ya, mujer. Déjame tranquilo -responde mi padre tambaleándose por lo ebrio que estaba, tenía la camisa mal prendida y labial rojo por todo el labio y cuello.

-¡Tu hijo tenía la esperanza de pasar tiempo con su padre! ¡¿Pero dónde estabas?! ¡Acostándote con otra zorra en un burdel! ¡Es que ya no puedo más contigo!

-Tú eres la culpable de esto. Me descuidaste desde que tuviste a ese mocoso, siempre que intento algo contigo me dices que te duele la cabeza y ya me he hartado.

-¡Es que no me gusta hacerlo con un borracho como tú! ¡Siempre que tú quieres estás ahogado en alcohol y me enferma!

Mi padre, harto de mamá, quiere dejarla hablando sola e irse, pero ella lo retiene.

-¡No te atrevas a irte otra vez! ¡Estás destruyendo a esta familia! -ella lo agarra por el brazo pero él la tira al suelo con fuerza, en el lugar en donde el jarrón se ha roto, ella suelta un grito de dolor por los cortes que se ha llevado y papá no se detuvo, se acercó a ella y sujetó su rostro con una mano para levantar su cabeza.

-Me tienes harto, mujer. ¡¿Me oíste?! ¡Estoy harto! -la suelta de nuevo con brusquedad, mi mamá llora en el suelo mientras sus heridas sangran, ella me ve atrás y rápidamente intenta limpiarse las lágrimas.

-A..Adler, está bien... Vuelve a la habitación -me sonríe. Papá me mira y chasquea la lengua retrocediendo-. Por favor... regresa y no salgas. Iré enseguida.

-Mamá... -di un paso hacia ella y corrí para abrazarla, ella besa mi cabeza y murmura palabras de consuelo e insiste en que fuera a la habitación.

Preferí hacerle caso, volví a la habitación y me encerré allí, me metí bajo las mantas y apreté mis piernas con fuerza mientras intentaba no sollozar. Los gritos se detuvieron y mi padre fue a encerrarse también, pude escuchar el llanto de mamá desde aquí aunque se notaba que no quería ser escuchada. Ella se recompone rápido y pronto fue a mi habitación.

-Adler... Cariño.. -se sienta al borde de la cama, aparté las mantas y la miré.

-Mamá... ¿por qué papá es tan malo? ¡Me da miedo! -admití sollozando-. Me da miedo cuando te hace daño, ¡no quiero que lo haga!

-Mi amor... No te preocupes -mamá me abraza y besa mi cabeza de nuevo-. Esto pasará... te prometo que nadie más volverá a asustarte o a hacernos daño. Cuando volvamos a casa nos iremos solo tú y yo.

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