Capítulo 31 | Como un Animal

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Al llegar de regreso a la tribu, nos llevamos las miradas de todos, quienes, al vernos, posaron su mirada específicamente en mí y comenzaron a murmurar entre ellos. Alcancé a escuchar algunos murmullos, ellos no confiaban en mí y querían que realmente me hubiera ido en lugar de que fueran a buscarme. Rodé los ojos y volteé a ver a Serena con impaciencia y frustración.

-Ya me trajeron, puedes bajarme, Serena -mencioné.

Ella me baja pero aún no podía irme de nuevo como al parecer creían que iba a hacer, no los culpaba, es algo que haría y hasta me lo he planteado pero no le vi el caso a hacerlo, aún así me dejó paralizada. Bufé comenzando a desesperarme aún más.

-¿Es en serio? -la miré incrédula y ella solo se encoge de hombros. Rebecca se acerca a nosotras con paños y agua limpia para curar mis herias.

-Lo haces tú o lo hacemos nosotras, elige -comenta Rebecca refiriéndose a quién iba a curarme.

-Puedo sola -afirmé entre dientes.

Serena hace que vaya hasta acercarme a la fogata y me hace sentarme, Rebecca deja las cosas a un lado de mí y Serena me deja controlar mi cuerpo desde la cintura para arriba, pero mis piernas seguían paralizadas. Volví a rodar los ojos pero lo dejé así, después de todo no iba a hacerles cambiar de parecer.

Yo comienzo a pasar los paños húmedos por mi rostro sacándome la sangre. Luego me puse una tela en un lado de mi nariz para detener el sangrado de ese lado. Al terminar, las chica devuelven las cosas y yo seguí sin poder mover mis piernas. Me crucé de brazos y apoyé mi espalda en el poste de atrás, el mismo al que me habían amarrado al despertar, incliné mi cabeza hacia atrás y suspiré profundo.

Poco a poco sentí como volvía a tener el control de mis piernas. Pero todos me miraban con cautela para que no escapara.

-Basta -solté.

-¿Qué? No estamos haciendo nada -menciona Ray.

-Eso no es cierto. Así que dejen de mirarme con esos ojos, lo odio... Si tanto desconfían de mí vuelvan a atarme, así estarán más tranquilos y podrán ir a divertirse -los miré a todos con molestia, esperando que volvieran a atarme.

-Nisha, nosotros no... -interrumpí a Rebecca.

-Háganlo. -sentencié juntando mis muñecas tras el poste-. Átenme como a un jodido animal del cual desconfían de que permanezca tranquilo en un lugar. La tribu me mira como si fuera un animal salvaje que fuera a atacarlos, ustedes como a una mascota que puede escapar. Así que háganlo. Átenme para dejarlos tranquilos.

Adler se levanta en ese momento con una mirada que demuestra que ya no podía escucharme decir algo así, estaba molesto. Se acerca a mí y me toma por los brazos para que dejara de estar en esa posición.

-No vamos a atarte. Así que detente -pide molesto y con un ligero brillo en sus ojos.

-Entonces dile a Serena que paralice mi cuerpo o a Liam que controle mi mente para evitar que escape. Ustedes no confían en mí y con razón. No los culpo, yo tampoco confío en que me quede en este lugar donde ruegan que me vaya de una vez.

-Nisha, nosotros no desconfiamos de ti, solo sabemos lo necia que eres cuando dices que quieres hacer algo -Adler resopla para calmarse y afloja el agarre en mis brazos para deslizarlos a mis hombros-. No queremos que vayas tú sola. Yo no quiero eso... ¿Recuerdas lo que dijiste en la casa de Yaya? Tú serías mi familia y jamás ibas a dejarme...

Aparté la mirada pues no podía seguir viéndolo después de recordar esos momentos y mis promesas en ese lugar. Cerré los ojos queriendo ceder, pero a mi mente llega la imagen de Gia junto a él, tomándolo del brazo, hablándole al oído con tanta confianza y riendo con él. Volví a molestarme.

-Pues lamento decepcionarte.

Él me suelta mirándome con asombro e incredulidad, pero niega con la cabeza como si quisiera no creer en lo que digo en este momento. Resoplé encogiéndome de hombros y cruzándome de brazos.

-Bueno, no iré a ningún lado, así que pueden volver a divertirse como antes de que yo despertara -me recosté apoyando mis manos tras mi cabeza y cerrando los ojos.

Ellos suspiran antes de comenzar a alejarse, abrí levemente un ojo y los vi caminar hacia Gia y Hank, fruncí los labios cuando esa mujer abraza a Adler de nuevo por el brazo, este me mira por encima del hombro y yo volví a cerrar los ojos y apartar la mirada al lado contrario. Pronto me fui quedando dormida de verdad, aunque para mí fuera como un breve periodo de tiempo, al abrir los ojos y mirar a mi alrededor estirándome me di cuenta de que no estaba atada, no estaba en el poste donde me dormí, y los chicos no estaban atrás de mí como vigilantes.

Me levanté de la cama, y salí de la casa de barro circular en la que estaba. El sol de la mañana me hace entre cerrar los ojos y colocar la mano sobre mis ojos para que dejara de deslumbrarme. Al recuperar mi vista, noté que no había nadie fuera.

Fue perfecto.

Volví adentro de la casa y me puse mis botas, guardé mis cuchilladas en mis bolsillos y agarré mi arco y las flechas. Salí de la casa de nuevo y fui al bosque en silencio. Preparé una flecha en mi arco, escuché movimiento a mi derecha y giré apuntando, un ciervo. Me escondí tras un árbol y lo apunté. Iba a disparar cuando una criatura aparece y lo ataca de inmediato. Me escondí mejor y escuché como se comía al ciervo hasta el crujir de sus huesos. Cerré los ojos y tragué con dificultad aferrando mi agarre en mi arco y flecha, volví a apuntar hacia allí para disparar, pero ya no estaba.

Agaché el arco tensándome por no saber en dónde se encontraba, volví a esconderme tras el árbol y miré al frente justo cuando este apareció rugiéndome en el rostro. Golpeó mi cuerpo consiguiendo que cayera al suelo y soltara mi arco, se colocó encima de mí, estaba listo para morderme.

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora