Capítulo 11.

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Hacía frío y me acurrucaba aún más contra el cuerpo de Scott  que para mí era como una salvación contra este frío. Ya había amanecido pero no quería abrir los ojos aún. Scott estaba despierto desde hacía un rato porque sentía como acariciaba mi espalda o me retiraba algún mechón de la cara para después, darme algún que otro beso sobre mi frente. Él sabía perfectamente que estaba despierta y quería que abriera los ojos. Estaba segura.

– Hola - murmuré.

– Buenos días pequeña - sonreí - ¿Has dormido bien?

– Mejor que nunca.

– ¿A tenido algo que ver la compañía?

– Desde luego. Eso ha sido lo mejor de todo.

– Me alegro entonces - me dio un beso en la punta de la nariz y yo sonreía agradecida.

– Tengo un hambre que me muero.

– ¿Hambre de qué? - preguntó enarcando una ceja.

– De las dos - no pude evitarlo y me mordí el labio inferior. Scott al verlo puso uno de sus dedos sobre él para liberarlo de mis dientes.

– No hagas eso.

– ¿Por qué?

– Me parece una provocación.

– ¿Ah sí?

– Sí, así que será mejor que dejes de hacerlo si no quieres acabar muy mal señorita Blake.

– ¿Es una amenaza? Porqué déjeme decirle señor Hale que no me da ningún miedo.

– ¿Estás segura? - dice acercándose a mí pero antes de que me dé un beso me zafo de él y le tumbé quedando yo encima.

– Desde luego que si y ahora vayámonos que me muero de hambre - me incorporó y tiro de él para que se levante y nos vayamos por fin a desayunar.

Después de desayunar y de haberme puesto como una auténtica cerda comiendo tortitas con chocolate y nata siento que voy a reventar. Scott aún está sin palabras de ver cómo me he zampado cuatro tortitas y estar tan pancha sentada en el sillón de la cafetería. Es raro pero nadie se ha acercado a nosotros desde hace dos horas, las cuales llevamos allí desayunando y por un lado me siento aliviada y parece que él también.

– ¿Qué? - le miro mientras termino mi zumo de naranja.

– No sabía que comías tanto.

– ¿Me estás llamando gorda?

– No - dice y empieza a reír - es solo que no sabía que una chica tan pequeña como tú podía tener ese estómago. Comes como una lima.

– Mm puede ser, pero he comido tanto porque cierta persona ayer me llevó a cenar pescado, el cual odio, y para su desgracia jamás apreciaré diga lo que diga.

– Bueno...

– Puedo llegar a ser muy cabezota.

– Y yo muy persuasivo.

– Quiero ver esa faceta tuya.

– Cuando quieras - dijo inclinándose sobre la mesa.

– Quiero ir a la playa.

– Vamos entonces.

– ¿Me enseñaras a coger olas?

– ¿Quieres surfear?

– Mm podría intentarlo.

– Yo no sé surfear Blake.

– ¿A no? ¿Y el día que te vi con Jackson?

Tenías que ser tú (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora