Capítulo 15.

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Me había cogido un buen berrinche y lo peor de todo era que Scott había presenciado mi conversación con mi madre y mi ataque de lágrimas descontroladas. Conmigo tenía el cielo ganado. Aguantaba cada una de mis bajones y no protestaba. Me escuchaba durante horas y horas y me consolaba de la única forma que sabía. Abrazándome y diciéndome que todo irá bien. Quería creerle pero algo me decía que eso nunca pasaría. Me había dado cuenta que mi familia ya no existía y que yo era la única que se preocupaba por mantenerla unida y me había cansado. Era mi madre la que tenía que cuidarnos y protegernos, no yo.

– ¿Mejor? - dijo dándome un beso en la coronilla.

– Sí - dije sorbiendo por la nariz y secándome las lágrimas que surcaban mis mejillas.

– Déjame hacerlo a mí - le sonreí agradecida y Scott limpió mis lágrimas con el dorso de su mano. - Ya está pequeña, no llores más.

– Te quiero.

– Y yo a ti.

Tenía que calmarme. Estando con Scott todo sería más fácil tendría que convencerme de ellos. No quería pensar más en mi madre y en lo que había perdido. Contra antes lo asumiera mejor. Quería irme junto a mis hermanos pero algo me decía que me arrepentiría si lo hacía. Estarían bien con la abuela, de eso no me cabía la menor duda, pero tendría que tener una conversación con mi madre. De momento prefería no saber nada de ella en unos días.

– Debería de irme a mi hotel Scott. Vivo más aquí que allí.

– Puedes quedarte todo el tiempo que quieras aquí. Incluso cuando yo no esté.

– ¿Y qué hago yo sola aquí si tú no estás?

– Lo que quieras esta es tu casa. -se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla. - Tengo algo que decirte.

– Tú dirás - dije sentándome en el sofá cruzando las piernas.

– Tengo que irme mañana.

– ¿Dónde? - dije sorprendida.

– Tenemos que jugar dos partidos en San Diego.

– ¿Cuánto tiempo?

– Dos semanas.

– Creí que la temporada había terminado hacía cosa de un mes.

– Y así es, pero esto son partidos amistosos para la clasificación.

– Dos semanas es mucho tiempo fuera.

– Lo sé Blake por eso quiero que vengas conmigo.

– ¿Yo? Pero tú estarás entrenando y yo bueno yo... no puedo irme de aquí.

– ¿Por qué?

– Scott no quiero que te distraigan conmigo y sé que si voy contigo pasará aunque tú digas que no. Querrás quedarte conmigo en vez de hacer tus obligaciones y no puedo permitirlo.

– No lo haré.

– Sí, sí que lo harás. Así que creo que te tendré que esperar aquí.

– No puedo estar dos semanas sin verte, sin tocarte, sin besarte. - me dio un ligero beso en los labios.

– Eres un exagerado. Llevas veinticuatro años sin mí, podrás sobrevivir dos semanas.

– Pero es difícil ahora que te tengo.

– ¿A cuántas les has dicho eso? - dije mientras rozaba mi nariz con la suya.

– A ninguna.

– Eres un mentiroso.

– Es verdad. Yo no soy un moñas.

– Cierto. Eres mi machote con exceso de testosterona.

Tenías que ser tú (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora