Capítulo 26.

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Estar de vuelta en casa es genial. El recuerdo duele menos y estar distraída con mis hermanos y mi madre ayuda. Esta es una noche especial y mamá prepara mi plato favorito para cenar. Jane me cuenta todo lo que ha hecho mientras yo he estado fuera y no puedo evitar sonreír mientras ella me lo cuenta todo con pelos y señales. Incluso me cuenta los días que pasaron la abuela mientras mamá tenía que trabajar. Por otro lado estaba Colin, él no me contaba todo con la misma efusividad que Jane pero lo hacía a su manera. Había aprendido a manejar el Skate y se sentía muy orgulloso de ello y por lo visto había aparecido una tal Olivia en su vida y le salía una sonrisa tonta cuando pronunciaba su nombre. Parecía mentira que me hubiera perdido tantas cosas en estos tres meses, porque mientras que para mi habían sido como un abrir y cerrar de ojos, a ellos les había dado tiempo a hacer muchas cosas.

Mamá apareció con la cena y nos sentamos en la mesa. Todo estaban comiendo cuando a mi me dio por mirar la silla vacía que un día ocupó mi padre. Debí quedarme demasiado rato mirando aquel sitio ahora vacío porque mamá me puso su mano junto a la mía y la acarició levemente. Ella también lo echaba de menos. Después de cenar mamá preparó batidos de fruta y nos sentamos en el salón a tomárnoslos mientras yo les daba mis regalos. Primero se lo di a mamá. En aquella salida con Blair con Florida le había comprado un colgante precioso que había visto en una tienda y en él había grabado las iniciales de ella y de mi padre. Después pasé a Jane que estaba encantada con la muñeca de la princesa Mérida que le compré, mientras habría el paquete vino a mi cabeza cuando compré aquella muñeca y sobre todo con quien la compré. Scott había sido el que la había elegido porque decía que se parecía a mi solo que yo no tenía el pelo pelirrojo, pero yo no era como aquella muñeca. Mérida era un personaje valiente y yo era un cobarde. Jane se abrazó a mi junto con la muñeca y después abrió otros dos paquetes más que la había traído y por ultimo pasé a Colin. Cogí la enorme caja y se la entregué. Él me miró con la cara iluminada y podía ver su entusiasmo mientras retiraba los lazos y entonces allí estaba. El dorsal número 12  junto con la firma de Scott Hale. Colin estaba como loco y cuando le entregué el balón firmado por todo el equipo su alegría aumentó por segundos, sin embargo yo me hice más pequeña. Aquella camiseta no era una camiseta normal; era la misma camiseta que Scott había llevado el día que me besó en medio del estadio.

– ¡GRACIAS BLAKE! - dijo Colin tirándose encima de mí para abrazarme - ¡ES GENIAL!

– Colin deja de ser tan bestia - le regañó mi madre.

– No pasa nada mamá. Me alegro de que te guste pero yo no tuve nada que ver con el regalo.

– Entonces tendré que agradecérselo a Scott. Déjame llamarle - y eso fue como una puñalada en el pecho. Mi rostro posiblemente se puso blanco y Colin preguntó si había hecho algo malo pero negué con la cabeza antes de salir de allí.

Solo necesitaba un minuto sola y podría volver dentro. Sé que podía hacerlo, sé que podía hacer que el nudo desapareciera de mi garganta pero solo necesitaba un minuto. Un maldito minuto.

– ¿Blake? - me llamó mi madre.

– Mamá solo un minuto, por favor. Necesito solo un minuto.

– Blakie, cariño.

– Mamá, por favor, déjame sola - le rogué sin mucho resultado. Ella permaneció a mi lado sin importarle lo que yo le dijera.

– ¿Quieres hablar?

– No servirá de nada.

– Yo creo que sí. No debes tragarte las cosas tú sola - en ese momento salió Jane al porche.

– ¿Estás bien Blakie?

– Sí es solo que me he mareado un poco.

– Tengo sueño y me quiero acostar. ¿Vienes conmigo?

Tenías que ser tú (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora