Capítulo 13.

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He pasado el mejor fin de semana de mi vida, bueno o por lo menos el mejor de los últimos años. Me he olvidado un poco de todo lo que tengo encima y he disfrutado como nunca gracias a Scott. El domingo por la noche cuando volvemos de nuevo a la ciudad decido llamar a mi madre. Me cuenta como van las cosas en casa y me dice que me echan de menos, sobre todo Jane. Ha cogido frío y está un poco enferma, pero mi madre le quita importancia cuando ve que empiezo a ponerme nerviosa... Cuando Jane tiene fiebre le gusta que la mimen y le lleven chocolate caliente a la cama y eso por desgracia solo lo sé yo. Mamá lo intenta, pero Jane sigue prefiriéndome a mí a la hora de cuidarla. Cuando hablo con Jane me cuenta que mamá le ha comprado una muñeca nueva cuando salieron del médico y que está deseando que vuelva para poder jugar juntas. Eso me hace entristecer. Llevo dos semanas fuera de casa y parecen que han sido meses. Sé que no debería de ponerme así cada vez que los llamo pero no puedo evitarlo. Por fin termino de hablar con todos y cuelgo y cuando creo que me he repuesto lo suficiente como para no parecer un mar de lágrimas salgo de la habitación. Allí están mis amigas medio tiradas en el sofá con un resacón horrible pero en cuanto me ven gritan como locas y vienen a abrazarme como autenticas posesas. Estaban tan resacosas que no se habían enterado de mi regreso. Así son ellas. Blair es la primera en acercarse y al verme los ojos llorosos se alarma, pero la tranquilizo con un asentimiento de cabeza y sabe que es por la llamada a mi familia y no por Scott. Todas insisten en contarles mí fin de semana de ensueño con ese misterioso chico con el que salgo. Blair ríe al oír eso y yo río con ella. Si ellas supieran. Les cuento todo lo sucedido, eso sí, los detalles íntimos y demás me los guardo para mi, sé que son cotillas pero esas cosas no voy a airearlas por ahí por mucho que insistan. Jenna lo intenta pero me niego en rotundo. Estoy cansada al igual que ellas por lo que veo así que tendremos una noche tranquila. Tal vez un par de pizzas y una peli romanticona nos levante un poco el ánimo pero el móvil de Libi suena y nos cambia la noche. Son imposibles.

Cerca de las nueve y media nos vamos a cenar a un mexicano que hay cerca del hotel. A mí la comida no me hace mucha gracia, es más, es demasiado fuerte y mi estómago lo sabe y siempre acabo poniéndome mala. Esa noche ceno poco, no quiero pasarme en cama los próximos tres días, me niego a eso y más ahora en vacaciones. Tras la cena Libi nos dice de ir a un sito que se llama "La Linterna Verde" es un nombre extraño y viendo que la noche está siendo diferente y este local también lo es. No es una discoteca ni mucho menos, es un local bastante amplio pero no es una discoteca, donde ponen música latina y que sin saber muy bien como tenemos un reservado al nombre de Libi. Cuando llegamos Libi se abraza a un morenito muy mono que se llama Lucas al cual nos lo presenta nada más entrar por la puerta. Son "amigos" según ella pero su mirada con ese tal Lucas lo dicen todo. Son algo más que amigos y no me cabe la menor duda de que Libi se lo ha tirado. ¿Quién lo diría? La música del local es increíble. Bailamos como locas y movemos las caderas al ritmo de la música. No sabemos muy bien como se baila, pero intentamos seguir al resto y aunque al principio se nos da de pena, le cogemos el ritmo. Bailo con más de uno que se nos acerca y me lo paso pipa y todo esto está incrementado por los cuatro o cinco mojitos que me he tomado. Están buenísimos y no puedes parar y sé que debo hacerlo porque me estoy mareando. He comido poco y el alcohol se me ha subido antes a la cabeza de lo esperado. Necesito ir al baño y refrescarme un poco. Una vez dentro me empapo la cara y disfruto del frescor que me produce el agua sobre mi piel con los ojos cerrados. Unas manos me agarran por la cintura y me pegan hacia su cuerpo. Abro los ojos como platos y pego un bote al sentirlo. Me doy la vuelta dispuesta a gritar y salir huyendo y veo sus ojos azules. Aún sigo aturdida y tengo la boca abierta por la sorpresa mientras él ríe.

– ¿Qué haces aquí? - dijo empotrada contra el lavabo.

– Pues vi a un cuarteto interesante entrar en el local y decidí seguirlas con unos cuantos amigos.

Tenías que ser tú (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora