Capítulo 6.

9.3K 1.1K 99
                                    

Ariel.

Un día más dónde me seguía sientiendo igual, mis horas de sueños eran demasiadas raras con suerte podía dormir cuatro horas al día lo demás me la pasaba despierta mirando el techo porque si cerraba los ojos otra vez se venían a mi cabeza las imágenes de ese día y aumentaba mi nivel de ansiedad de una manera muy fuerte, se que si lo excedía Bautista debía llamar a los paramédicos para que administren algo para que duerma dos días seguidos. No quería vivir de esa forma, drogada con fármacos que no solo dañan mis neuronas sino cada una de las funciones internas de mis órganos.
Últimamente tenía muchas ganas de morirme, no le encontraba mucho sentido a mi vida pero a la vez la sonrisa de Bautista y Helena me hacían sentir muy culpables porque ellos hacían de todo para cuidarme, no podía pagarles nunca todo lo que hacen por mí.

- Sirena - dice él apareciendo en la cocina.

- Un café extra fuerte y dos tostadas con queso - digo mientras sonríe.

- No debes prepararme el desayuno todos los días puedo hacerlo solo - comenta mientras se sienta en la silla.

- No me cuesta nada hacerlo - me justifico.

- Si me sigues malcriando de esa forma me voy a mala acostumbrar  - bromea.

Bautista se limita a tomar su café mientras pone sobre la mesa varios archivos, los leé, marca algunas cosas y escribe apuntes en su costado. Era la primera vez que lo veía de esa forma trabajando y muy concentrado hasta que el ruido de su celular lo hizo salir de su mundo para luego sonreír ante ese mensaje que recibió.

- ¿Vendrás a cenar está noche? - le consulto.

- Sirena dije que siempre vendría a cenar contigo, ¿alguna vez rompí esa promesa? - acota divertido.

- Nunca, siempre llegas para la hora de la cena - murmuro avergonzada.

- Te quiero hacer un invitación - levanto mi vista para mirarlo a los ojos. - Mi primo va inaugurar su restaurante, me gustaría que vinieras conmigo, ¿qué dices? - agrega ansioso.

Aprieto mis manos fuertes en mi taza de café, en solo pensar en salir a un lugar donde habrá muchas personas en el mismo espacio me ponía muy nerviosa, no estaba preparada para eso, nisiquiera me sentía bien para salir al balcón de su departamento para observar la ciudad.

- No me sentiría cómoda - murmura apenada.

- Ariel - toma mi mano pero reacciono a la defensiva y luego me arrepiento de mi reacción. - Lo siento, no quería incomodarte - agrega preocupado.

- Lo siento, todo es mi culpa - musito para empezar a llorar.

Mis lágrimas no cesan, siento que mi corazón está por salir de mi pecho, mi angustia es tan grande que siento que necesito un abrazo pero a la vez no quiero que nadie esté cerca mío.

- Ariel, sirena - escucho su voz. - Deja de llorar, no se que hacer - comenta abrumado.

- Necesito estar sola - le pido para salir corriendo a la habitación.

- Ariel - dice pero no me importa y me encierro para derrumbarme dentro de ese cuarto.

¡No podía más!

Me pasó horas llorando en la habitación, no quería ver a nadie y sabía que él se había cansado de insistir porque debía seguir con su vida, muchas veces sentía que mi presencia estorba en su monotonía.
No sé cuánto tarde en salir pero las voces de mujeres me llamaron la atención, con miedo voy caminando y justo un pequeño niño me choca.

- Lo shento senola - me dice el pequeño de intensos ojos azules.

- ¡Hola Ariel! - saluda Helena al verme. - El es Stefano, mi hijo - agrega marcando al niño que ahora está saltando sobre los sillones de Bautista.

Mi Maldita Perdición (13° SAI) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora