Capítulo 22.

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Bautista.

Un año pasa muy rápido, hay personas que avanzan y otras que quedan atascados en momentos de la vida, ese era mi caso había pasado gran parte de mis días avanzando en el caso de Ariel, después de su intento de suicidio y varios meses de internación me había pedido que lleve su causa a la justicia, en verdad fue una sorpresa porque no lo esperaba pero estaba orgulloso que la Sirena por fin haya dado ese gran paso dónde haremos que todos paguen por lo que le hicieron.
Después de esa fatídica noche en que Ariel quiso suicidarse todo cambió, acepté su internación porque en verdad ella lo necesitaba, en ese momento estaba tan abrumado que todo pasó enfrente mío, no solo perdí a mi amiga ese día sino que también a la mujer de la cual estoy enamorado, del lío que tenía en la cabeza se me olvidó avisarle a Bianca que no podría llegar a despedirme, no me perdono haber roto mi promesa.

- Bautista - la voz del Adler me saca de mis pensamientos.

- ¿Pasó algo con Ariel? - pregunto preocupado.

- No ella está bien - sonríe. - La acompañé a su terapia, espero que no te moleste que la visite algunas veces - agrega.

Palmeo su hombro. - No me molesta para nada, si la haces feliz no tendremos problemas - sentencio.

Había visto la mirada de Ariel al verlo entrar a la habitación, después de meses sus ojos brillaron y se sonrojó cuando él simplemente la saludo, fue inevitable no sonreír a ver esa simple acción de la sirena.

- ¿Sabes cuánto más estará en ese lugar? - me consulta al recostarse contra la pared a mi lado.

- No tengo idea, se acerca el juicio y en verdad tengo miedo de como lo llevará - le cuento suspirando.

-  También me preocupa, se que ella es fuerte, será duro y sobre todo revivir ese momento pero estaremos a su lado impidiendo que la quiebren - declara con seguridad.

Sonrío porque el policía empezaba a caerme mejor, se que Ariel no necesitaba ningún hombre a su lado para recuperarse, lo haría sola pero si Adler llegaba a iluminar ese corazón y le enseñaba el lado lindo del amor, sabía que la sirena siempre estaría protegida.

Ambos nos quedamos en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos hasta que la voz de mi hermano nos hizo mirar a la familia que festejaba la llegada de la pequeña De Luca.

Valentina De Luca, el karma de Alexander.

- ¿Qué te sucede, cariño? - pregunta mamá al acercarse dónde estoy.

- Nada mamá, estoy bien - miento dejando un beso en sus nudillos.

- Mentiroso, te olvidas que te crié - acota con su ceño fruncido.

- Estoy bien - repito sonríendo.

- Se que no lo estás que esto - marca mi pecho dónde está mi corazón. - sufre mucho y tú no tienes la culpa de todo, quiero que mi hijo vuelva a ser el que era - agrega dándome un fuerte abrazo.

Todo había cambiado este año, me sentía tan culpable de lo sucedido con Ariel que me había enfrascado en mi mundo, había generado manías como la obsesión por el trabajo y un poco más ermitaño, también me alejé un poco de la familia, eso le dolía mucho más a mis padres.

- Trataré de cambiar mamá - le prometo al ver sus ojos llenos de preocupación.

- Ve a conocer a tu sobrina, morirás de amor - asegura empujándome para que entre a la habitación.

Fue casi inevitable no sonreír cuando entre a la habitación, mi hermano cargaba a su hija y la miraba con tanto amor, que me sentía muy orgulloso del cambio de Alexander en este tiempo.
Estaba casado con el amor de su vida, era padre dos niños y había formado una hermosa familia.

Mi Maldita Perdición (13° SAI) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora