Capítulo 24.

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Bianca.

Sabía que volver a Chicago iba a remover mis sentimientos, siempre lo dije soy masoquista y me había enamorado del hombre incorrecto porque sabía que Bautista en el fondo de su corazón algo sentía por Ariel, mi sexto sentido me lo decía y no quería estar en el medio de esa relación, iba a ser la única que termine sufriendo por eso había elegido alejarme de él pensando que todo lo que sentía alguna vez se fuera pero no lo logré.
Verlo en el hospital, su forma de mirarme y sus palabras me habían puesto en un trance existencial porque me sentía cobarde huyendo de su lado cuando la amaba demasiado.

- Cariño - la voz de mi mamá me saca de mis pensamientos.

- ¿Sucede algo mamá? - pregunto al verla ingresar a la habitación que usaba cuando vivía en la casa de mis padres.

- Vengo a darte un poco de amor, te extrañé demasiado - murmura cuando se acuesta a mi lado para abrazarme.

- También me hicieron mucha falta - aseguro con melancólica.

Por un largo momento ninguna habla, ambas disfrutamos nuestro abrazo con la añoranza de todos estos meses dónde estuve recluida en Suecia haciendo mi maestría en idiomas.
Es tan raro a veces estar lejos de mi familia pero a mí me servía mucho porque digamos que los Meitzner tienen un alto nivel de sobreprotección a las mujeres de la familia, papá muchas veces me subestima pero no sabe que también soy una Meitzner dispuesta a defenderme de cualquier cosa que me suceda.

- ¿Le contaste? - mamá interrumpe nuestro silencio.

- ¿Qué? - inquiero confundida.

- Los ví - la miro a los ojos. - A Bautista y a tí hablando, escuché que te ama - agrega acariciando mi cabello.

- Creo que él ama mi manera de ser, mi libertad pero no soy la dueña de su corazón - murmuro con tristeza.

- ¿Y qué pasa si en verdad él te ama? -

- Hubiera sido más sincero conmigo, siempre me ocultó cosas, todo lo sabía por terceros. No soy una mala mujer y hubiera estado a su lado sosteniendo su mano mientras se preocupaba por su amiga ... -

- Sabes que los hombres son unos idiotas - declara mamá.

- Lo sé - suspiro.

- Creo que es hora que te plantees que es lo que quieres en tu vida porque si es a ese hombre al que quieres no puedes rendirte a primera, eres una Meitzner y luchan por el amor de su vida - afirma con una severa mirada.

No me animo a contestar nada, mi cabeza estaba llena de muchos pensamientos, me sentía tan cobarde por no luchar por el amor de ese hombre que me cautivó desde esa noche en que me salvó buscando zapatos para que pueda buscar mi auto, he vivido lindos momentos a su lado, nuestras citas, charlas, todo de él me encantaba.

¿Por qué demonios era tan cobarde?

- Estaba por dormir Adler - murmuro tomando mi celular.

- Bian - suspira y escucho ruidos. - Necesito que me ayudes - agrega.

- ¿Qué sucede? - pregunto preocupada porque cada vez escuchaba más y más ruidos fuertes.

- Mira tengo a Bautista en una condición lamentablemente, estoy con Eric tratando de sacarlo de este bar pero se niega a irse hasta que no aparezcas - me cuenta suspirando. - ¿Podrías venir? - pregunta otra vez suspirando profundamente.

- Mándame la dirección a mi celular - contesto

Mi primo no tarda nada en mandar la ubicación de lugar donde estaban, tomé mi auto y sin pensarlo más fuí directo a dónde estaban, no iba a dejarlo solo más en la condición en la que estaba.

- Bianca - me saluda Eric aliviado de verme.

- ¿Cómo está? - pregunto preocupada.

- Como la mierda, es la primera vez que lo veo en estas condiciones - asegura llevándome a la mesa donde Adler sostiene a Bautista para que se quede quieto por un momento.

- Quiero un trago más - pelea con mi primo.

- Basta - gruñe Adler al volverlo a sentar.

- Bautista - digo llamando su atención.

Él me mira y frunce su ceño confundido. - Creo que estoy viendo a tres personas que se parecen a Bianca - le habla a mi primo confundido.

- Soy yo - aseguro a acercarme y ponerme en cuclillas para que me mire a la cara.

- ¿Eres mi maldita perdición? - toma mi rostro entre sus manos. - Te amo, lo sabes pero igual me lastimas - agrega con dolor.

- Llevemelos a su casa - le pido a tanto a mi primo con al suyo para que me ayuden.

Bautista iba hablando incoherencias, Adler y Eric lo sostenían entre sus brazos mientras abría la puerta de mi auto para subirlo.

- Te sigo en el patrullero - comenta mi primo cuando ponemos el cinturón de seguridad a Bautista.

En todo el camino a su casa él se la pasa duermiendo, bien para mí suerte pero cuando llegamos trato de golpear a Adler y mi primo solo bufo porque se estaba conteniendo las ganas de golpearlo.

- Hasta acá llegó mi buena fe - dice mi primo cuando lo dejamos en la cama de su habitación.

- Gracias, cierra la puerta cuando te vayas - le pido luchando con Bautista que se ríe de quién sabe qué.

- Tus guardaespaldas están cerca - me recuerda.

- Mi papá no entiende - murmuro frustrada.

- Los míos tampoco, se dónde y quiénes son mis guardaespaldas pero dejo que ellos sigan pensando que no me dí cuenta - comenta Adler encogiendo sus hombros.

Media hora me llevó desvestir a Bautista, seguía riendo como un loco y diciendo pavadas sin sentidos hasta que nuestras miradas se encontraron.

- Te amo mi bella luz - murmura tomando un mechón de mi cabello para acercarlo a su nariz. - ¿Sabes que te amo? - pregunta.

- Lo sé, vamos acuéstate - le pido cansada.

- Solo si tú lo haces a mi lado - me mira divertido.

- ¿Contento? - exclamo al recostarme a su lado y sus brazos me envuelven para tenerme más cerca suyo.

- Cásate conmigo - dice acariciando mi mejilla.

- Duerme, mañana ni recordarás lo que dijiste - lo regaño.

- ¿Me quieres? - pregunta al levantar mi rostro para que lo mire a la cara.

- No te imaginas cuánto, eres el amor de mi vida - reconozco con un nudo en mi pecho.

- Y tú el mío - asegura dejando un beso en mi frente.

- Estás borracho, duerme - le pido nuevamente.

- Te amo, mi bella luz - murmura dejando otro beso en la frente para luego atraerme más a su cuerpo con la clara intención de evitar que me marche de su cama.

Mi mano pasa por su mejilla, suspiro pensando que haría con él porque había decidido perder, correrme a un costado solo para dejarle el camino libre a Bautista para que sea y haga feliz a Ariel pero sus sentimientos me ponían en una gran encrucijada.

¡Lo amo!

¿Por qué debía perderlo sin antes luchar por él?

Bautista me volvería loca.























*Nos vemos el próximo miércoles, estamos entrando en los capítulos decisivos.

Mi Maldita Perdición (13° SAI) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora