Capítulo 23.

9.4K 1.1K 179
                                    

Ariel.

Ella me observaba para luego anotar en su libreta, muchas veces sus preguntas eran tan duras que debía buscar en lo más remito de mi inconsciente cada una de esas respuestas que me pedía, no es nada lindo remover todo lo que uno esconde pero muchos meses después entendí que no había nada mejor que sacar todo lo oscuro que tenemos en nuestra cabeza, día a día me voy liberando más y más, sobre todo aprendí a entender que todo lo que me sucedió no fue mi culpa.

- ¿Y cómo te siente saber que estás cerca del juicio? - me pregunta la psiquiatra.

- Ansiosa y miedosa - respondo.

- ¿Por qué te sientes así? -

- Creo que la ansiedad por el tema de no saber que sucederá y miedo porque no se cómo puedo reaccionar al verlos a ellos ahí - contesto pensativa.

- ¿Cómo piensas que reaccionarias? -

- No lo sé, tampoco se si estoy preparada para enfrentar mis mayores miedos - digo suspirando.

Al saber que estábamos a semanas del juicio muchas veces aumentaba mi ansiedad, el temer como será mi reacción al encontrarme con esos tres hombres que arruinaron mi inocencia también vería a mi tía que estaba acusada de ser la cómplice de todos ellos. Será un momento duro pero debo mostrar mi mayor fortaleza.

- ¿Tuviste sueños sobre ese día? - dice acomodando sus lentes.

- Está semana soñé dos veces, uno el día que me violaron y otro como si estuviera en el juicio - le cuento cerrando los ojos tratando de olvidar eso.

- Interesante - murmura y sigue escribiendo en su libreta. - Vamos a cambiar de tema - sugiere - Me dijiste en la otra sesión que te sentías algo atraída a un hombre, que eso te sorprendió, quiero saber como te sentís al estar con el sexo contrario - termina de hablar mirándome a los ojos.

Suspiro. - Solo tengo contacto con dos hombres, Bautista es con quién más confianza tengo, es mi ángel guardián pero después está Adler, él es tan atento, divertido - sonrío. - es diferente y hoy me tiró un beso provocando que me sonroje - agrego avergonzada.

- ¿Sientes atracción por alguno de lo dos? -

- ¿Atracción? - consulto con mi ceño fruncido.

- Sí, algo que haya despertado alguna sensación en tu cuerpo al estar a su lado -

- Me anime abrazar a Adler y sentí algo en mi estómago - respondo mirando mis manos nerviosa.

- Es normal Ari, sabes que esto es un proceso largo todavía debemos trabajar en amarte, amar tu cuerpo y sacar esas ideas que le darías asco a cualquier hombre -

- ¿Quién amaría a una persona con mi historial? - le pregunto negando mi cabeza.

- Debes dejar curarte, sacar eso de tu ser. Amarte tu sola y dejar amarte, no te estoy hablando específicamente del amor de un hombre sino del amor y cariño de las personas que están a tu lado - declara dejándome pensativa

Después de mi terapia salí más pensativa de lo normal, había tantas cosas que procesar que a veces no me alcanza el día para hacerlo, se que mi enfermedad no es pasajera debo aprender a vivir con mis ataques de pánico porque tengo que aprender a reconocer y reemplazar ciertos pensamientos que podrían generarme un ataque, esto no se va queda en mi cabeza y sobre todo queda en mí de como voy hacer para sobrellevarlo para impedir algo que pueda lastimarme o caer en alguna una adicción.
Todos los días tengo que hacer cambios en mí, es difícil pero no me doy por vencida.

- Ariel - la voz de Adler me detiene abruptamente.

- ¿Qué haces por aquí todavía? - pregunto.

- Vine a mostrarte la foto de mi sobrina - responde con una gran sonrisa.

- Muéstrame a esa princesa - digo acercándome a él para observar su celular. Como le había pedido primero me muestra la foto cargando a la bebé.

- Es hermosa - aseguro mirando la segunda foto donde puedo ver mejor a la bebé.

- Mira esto - agrega mostrándome un vídeo. - Él es Matheo, el hermano mayor - me cuenta orgulloso.

- Son hermosos tus sobrinos - afirmo son poder borrar mi sonrisa.

Cuando era más chicas soñaba con la idea de ser madre, siempre decía que quería tener más de dos hijos para que se crien juntos, unidos pero después de lo que me pasó sabía que no era lógico traer un niño a este mundo más si es una niña porque no quiero que viva en este planeta donde debemos sufrir cuando un hermana, una hija, una tía, una madre, una amiga sale de su casa y no sabemos si volverá con vida.
La cruda realidad asusta pero lamentablemente es cierto.

- ¿Estás bien? - me pregunta el policía preocupado.

- ¿Puedo abrazarte? - consulto.

- Puedes pelirroja - responde.

Lo miro a los ojos, él me sonríe, mis brazos se enrollan en su cuerpo y me estremecí cuando los suyos me envolvieron. Fue inevitable contener mis lágrimas, no sabía porque lo hacía pero tenía muchas ganas de llorar, Adler no dijo nada solo se aferró dejando que mis sentimientos estén a flor de piel.

Siempre terminaba igual después de una sesión de terapia, así como descargaba mi mente con las palabras las lágrimas también me servían.

- Lo siento - digo secando mis lágrimas.

- Tranquila Ari - pasa su pulgar secando mis lágrimas. - Siempre puedo ser tu pañuelo - agrega siendo divertido.

- Es la primera vez que me dices Ari - comento terminando de secar mis lágrimas.

- ¿A caso ese no es tu nombre? -

- Lo es pero siempre me dices pelirroja - argumento.

- Tienes razón, tu nombre es hermoso lo diré más seguido pero tampoco dejaré de decirte pelirroja - comenta riendo.

- Te llevo buscando - Gema nos interrumpe y frunce su ceño al mirar a Adler. - ¿Sucede algo oficial? - le pregunta.

- Es Adler mi amigo - digo.

- Vaya eres otra persona con el uniforme - declara la enfermera. -  te toca tu tiempo en el jardín de la azotea - agrega.

- ¿Puedo ir con Adler? - consulto mordiendo mi labio inferior.

Gema centra su atención en Adler. - No debe estar en las orillas, nada de elementos corto punzantes en su mano y solo puede estar ahí media hora. Te confío a mi niña - dice con una intensa mirada.

- Gracias Gema - sonrío haciéndolo señas a Adler para que me siga.

Tenemos horas específicas para salir al jardín que hay en la azotea, no lo podemos hacer sin la supervisión de alguna de nuestras enfermeras, llevar al Adler al santuario de nosotras era un gran paso, no muchos tenían la suerte de llegar acá nisiquiera Bautista tuvo el placer de observar estás vistas.

- Siempre vengo y me siento acá - le cuento marcando mi sillón.

- ¿Tanto sol no te hará mal? - pregunta al sentarse a mi lado.

- La idea es eso, tomar un poco de sol y disfrutar la vista - digo.

- Es una hermosa vista acota.

No sé que me lleva hacerlo pero apoyo mi mano con la suya y la entrelazo con la mía, sentí una gran descarga eléctrica en mi cuerpo que me hizo mirarlo a los ojos para perderme en su mirada.

- ¿Cómo estás? - pregunta y aprovecho para recostar mi cabeza en su hombro.

- Ya me preguntaste hoy temprano - respondí suspirando.

- Bueno, siempre me preocupo por tí - asegura.

- ¿Por qué? - consulto.

- Me importas mucho pelirroja - afirma con seguridad.

Siento que mi corazón estaba por salir de mi pecho, sus palabras me habían dejado muda sin respuestas pero con una gran sonrisa en mi cara.

Adler es muy especial.












Mi Maldita Perdición (13° SAI) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora