I.

2.7K 61 9
                                    

[Menorca, 15 de julio de 2021]

Debía ser el verano de sus vidas. Esto es lo que pensó Anaju mientras observaba la Villa que sería su casa durante las próximas tres semanas.

- Anaju, no te escaquees, saca tus maletas del coche y tráetelas para dentro. - Fue Bruno quién interrumpió el ensimismamiento de la aragonesa.

Villa Azucena, en Cala Galdana, Menorca, era lugar elegido por Anaju, Bruno, Maialen, Adri, Flavio y Javy para celebrar su fin de carrera. Un mes antes se habían graduado en Publicidad, Marketing y Relaciones Públicas. Anaju, Bruno, Maialen, Adri, Flavio y Javy se conocieron en primero de carrera. Todos procedían de distintos puntos del país, pero el destino quiso unirlos en el aula 305B de la Universidad de Barcelona, en el seminario de la asignatura Historia de la Comunicación. Anaju era de Alcañiz, una pequeña ciudad en la provincia de Teruel, Bruno vivía en Madrid, había llegado a la capital con 7 años desde Uruguay, donde conoció a Adri, su mejor amigo, Maialen era de Pamplona, Falvio de Murcia y Javy de Barbate, Cádiz. No podían ser más dispares entre ellos. Quizás también fue el destino quién los unió en el primer trabajo de dicho seminario y desde aquel momento fueron inseparables.

Con el paso de los años habían nacido diferentes relaciones entre ellos. Bruno y Maialen eran un matrimonio, conectaron desde el primer día, ninguno de sus amigos se sorprenderían si la navarra aparecía un día con un anillo en su dedo anular. Anaju y Maialen eran inseparables, eran las únicas chicas del grupo y eso las unió aún más. Adri y Bruno seguían siendo mejores amigos, pero ahora ya no eran un dúo, con la llegada de Javy al grupo se convirtieron en el trío lalala. Flavio era el lobo solitario del grupo, aunque aseguraba que él y Maialen debían haber sido hermanos en otra vida. Y finalmente estaban Adri y Anaju, una montaña rusa de emociones.

La aragonesa y el madrileño no lograron conectar en un primer momento, eran polos opuestos. A Anaju le sacaba de quicio el carácter chulesco de Adri, pero había algo de eso que también le atraía. Sin saber cómo acabaron compartiendo cama la primera noche que el grupo salió de fiesta por Barcelona. Esa noche empezó el tira y afloja de Anaju y Adri. Su relación había pasado por diversas fases, ahora mismo parecían una pareja estable pero cualquier cosa por mínima que fuese podía hacer tambalearla.

Los seis amigos llevaban planeando este viaje desde primero de carrera prácticamente. Ninguno de ellos había visitado esa isla del Mediterráneo, así que decidieron que la primera vez que fuesen sería todos juntos. Después del Paso de Ecuador en Calella de Palafurgell, un pueblo de la costa catalana, decidieron que sería dos años más tarde cuando visitarían la mágica isla.

Dos años más tarde ahí estaban. Nada más aterrizar en la isla alquilaron dos coches, con los que descubrirían todos los rincones de Menorca. El primero de ellos su alojamiento, Villa Azucena. Una casa enorme con cuatro habitaciones y piscina, cerca de una de las playas más conocidas de la isla, Cala Galdana. La villa se encontraba en una urbanización con diversas edificaciones parecidas a esta, algunas tan sólo las llenaban estudiantes que venían de fin de curso y otras estaban habitadas por los niños de papá que pasaban el verano en la isla, año tras año.

Este era el caso de Villa Truvi. Esa villa era propiedad del Rafael Romera senior, el padre de Rafa. Cada año él y sus mejores amigos iban a pasar el verano a la isla, primero con la supervisión del padre, pero en cuanto cumplieron quince empezaron a explorar Menorca por su cuenta. Era su segunda casa, se conocían la isla como la palma de su mano. El grupo lo integraban Rafa, evidentemente, Sam, Gèrard, Anne, Hugo y Eva. Aunque el desfase cada año estaba asegurado en Villa Truvi, este año sería aún mayor. Los cinco, de Córdoba, celebrarían el fin de Bachillerato, y probablemente el fin de su grupo, al menos tal y como lo conocían.

Después de ese verano cada uno tomaría diferentes rumbos. Rafa y Eva viajarían hasta la capital, él para estudiar Económicas y ella para estudiar Arte Dramático, Sam viajaría hasta Valencia para empezar Ciencias del Mar, Gèrard y Anne hasta Pamplona para estudiar Periodismo y Hugo... Hugo era un caso perdido. Se había apuntado a Ciencias del Deporte y la Actividad Física en la Universidad de Barcelona, pero tampoco estaba seguro de si acabaría asistiendo a esas clases.

En el grupo de los amigos de Córdoba también había dos relaciones que destacaban entre el resto. Gèrard y Anne, los agapornis (así es como los llamaban en el instituto), llevaban juntos desde los catorce años e iba a seguir así durante mucho tiempo. La otra relación era la de Eva y Hugo. Si esto se tratase de una película americana, serían el rei y la reina del baile. Pero eso sólo eran apariencias, en realidad su relación no era tan idílica como todos creían.

Hugo y Eva empezaron a salir a los 16, contra todo pronóstico, ya que Hugo parecía estar perdidamente enamorado de Aurora, la que hasta ese momento fue la mejor amiga de Eva. Una relación con ese inicio no podía prometer mucho. Pero no sólo eso, Hugo y Eva eran dos personas celosas, egoístas, con muchas inseguridades y guardaban miles de secretos. Sobre todo Eva que llevaba tiempo engañando a Hugo, con Rafa. Todo eso hacía de esa relación un cóctel molotov que estaba a punto de explotar.

Días de VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora