『32: negro』

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» ¿Qué te pasa, "V"?

NARRADOR OMNISCIENTE

— ¡Mamá no, por favor no! Te lo suplico... — el chico forcejeó contra su madre en un intento inútil de librarse, pero ella le tenía agarrado del brazo con demasiada fuerza. La mujer se detuvo y se arrodilló quedando un poco más abajo del muchacho.

— Sabes que esto es por tu bien. — la mujer deslizó los mechones del chico poniéndolos detrás de su oreja y acarició su mejilla con suavidad.

Kyungmi ya se había ido a su casa, no había nadie para protegerle cuando el sol se iba y la luna se posaba en el cielo sustituyendo su lugar

— No... No quiero más... — la madre puso sus ambas manos en el rostro del chiquillo y quitó la máscara, intentó no formar ninguna mueca que mostrase su disgusto. 

— Solo será un momento, te prometo que te sacaré de ahí... ¿De acuerdo? — sonrió reconfortante y el pelinegro calmó su respiración en un suspiro, asintió lentamente mientras volvía a ponerse su máscara.

La señora se levantó y el joven se dejó llevar, caminando por el pasillo y respirando con fuerza, evitó llorar y miró a su madre, que tenía un rostro inexpresivo, hasta que se le escapó una lagrimilla que no limpió.

El niño la miró con atención y después apartó la mirada cuando la temible puerta quedó a su vista, miró a su madre suplicante, pero ésta lo ignoró.

La señora abrió la puerta, le dio un último vistazo a su hijo y  lo empujó al interior de la habitación, sin piedad alguna.

— Lo lamento tanto... — cerró la puerta de un portazo cerrándola bajo llave y se retiró tapando sus oídos al escuchar los gritos del chico — Espero que esto se quede grabado en tu mente atormentándote de por vida. — escupió con veneno en sus palabras, el dolor mezclado con su gran orgullo le ganó.

Dicho esto, reprodujo en los altavoces de la habitación la melodía orquestal que el niño odiaba tanto, pero como dijo su madre, él creyó que esto sería para su bienestar, así que se sentó en la esquina de siempre, se abrazó a sus piernas y lloró silenciosamente, dejando que su mente grabara en ella cada nota que salía de los altavoces.

La señora sonrió sádicamente y dejó al niño junto a la soledad que habitaba en el pasillo, apagó las luces, y se retiró finalmente.

El chico retiró la máscara de su rostro y la dejó a su lado, para limpiar sus lágrimas con su antebrazo, cerrando los ojos a la vez que se quedó inmóvil.

— Todo esto es culpa tuya... — se maldijo a si mismo, abrió los ojos y miró la máscara para después sujetarla y observarla enfurecido

— Te odio... — lazó el objeto a una de las paredes de la habitación — ¡Te odio! — se levantó y comenzó a moverse desesperado buscando la puerta, se le dificultó bastante porque la habitación estaba completamente a oscuras, no había ni tan solo alguna ventana para alumbrar, lo único que veía era el color negro.

Cuando encontró la puerta la golpeó haciendo un ademán de abrirla, que resultó en vano.

Apoyó su espalda en la puerta y se deslizó lentamente, hasta que llegó al suelo y se encogió sobre él mismo, murmurando cosas sin sentido alguno.

— Kyungmi, sácame de aquí. — rogó suplicando que llegase la luminosa mañana.

Ya llevaba más o menos un mes en esta extraña terapia

— ¿Cuándo acabará esto...? — se arrastró por el suelo palmeándolo, buscando su cobija y su almohada, que era lo único en lo cuál podía apoyarse para poder dormir.

Cerró los ojos y se quedó dormido en un profundo sueño, la melodía no se detuvo en ningún momento.

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El chico despertó, pero no abrió los ojos, buscó la máscara que debía estar a su lado, pero abrió los ojos al darse cuenta de que ésta no se encontraba ahí.

Cuando recordó que la lanzó hacia una pared una gran preocupación invadió su mente. Buscó por el suelo, arrastrando sus manos por el frío y sólido cemento, cuando las yemas de sus dedos notaron la textura de la máscara, la sostuvo con fuerza y comprobó que no se había roto, efectivamente, estaba hecho de un material muy resistente. Se la colocó dejándola algo torcida.

Tan solo rezaba para que no tuviese ningún rasguño. Se sentó y esperó a que llegase la mañana que tanto ansiaba cada noche.

Cuando las luces se abrieron, la alegría se hizo presente en él, y se levantó quedando a unos centímetros de la puerta, apareció su madre y sonrió incluso con la máscara puesta.

— ¿Lo ves? No era para tanto. — la madre sonrió y el chico asintió enérgicamente, lo despeinó cariñosamente y él se dirigió con prisas hacia dentro de la casa

— ¡Kyungmi! — se abalanzó a la chica que tanto esperó y la abrazó con sus delgados brazos

— Hola mi pequeño, saludos señora Kim. — la chica se reverenció y la señora le sonrió hipócritamente, retirándose de la sala.

— Te eché de menos... — el chico se separó de Kyungmi y sonrió, la chica posó sus manos en su rostro acariciando la superficie de la máscara, después la subió un poco y acarició directamente la piel del niño, provocando un cosquilleo en éste — ¡Me haces cosquillas! — ambos rieron y él se volvió a poner la máscara correctamente, la chica sonrió con tristeza.

Él se sentó en un taburete, cogió un crayón negro y comenzó a rayar el papel blanco con fuerza y sin detenerse, Kyungmi lo miró extrañada.

— ¿Qué te pasa, V? — preguntó ganándose la atención del niño

— No sé de qué hablas... — contestó mientras dibujaba en la encimera de la cocina

— ¿Qué estas dibujando? — se acercó al niño y éste le mostró su dibujo, el papel blanco, ahora convertido en negro.

— Es lo que siento todas las noches. — después cogió otro papel y volvió a dibujar, cogiendo un crayón azul — A V le gusta mucho el color azul, el otro día hablé con mamá sobre el significado de los colores. — Kyungmi asintió y acarició el cabello del chico

— Voy al jardín ¿Me ayudas a podar las rosas? — V se levantó y asintió con alegría, corriendo hacia al exterior — ¡No te olvides de los guantes!

— ¡No necesito! Si Kyungmi no utiliza guantes, yo tampoco. — el chico se detuvo — Además, ya estoy acostumbrado.

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- R. :)



your shadow † kth [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora