una vida normal

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Felicity bajó de las escaleras con su energía natural. Su cabello castaño bailaba con cada paso que ella daba.
Las paredes blancas de la casa comenzaron  a tomar tonos dorados por los grandes ventanales que estaban frente a las escaleras, demostrando el bello día que hacía afuera.

Sin embargo, iba completamente tarde al desayuno. Probablemente sus hermanos menores ya habían terminado toda la papaya y tendría que comer melón.

Entró casi corriendo al comedor sonriendole a Margaret, la sirvienta.
Felicity odiaba completamente el término sirvienta por lo que le llamaba por su sobrenombre de cariño.

Su familia estaba sentada en la mesa, su papá siempre al frente de la mesa y su mamá a su derecha. Sus hermanos menores la voltearon a ver y sonrieron.

—Ya teníamos hambre, Amelia —comentó Pedro, el más pequeño. Aunque sólo tenía 13 años.

—Ush, odio que me llames Amelia —gruñó sonriendo pellizcando su mejilla de manera amistosa.

Le dio un beso a su mamá en la mejilla y fue a donde su papá poniéndose detrás de él y saludándolo también con un fuerte beso en la mejilla. Se sentó a su lado mientras él la miraba con una sonrisa.

—El nombre Felicity te gusta porque yo te lo puse, ¿no es así? —preguntó él.

—Amelia es un nombre muy... —comenzó a hablar mi mamá pero fue interrumpida por la adolescente

—Formal, mamá.

—Eso, muy formal. Amelia Luna, perfecto.

Su mamá sonrió mostrando sus alineados y blancos dientes. La verdad es que ella no era fea, a sus 40 años seguía conservandose como si tuviera veintes. Su cabello castaño claro, aunque teñido, le llegaba un poco mas abajo de los hombros y caía con una gracia casi propia de su personalidad.

Su papá decía que era la muchacha más bonita de la ciudad, que sus ojos grises y su sonrisa volvía loco a cualquiera, y nadie lo negaba. Felicity era su imagen, sólo que sus ojos eran cafés y sabía que se vería como ella.

Su papá volteó a verla y alzó la ceja en una clara burla. Todos en la mesa rieron estando agradecidos por aquellos momentos en familia.

—Hoy saldré con Ámbar —dijo Felicity picoteando con su tenedor el huevo revuelto de su plato.

—¿Dónde irán? —preguntó su papá.

—Iremos a casa de Louise —mintió rápidamente.

—Saliste ayer —intervino su mamá.

—Pero fue a hacer un proyecto escolar, hoy iré a divertirme.

—Amelia, no creo que sea buena idea...

—Deja que vaya —interrumpió su papá, él no podía decirle que no a su pequeña —Harás que le salgan arrugas a mi princesa.

Norma, la única mujer después de Felicity frunció el ceño hacia su papá, el hombre la miró y le lanzó un beso.

—¡Gracias, papi! —saltó Felicity acercándose al nombrado y repatiendole besos por sus afeitadas mejillas, después miró al reloj de la pared y jadeó —Voy tarde, ¡me tengo que ir!

Felicity salió disparada a la sala de estar donde Margaret ya había dejado su mochila completamente lista, la adolescente sólo agregó a ella sus caros audiculares.

—¡Amelia, no corras es maleducado, y puedes dañar el piso! —escuchó el grito de su mamá.

Felicity rodó los ojos odiando completamente el nombre que usaba en ella y maldijo cuando no vio su abrigo en la pechera cerca de la puerta. Subió las escaleras corriendo casi en puntitas para que no se escuchara.

𝒜𝓃𝓉ℯ𝓈 𝒹ℯ 𝓆𝓊ℯ 𝓉ℴ𝒹ℴ ℯ𝓂𝓅ℯ𝓏𝒶𝓇𝒶  ♡ daryl dixon ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora