Calypso #1 ››j. jaehyun‹‹

07

Por fin había pasado lo inevitable, Roseanne había vaciado su estómago por completo. Ella ya no podía culpar al mar por eso, era ella, había algo malo en ella, en lo que comía y el calor no ayudaba en lo más mínimo y por primera vez, la castaña deseó estar en tierra firme y abrazarse a una palmera.

Recogió su cabello que se encontraba seco y algo dañado en una coleta, necesitaba limpiar eso antes de que alguien más lo viera, lo menos que quería era ser tachada por débil.

—¡Sorciere! —Escuchó la voz de Donkey, era fácil de identificarla del resto pues está era muy aguda y cuando abrió la puerta resbaló pisando el vómito de la chica.

Roseanne lo observó avergonzada pues el golpe se escuchó duro cuando su espalda golpeó la madera. Los platos que traía habían salido volando e incluso algunos se habían roto esparciéndose en pequeños trozos.

Lo escuchó gemir de dolor al tratar de incorporarse, pero para su sorpresa este no se sintió asqueado.

—Sabía que tarde o temprano esto iba a pasar. —Sonrió burlándose de haber caído. La chica lo seguía mirando avergonzada como un niña pequeña juntando sus manos con suplica.

—Por favor no se lo digas al capitán. —La miró enternecido por su expresión, parecía tan pequeña y la inocencia se reflejaba en esos bonitos ojos, para luego sacudir su cabeza sacando sus pensamientos de esta.

—Solo... limpia tu vómito ¿Está bien? —Roseanne asintió agitando su cabeza con mucha velocidad.

Donkey se puso de pie y se dispuso a ayudarle a recoger los platos y los trozos de estos, no era su obligación hacerlo, pero creía que la chica ya tenía suficiente con las órdenes del capitán como para que este se enfureciera con ella, porque lo conocía, iba a molestarse y nadie quería ver a la serpiente molesta.

Roseanne lo miraba de reojo mientras trapeaba el piso, era curioso que este se mantuviera silencioso.

—¿A dónde iremos?

—Se llama Bahía del cazador ¿has oído hablar de ella?

—Un poco, sí

Un lugar horrible, según el teniente June.
Roseanne desconocía mucho sobre ese tema, solo sabía que había prostitutas, mucho ron y muchas personas con malas intenciones, era el mercado negro que su majestad no podía o más bien no quería controlar porque siempre había oro de por medio, mucho, mucho oro.

—Es un lugar libre de las leyes del rey, puedes hacer lo que quieras sin ser castigado. El comercio se mueve mucho gracias a los piratas y el canto del Mar no es la excepción.

—¿Cómo fue que llegaste al Canto? —Se atrevió a preguntar, Donkey no tenía por qué contestar sino quería hacerlo, pero al ver la sonrisa amigable que este le regalaba supo que lo haría.

—Yo nací en un orfanato, la orden de la península. —Sonrió. La castaña había oído hablar de ese lugar y por un segundo sintió pena—. Por tu expresión supongo que sabes que ese lugar castiga con puño de hierro no?