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Su madre le había advertido que tenía que ser silenciosa, y que no podía hablar de su destino

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Su madre le había advertido que tenía que ser silenciosa, y que no podía hablar de su destino.
Cuando llegaron al puerto, Rosé notó como el cielo seguía extrañamente nublado y solo algunos rayos de sol se asomaban por huecos en las nubes. El viento acariciaba su mejilla como un suave beso.

Bajó la mirada notando el barco que abordaría, este se dirigía a una de las penínsulas, había algunos soldados del rey abordándolos y algunas de personas de todos los estatus sociales subían por una estrecha rampa conectada de un costado del barco al puerto.

Cuando subieron, la castaña trató de hacer el menos contacto visual posible, pero imposible que una chica tan linda pasara desapercibida por la tripulación y los hombres del rey. Roseanne era una de las mujeres más hermosas que podía existir en este planeta, cuyas facciones eran tan delicadas como las de una rosa.  Ella  reprimió una sonrisa y ocultó su sonrojo de su madre, quien a contrario de ella se mantenía seria y solo hablaba al menos que sea necesario.

—Esperemos que nos recojan al caer la noche— Mencionó su madre en un susurro obligando a Rosé a observarla.

¿Quién los recogería? Se preguntó pero no se atrevió arrojarla al aire por miedo a lo que su madre le pudiera contar, ya estaba lo suficiente aterrada consigo misma para agregar un temor nuevo a la lista.

Caminaron por la cubierta dirigiéndose a los pequeños camarotes, el viento movía su cabello y el vuelo de su vestido con agresividad, esta vez podía sentir como si el viento estuviera furioso por algo, las personas sostenían sus cosas para que no se volaran, los hombres de la tripulación controlador las velas del barco y este se meció contra el mar y el puerto tumbando la rampa.

—Será mejor entrar al camarote.— Mencionó su madre observando el cielo. Rosé asintió y caminó tras ella.

—¡Deténgalo!— Un gritó la obligó alzar la mirada. Un sombrero de lo más peculiar volada por la cubierta del barco. La castaña se acercó hasta él y lo tomó para evitar que cayera al mar. —¡Oh santo Dios!— Mencionó una mujer regordeta con un vestido ampón celeste. Por lo que la castaña notó se trataba de una mujer de primera clase. –Muchas gracias mi niña.— Sonrió simpáticamente tomando el sombrero en sus manos. –Fue un regalo de la reina y temía que pudiese caer al mar.— Rosé solo se limitó a sonreír complacida por su respuesta.

—¿Un sombrero de la reina?

—Sí, asistí a una de sus fiestas y me obsequió su sombrero— Soltó orgullosa fanfarroneando por el accesorio.

—Por un demonio mujer ¿por qué corriste así?— La mujer se giró sobre sus talones para recibir a su esposo, un hombre mediano, viejo con un gracioso bigote—. Te dije que no trajeras esa cosa, el viaje dura dos días. ¿Qué pasaría si hubiera caído al mar?

—Señor Kim, cariño— Sonrió complacida a lo que Rosé creyó que se trataba de su esposo—. No logró caer al mar gracias a esta simpática jovencita

Calypso #1 ››j. jaehyun‹‹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora