#𝟹 ℰ𝓊𝑔𝑒𝓃𝓃𝒾𝑒 𝒻𝑜𝓇 𝓁𝑜𝓋𝑒 | @Princessarmy09

Capítulo 5 Piensa en ti

—Lamento si en algún momento la ofendí, su alteza.

—No, perdóname tú a mi. Es mi hijo y lo defendería ante cualquier persona, pero después de todo... tenías razón. —bajó la mirada— Él maltrataba a tu hermana. —comenzó a llorar— Te pido perdón en nombre de él.

—No hace falta... —suspiré— Estoy bien y mi familia igual, aunque lamentamos la muerte de Andreas.

—¿Alteza, majestad? El príncipe Arthur las llama.

—¿Cómo? ¿Terminó la reunión? —preguntó su madre.

—No lo sé, pero las mandó a llamar.

Nos levantamos de la silla. Me sentí mareada, tomé inconscientemente la mano de la madre de de Arthur.

—Princesa...

—No me siento bien.

Sentí mi cuerpo frío y por más que pude, no me era posible mantenerme de pie.

Abrí mis ojos, el príncipe sostenía mi mano.

—¿Qué pasó?

—Te desmayaste, ¿Comiste algo?

Negué con la cabeza.

—Escucha, debes hablar con la doctora, ¿Sí?

—¿Por qué? Me siento bien. —intenté sentarme, mi cabeza comenzaba a dar vueltas.

—Basta Anne, mantente quieta. —ayudó a recostarme.

—Tengo una pregunta para hacerte. —me mantuve expectante— La última vez que tuvimos relaciones fui tan idiota de no usar protección, ¿Tú lo hiciste?

—¿Qué?

—Tal vez... ¿Podrían ser síntomas de embarazo?

—No, no. Yo...—fruncí el ceño— Recuerdo comprar la pastilla del día después... Adán me llevó.

—Está bien. Debes hablar con la doctora.

Asentí con la cabeza, Arthur se levantó y abrió la puerta, dejando pasar a una mujer.

—Hola, Eugennie. —se adentró en la habitación.

—Hola.

—¿Cómo te encuentras?

—Mi cabeza duele, ¿Tiene alguna píldora para mí?

—Me temo que no, princesa. Solo vengo a hablar, ¿Sí? —sacó de su maletín una libreta.

Asentí con la cabeza, el príncipe se sentó en un rincón de la habitación.

—Será una conversación normal... —sacó su bolígrafo— Quiero que sepas que todo lo que hablemos será confidencial, no saldrán de estas cuatro paredes.

—Está bien.

—Dime cómo te sientes, princesa.

—Bien.

—¿Segura?

—Sí.

Frunció el ceño y volteó a observar al príncipe.

—Disculpe, ¿Puede retirarse?

—S-Sí. —se levantó y salió de la habitación.

—Debes decir la verdad, no diré nada.

—¿A qué se refiere?

—Princesa, usted me está mintiendo.

Suspiré y caí en todo.

—Estoy cansada... —mis ojos se cristalizaron— Estoy cansada doctora...

—¿Desde cuándo?

—No lo sé... Tal vez desde el juicio.

—¿Qué sintió?

—Sentí un peso, sentí la muerte de mi hermana como una propia. Odié todo el proceso, ¿Sabe lo que fue sentarse ante el asesino de mi hermana y declarar en su contra? Sentirse pequeña ante todo el mundo, incapaz de defenderme por mí misma.

—¿Piensas que no puedes defenderte sola?

—No lo sé. Mi hermano estuvo conmigo todo el tiempo, luego el príncipe...

—Todos la cuidan.

—Exacto. Después fui a la universidad en busca de una vida normal, pero ¿Soy normal? Es decir, soy una princesa. Siempre preocupada por comportarme y por hacer lo correcto.

—¿Siempre se sintió así?

—No, con Adán no.

—¿Quién es Adán?

—Mi mejor amigo... Murió hace unas semanas.

—¿Cómo se siente?

—¡Mal! ¡Pésimo! Una parte de mí se fue, él era mi escapatoria.

—¿Cuánto tiempo estuvo triste?

—No lo sé, ¿Tres días?

—¿Por qué tan poco?

—Mi hermano tuvo a su hija, Andreas se suicidó y no podía estar triste.

—¿Por qué?

—Mi familia estaba mal, debía ayudarlos. El príncipe necesitaba compañía...

—Princesa, usted también necesita sus tiempos. Usted también es una persona y debe tener su duelo.

—Ellos me necesitan.

—Lo entiendo, pero no puede preocuparse por todos. ¿Se da cuenta que reprimió sus sentimientos solo por sus seres queridos? Se prohíbe sentir cosas solo por los demás. Usted es una persona de carne y hueso, debe sentir.

Ella tenía razón.

—Debe cuidarse. —acarició mi mano— Su cuerpo está reaccionando a este tipo de sentimientos. Su dolor de cabeza, los mareos, sus ausentes ganas de comer... Está estresada, ¿Alguna vez se hizo tratar con un psicólogo?

—No, pero me lo han recomendado otras veces.

—Creo que es hora de tomarlo.

—No tengo tiempo.

—Entiendo. —suspiró— Me retiraré en este instante, un placer hablar con usted, princesa.

Hizo reverencia y se retiró de la habitación.

Me acomodé en la cama y volví a dormir.