Capítulo 23 Volviendo a la época de piedra

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Cant Hold Us Down by Christina Aguilera

No Nos Podrán Hundir

Se supone que no debería tener una opinión

Debería estar quieta porque soy una mujerLlámame perra porque digo lo que está en mi menteSupongo que es más fácil para ti si solo me sentara y sonriera

(...)

¡Grita más fuerte!

Vamos a hacerles saber que no van a estar en nuestro sitioLevanten las manos y agítenlas orgullosamenteTomen una buena respiración y díganlo en alto¡Nunca podrán, nunca jamás, no nos podrán hundir!

(...)

Si miras atrás en la historia

Verás una doble forma de sociedad

Los chicos consiguen toda la gloria con más números de chicas

Mientras que las chicas hacen lo mismo y todavía las llaman unas perras

No entiendo por qué está bien

Que él pueda evadir todo y la mujer sea insultada
Todas mis chicas venid aquí y hagamos el cambioEmpecemos de nuevo cantándole a todo el mundo




Desperté gracias a mi alarma, hoy era la reunión con el concejo y me encontraba bastante nerviosa. Me levanté y me preparé, hoy me puse mi collar de angel en honor a Charity, quería que me acompañe en este día especial, cuando terminé de arreglarme me dirigí al comedor ya que era la hora del desayuno.

Tomé asiento.

—¿Cómo estás, Anne? —preguntó Dorothy.

—Nerviosa... —suspiré.

—Yo te llevaré.

—Arthur estará allí.

—¿Por qué?

—Viene en representación de Noruega.

—Genial. —dije sarcásticamente.

—Hola. —sonrió Isabella mientras se sentaba al lado de Dorothy.

No respondí, los demás sí.

—¿Me perdí de algo?

—¿Por qué preguntas, cariño? —dijo Dorothy.

—Anne no saludó a Isabella, ¿Qué sucede? —frunció el ceño.

—Buenos días. —Philip se sentó a mi lado.

Luego de lo que sucedió anoche no volví a hablar con él. Me dirán que soy histérica pero... ¿Alguna vez estuvieron con alguien que sin importar lo que pase caerían una y otra vez? Porque eso me pasa con él, es inevitable no pensar en él ni querer besarlo todo el tiempo. Es una especie de hogar, supongo que debería hablarlo con mi psicóloga.


(...)

El concejo quedaba en un edificio algo cerca del palacio, desde niña iba para visitar a mi papá, nunca les conté, pero yo era cercana a él, solía pedirle a Delia que me prepare una merienda para compartirla cuando sabía que tenía mucho trabajo.

La noche anterior había preparado mis palabras y el tema que iba a tratar, me sentía tan nerviosa que sería capaz de vomitar en cualquier momento. 

Hicieron una especie de presentación, la sala era igual a lo que vendría siendo cámara de senadores, solo que esta tenía alrededor de veinte asientos, los países que se encontraban hoy eran Siria, Paquistán, Alemania, Canadá, Noruega, Somalia y Dinamarca.

Al entrar hicieron una pequeña reverencia, todos éramos de la realeza así que devolví el gesto. Acto seguido todos se sentaron, yo me encontraba en medio de todo el lugar, por lo que absolutamente todas las miradas se dirigían a mí. Eran en su mayoría hombres, menos la representante de Canadá. Con representantes me refiero a personas de la realeza pero no los reyes, Roger trataba con ellos.

—El día de hoy como ya sabemos, trataremos el tema de inmigrantes. —todos asintieron con la cabeza— Sabemos que hay personas que se retiran de sus países, me gustaría primero que nada saber qué piensan.

Las personas se miraron entre ellas, Somalia pidió la palabra.

—Le doy la palabra a... —leí en la lista— Abdel Sapag.

—Buenos días princesa de las islas, mi país es uno de los que se encuentran en guerra y lamentablemente no podemos detenerla de ninguna manera. Por lo que sé, en Escocia hay varios lugares de acogidas, esperamos que reciban a nuestros niños y mujeres.

—Buenos días príncipe Abdel, usted está en lo cierto. Varias de nuestras fundaciones tienen el beneficio de no solo alojar niños y mujeres sino también a hombres adolescentes.

Un botón sonó, el ministro de Siria pedía la palabra.

—Tiene la palabra... Mosi Asad, príncipe de Siria.

—Buenos días princesa de las islas, mi país no concuerda en mandar a nuestras mujeres a este país.

—Me gustaría saber porqué, príncipe.

—La mayoría de mujeres sirias están unidas en santo matrimonio, por lo que pensamos que deben esperar a sus maridos luego de pelear en la guerra.

Fruncí el ceño y miré a Arthur quien se encontraba igual de sorprendido que yo. La luz verde se incendió, Canadá pedía la palabra.

—Le concedo la palabra a Emma Fellowes ministro de Canadá.

—Buenos días, princesa de las islas, con el mayor de los respetos decido no concordar con Siria y en todo caso, ¿Qué se hace con las mujeres solteras y sin hijos?

—La mujeres se quedarán en mi país hasta que acabe la guerra.

Entre ellos podían hablar, pero no podían interrumpirme a mí, esa era una condición, además, si el intercambio de ideas se transformaba en una discusión me veía en la obligación de callarlos hasta la próxima sesión.

—¿Alguien más concuerda con Siria?

El ministro de Pakistán apretó el botón verde.

—Buenos días, princesa de las islas. Mi país concuerda con Siria.

Hubo un breve silencio.

—Pienso que debemos proporcionar el bienestar a todos nuestros ciudadanos. —me acomodé en mi asiento— Tengo varias ideas para acoger inmigrantes sin importar su sexo o etnia.

Pakistán pidió la palabra.

—Le otorgo la palabra al ministro de Pakistán.

—En Pakistán mi cultura es similar a la de Siria, entendemos y agradecemos que Escocia quiera acoger a nuestros ciudadanos, pero preferimos que nuestras mujeres se queden que casa ¿Entiende? 

Asentí con la cabeza.

—De lo contrario ¿Qué es lo que sigue? ¿Que consigan trabajo propio? —comenzó a reír—¿Que se pinten los labios de rojo? Sería una locura.

#𝟹 ℰ𝓊𝑔𝑒𝓃𝓃𝒾𝑒 𝒻𝑜𝓇 𝓁𝑜𝓋𝑒 | @Princessarmy09Donde viven las historias. Descúbrelo ahora