Capítulo 32 Una flor en tu cabello... trajes... y gritos.

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Llegamos a una parte del gran jardín, quedaba a diez minutos del palacio. Teníamos alrededor de veinte guardias con nosotros. Nos acomodamos cerca de un árbol.

—Esto es algo incómodo. —dije al observar que nos rodeaban a unos cuantos metros.

—Lo sé, pero tienen un contrato de confidencialidad. —acomodó el mantel en el césped.

—Cierto. —me acomodé en la manta.

—¿Tienes hambre?

—No mucha.

—Debes comer igualmente. —sonrió— Hice sándwiches especiales.

—¿Por qué lo son?

—Porque... son de macarrones.

—¿Macarrones?

Sip, también hay de papas fritas con salsa de tomate.

Comenzó a sacarlos de la canasta y acomodarlos. Luego sacó dos copas las cuales llenó con jugo de naranja. 

—Prueba. —me extendió la mitad de un sándwich, era el de macarrones.

Mordí una pequeña parte ya que no estaba segura de si me agradaría el sabor. Observé al príncipe, él se veía disfrutando del sabor, los macarrones estaban básicamente bañados en queso cheddar, intenté disimular mi desagrado hacia dicho complemento.

—Delicioso, ¿Verdad?

—Ajá. —tragué sin pensar en el sabor.

Tranquila Eugennie, solo debes comer un poco más. Tú puedes.

Comimos, al menos el sándwich de papas fritas con salsa de tomate no estaba malo. Arranqué una flor amarilla que había allí y me recosté en la manta.

—En las vacaciones llevé a los niños a Francia. —buscó algo en el interior de su bolso— Aquí está. —sacó un libro— Encontré el libro de Romeo y Julieta en francés. Sé que te agrada. —me lo extendió.

—Gracias. —lo tomé— ¿Te molesta si leo ahora? —dejé mi flor a un costado.

—En absoluto. —sonrió.

Lo abrí y comencé a seguir las líneas. Por suerte había aprendido a hablar francés gracias a las clases. Sacó de su bolso un cuaderno y lápices. Tomó mi flor y la acomodó en mi oreja.

—¿Cuándo es tu cumpleaños, Philip?

—La semana que viene. 

—¿¡Qué!?

—¿Qué?

—¿Por qué no lo dijiste?

—Tu hermano lo sabe.

—Lo siento.

—Está bien, hay cosas más importantes.

—¿No festejarás tu segunda década?

—Solo haré algo pequeño. Tranquila, estás invitada.

Rodé los ojos, el príncipe rio. 

—¿Qué haces? —quise observar su cuaderno.

—Quédate quieta.

—¿Me estás dibujando?

—Como eres de engreída. Estoy dibujando el paisaje.

—¿Por qué no puedo verlo?

—Porque quiero que lo veas cuando esté terminado.

(...)


Una gota cayó sobre mi mano, inmediatamente se multiplicaron. Arthur comenzó a juntar todas las cosas. Dejé el libro a un lado y me puse de pie. 

El sol estaba presente en el cielo gris, las gotas eran amorosas, quiero decir, no golpeaban mi cuerpo, simplemente se deslizaban por este y, sin razón exacta, me puse feliz. Podría ser porque estaba viva. O porque tenía una familia hermosa. O porque tenía a una persona que quería todo conmigo. O porque muchas cosas me estaban saliendo bien. 

Sé perfectamente que recibí una amenaza de muerte, pero... el motivo es por seguir mis ideales, por querer proteger a todas las mujeres que pueda. Si querían asesinarme por mis derechos y el de todas las mujeres que lo hagan, yo era feliz. Bajo el sol y la lluvia, en un picnic con mi persona y veinte guardias en compañía.

—¡Ven! 

Arthur se puse de pie y caminó hacia mi lado. Comencé a tararear una canción infantil, esas que de pequeña producían una danza algo estúpida pero que provocaba alegría, sé que el príncipe la conocía porque la tarareaba conmigo. Ahí. Rodeados de guardias. Bajo la lluvia. Con mi vestido blanco. 

Cuando la lluvia se detuvo fue cuando nos cansamos de bailar. Observé el cielo, un arcoíris se había formado en él. Arthur depositó un pequeño beso en mi mejilla.

—Charity solía contarme una pequeña historia de cómo se formaban.

—Sería un honor oírla.

—No la recuerdo perfectamente...los colores se discutían para ver quién era el más importante, el favorito. El verde se justificada diciendo que él estaba en las hierbas, árboles y hojas, que sin él todos los animales morirían. El azul resaltaba que él se encontraba en el cielo y el mar, brindando espacio, paz y serenidad. Sin él simplemente no viviríamos. El amarillo dice que él atrae alegrías, calor y risas. El sol es amarillo, la luna es amarilla y las estrellas también. Sin él no habría alegría. El naranja dice que es importante porque aporta vitaminas por medio de calabazas, zanahorias, naranjas y mangos. A la vez colorea el cielo al amanecer. Todos presumían para ver quién era el mejor hasta que relámpagos comenzaron a retumbar. La lluvia caía fuertemente. Los colores se acurrucaron con miedo, en busca de protección. Les habló a cada uno de ellos diciendo que todos eran igual de importantes por sus brillos y objetivos.

—Sabes que se forma por la por la descomposición de la luz solar espectro visible, la cual se produce por refracción, cuando los rayos del sol atraviesan pequeñas gotas de agua contenidas en la atmósfera, ¿Verdad?

—Lo sé, tonto. —ambos reímos.

—Es una historia tierna.

Escuchamos un disparo. El príncipe me puso de espaldas y me apegó a él, acto seguido se agachó al igual que yo. Los guardias nos rodearon, algunos corrieron hacia una dirección la cual no recuerdo en este momento.

Mi respiración se volvía irregular.

—¿Sabes qué princesa? Ahora que me doy cuenta faltaron algunos colores en tu historia. —tomó mi mano al ver que se dirigía a mi pecho— ¿Qué color se te ocurre?

#𝟹 ℰ𝓊𝑔𝑒𝓃𝓃𝒾𝑒 𝒻𝑜𝓇 𝓁𝑜𝓋𝑒 | @Princessarmy09Donde viven las historias. Descúbrelo ahora