- 06 - Convivencia - día 1

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Paciencia, todos los seres humanos estamos hechos de ella, algunos más otros menos, pero al fin y al cabo todos alcanzamos ese estado en el cual sabemos esperar y sacar a la luz ese ¿sentimiento?

Jonas Keegan era un hombre con mucha paciencia, la vida y su trabajo lo había hecho observador y meticuloso, con la habilidad de saber esperar, pero esto no, no estaba funcionando.

La paciencia estaba llegando a su límite.

Y Melody estaba acabando con su paciencia. Se paseaba de un lado a otro con el teléfono, marcando y remarcando un número ¿Cuántas veces le había dicho que era posible que se cayeran las líneas y más?

Para no gritarle, subió a la habitación de arriba y la preparó. Hizo el sofá cama y lo vistió y luego la cama. Al bajar Melody ahora estaba en la ventana mirando la nieve caer, tomó algunos troncos y un poco de papel periódico y subió para encender la chimenea de la habitación, cerró las ventanas y cerró la puerta.

Al bajar Melody estaba en la cocina.

—¿Pudiste?

—No. Las líneas están saturadas. Me gustaría intentarlo por Skype pero.

—No hay Internet en la cabaña Meli. La uso una o dos veces al año.

Jonas empezó a cerrar las ventanas de la cocina y de la sala, para luego echar las cortinas. La llama brillaba en todo su esplendor mientras que Melody recorría una vez la sala de arriba abajo

¿Es que no podía quedarse quieta?

—¿Puedes quedarte quieta por favor? Tus zapatos de tacón me están poniendo demasiado nervioso, hay una madera suelta que rechina y no sé por qué.

—¿A dónde voy a dormir?

—Melody son las cinco de la tarde y ya quieres irte a la cama?

—Hace frio y cuando no hago nada me meto en la cama a ver televisión —hizo una mueca— No quiero sonar a que soy vaga o algo por el estilo, trabajo desde la cama y...

—Vas a dormir en el sofá de mi cuarto, yo duermo en la cama.

—¿Por qué en el sofá?

—Porque eres pequeña y en el sofá no entro, tengo una lesión en la espalda —mintió.

—Se te achica el ojo izquierdo cuando mientes. Pero vamos a fingir que no.

—No se me achica el ojo izquierdo —dijo tapándoselo, pero ahora se le formaba un pequeño hoyuelo en la parte izquierda del labio.

Melody se mordió el labio inferior, sus labios eran demasiado suaves y firmes, al contrario de lo que muchos pudieran pensar, su barba era sedosa y le cosquillaba cuando la frotaba por su mejilla.

Dio una palmada al aire para borrar esos repentinos pensamientos. Si esto iba a ser una convivencia, debía de hacer lo mejor para que se llevaran bien.

—¿Quieres que cocine mientras tú te bañas?

Jonas abrió los ojos muy grande y alzó su brazo para olerse la axila ¿es que olía mal? Melody soltó una carcajada involuntaria al verlo así de nervioso. Nunca lo había visto así ¡incluso tenía las mejillas rosadas!

—Jonas era una forma de decir, era como un «No te preocupes, descansa que cocino yo» o un «Quiero hacer la cena. Tu haz el desayuno».

—Hay pechugas de pollo, verduras y no sé qué cosas más.

—Muy bien. Al horno con verduras y un poco de pasta al pesto —dijo viendo que había una salsa de pesto en la alacena— ¿Te gusta la pasta así?

Jonas sonrió. Le gustaba la sensación de verla en la cocina de la cabaña que una vez había comprado para que su esposa descansara. Sofía siempre la despreció, pero Jonas nunca se deshizo de ella, porque era un lugar que le traía paz.

Por ti, amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora