- 16 - Mi paraíso

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Meli terminó de guardar la ultima prenda que quedaba en el pequeño armario, Jonas se había quedado parado en la puerta de la habitación. Ella se giró y le sonrió.

—¿No te molesta que vayamos a quedarnos el fin de semana con mi amigo? —preguntó mientras la ayudaba a bajar la valija de la cama.

—No, en realidad me molesta tener que regresar.

Ambos se quedaron en silencio mientras Jonas abría la frazada y Meli ponía los almohadones en la cama auxiliar que quedaba en el otro extremo de la habitación. Ninguno de los dos quería que se acabara el tiempo que llevaban juntos, en donde no se peleaban y podían ser reales el uno con el otro.

—Yo no sé si quiero volar a Texas, Jonas. Me siento muy bien en este lugar o en Nueva York, pero en Texas no soy... simplemente no soy feliz allá.

La repentina confesión lo dejó pasmado. No sabía que ella no había sido feliz al mudarse a Texas, aunque parecía lo contrario cuando servía mesas en el renovado Golden, le sonreía a todo el mundo, le hacía chistes a los más ancianos que iban por su taza de café y hasta bromeaba con los policías.

—Parecías muy feliz viviendo en Gold River.

—Era feliz allí. El pueblo es hermoso, su historia, su gente, pero mi familia... mi familia... me recordaba mucho el accidente, Jonas. Mi hermana no sabía quién era ella misma, literalmente preguntaba cómo se llamaba entre el café y los panqueques ¡abrazaba al cartero pensando que era mi papá!

»Parece gracioso, es decir, salía corriendo al ver al cartero dejar los sobres en el buzón, pero me hacía recordar lo que pasó y la culpa...

—Pero no fue tu culpa.

—Ya lo sé, pero cuando pasan estas cosas y estás asustado y lastimado.... Jonas yo pensaba que no iba a poder volver a escuchar, cuando me desperté solo sentía zumbidos y palpitaciones.

Ella se acostó y Jonas la atrajo hacia si y comenzó a llenar de besos sus mejillas. Ella metió la mano por debajo de la remera de él y comenzó a acariciar su estómago. Lentamente se comenzó a quedar dormida en el calor del abrazo de su persona favorita.

Jonas le acarició las cejas con los pulgares ¿será que su amigo tenía razón y se estaba enamorando de ella?

La tranquila respiración de Meli lo relajó y se durmió con ella en sus brazos.

La casa de Casey era demasiado grande en comparación con la que Jonas tenía en Lake Ozark y eso intimidaba a Meli, era muy lujosa y olía a madera, mandarina y canela.

Jonas la ayudó con las valijas mientras que ella se quitaba el gorrito y la bufanda. Un empleado los había ido a buscar y estaban llegando justo para el almuerzo.

Cassius era alto, musculoso y tenía una cicatriz que le marcaba la cara, su piel morena hacía que sus ojos verdosos resultasen increíblemente notorios.

—Amigo —saludó a Jonas, el otro lo abrazó con sincero cariño.

—Que gusto verte Casey.

—Tu, niña bonita, debes ser Melody, un gusto conocerte.

—Gracias señor Bentley, su casa es hermosa.

Casey sonrió. La chica era bonita, pero demasiado joven, o eso creía él, su amigo parecía muy feliz, con una sonrisa que jamás había visto, una sonrisa que hacía que los ojos se le pusieran brillantes y algo rosas las mejillas ¡ni siquiera sabía que tenía tantos dientes!

—Llámame Casey, pero pasemos al comedor así comemos algo —dijo guiándolos por unas escaleras que conducían a una sala comedor totalmente vidriado donde podía verse el lago y los pinos que lo rodeaban— ¿Es la primera vez que vienes a Lake Ozark? —preguntó mientras Jonas sacaba una silla para ella.

Por ti, amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora