Cap.- 7 Renacer

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Sentada en la cama junto a sus pies, observaba a mi abuela quien dormía en un profundo sueño.

Esa delicada piel lechosa y las líneas de expresión marcadas en su rostro me hacían recordar lo efímera que era la vida...

—Abuela —susurré, acariciando su mano izquierda—. ¿Dónde estuviste toda mi niñez? ¿Por qué nunca me visitaron tú y mi tía? No lo comprendo —negué con la cabeza, a la vez que un nudo se formaba en mi garganta.

Ambas estuvieron ausentes en mi vida, y aunque agradecía el hecho de que mi abuela permitiera mi estadía en esta casa, una cosa no quitaba la otra. Ellas, nunca estuvieron cuando más las necesité.

—Ni una sola llamada para mis cumpleaños, ninguna visita durante toda mi vida... ¿Por qué me dejaron sola con mi padre? —proseguí, sintiendo cómo la ira se iba apoderando de mi ser.

A medida que transcurrían los segundos, recuerdos de mi pasado venían a mi mente en forma de flashbacks; atormentándome por completo.

Apreté su cálida mano y repentinamente ya no podía controlar mis impulsos ni razonar... Me encontraba sumergida en una sed de venganza, una que necesitaba saciar con urgencia.

Sin darme cuenta, sin poder siquiera pensar en lo que hacía, tomé una almohada ubicada al lado de mi abuela y la presioné con ímpetu sobre su rostro... Fue un acto instintivo, y no me sentía orgullosa de ello. Pero, percibía una extraña satisfacción dentro de mí.

Debido a la adrenalina que experimentaba al poder ser sorprendida en el acto y la excitación que sentía de acabar con la vida de una persona si así de mí dependía. No podía parar, había encontrado la manera de calmar mi tormento que durante años busqué... Una parte de mí feneció al llevar a mi abuela hasta la muerte. No obstante, algo nuevo había renacido en mi interior.

—Lo siento, no pude controlarlo —sollozé al darme cuenta de lo que había hecho, y quité la almohada de su rostro. 

La miré y acaricié su mejilla con delicadeza. Luego, cerré sus ojos que expresaban el pánico tras haber sido asfixiada.

—Ahora estarás en un lugar mejor —aseguré, descansando mi cabeza sobre su pecho.

No sabía porqué lo había hecho, no comprendía lo que había pasado ni lo que me estaba sucediendo. Tenía una sensación de malestar físico y un bienestar psicológico. Era extraño, era horriblemente extraño y maravilloso a la vez.

...

Me quedé abrazando a mi abuela durante varios minutos, notando cómo su cuerpo se enfriaba; endureciéndose a medida que el tiempo transcurría.

En completo silencio, sin pensar en nada, vi cómo la manija de la puerta se comenzaba a abrir. Era mi tía, quien al verme me miró e inmediatamente supo lo que pasaba...

3 días después... Día del entierro.

Jamás me imaginé que tantas personas conocieran a mi abuela.

Me di cuenta, que era una mujer querida y respetada en gran parte de la ciudad, por lo que era de esperarse que asistieran muchas personas al funeral al igual que su entierro.

Mi tía estaba devastada, y Rita... Bueno, nunca pensé que ella sería la más afectada de todos; desde el día en que falleció la abuela, no había parado de llorar.

En cuanto a mí, no sabía cómo debía reaccionar ante el resto para que no notaran mi falta empatía ante la situación, y aunque había pasado desapercibida por los demás, Alba podía notar mi desinterés ante lo ocurrido; además de mi extraño comportamiento el cual comencé a tener desde la muerte de mi abuela.

𝐒𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞 𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 [𝓣𝓮𝓻𝓶𝓲𝓷𝓪𝓭𝓪]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora