Cap.- 21 Triángulo amoroso

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6:30 PM мαr., 21 de αвrιl

—Después de todo, la experiencia fue insólita, no podría decir otra cosa... Pero no se lo vayas a decir a nadie ¿Vale? Solo te lo cuento a ti porque eres la única en quien confío.

—Descuida, sabes que no le diré a nadie —aseguró dejando su vaso con bebida sobre la mesita de centro.

Volví a mirar la televisión y comí otro poco de palomitas de maíz.

Ya le había contado a mi amiga todo lo que pasó con Evan y Oliver en el bosque Rebelwood, y ahora, ya me sentía segura y protegida en casa de Alba. Aunque, aún no podía creerlo... ¿En serio los gemelos habían sido responsables de tantos homicidios?.

Me fue impresionante ver lo fácil que a Evan se le hacía engatusar a las chicas y llevárselas a la cabaña. Pero, más impresionante fue el hecho de saber la sencillez en que Oliver podía asesinar a sangre fría, sin demostrar ni una pizca de empatía hacia esas inocentes muchachitas ilusas.

Ellos asesinaban en su mayoría a chicas jóvenes quienes eran descendientes de brujas, pero estas, no eran escogidas al azar. Tenían que ser menores de edad y carecientes de magia; motivo por el cual siempre las descendientes de brujas ex miembros eran asesinadas. Y ¿Por qué razón las mataban?, por su madre, Mabel Uradel tenía un pacto con las Carpis. Ellas, le dieron juventud eterna, y a cambio Mabel debía hacerle ofrendas de gratitud a Drialmia: diosa de la muerte. Estas ofrendas, eran las chicas que los gemelos se encargaban de aniquilar.

Evan, atraía a las chicas, y Oliver, las mataba. Un trabajo en equipo.

...

—Alba —la nombré, llamando su atención.

—Dime —me observó atenta.

—¿Sientes algo por Darwin?... —la miré a los ojos, y antes de que pudiera responderme añadí—: Ya dime la verdad, aprovechando que estamos solas.

Ella dio un suspiro y finalmente asintió con la cabeza.

—Entonces... ¿Qué esperas para decírselo?

—Pero, ¿Y qué dirían mis padres?

—Bueno, no tienen porqué saberlo. Anda, ellos tampoco supieron que tuviste una relación con un hombre casado.

—Hablas como si Anton ya no existiera, aún sigo sintiendo cosas por él —frunció el ceño dando un suspiro.

—Alba, esa relación solo fue un amorío... Nunca comenzó bien.

—Fue mejor que tu relación con Mason —respondió desviando la mirada hacia la televisión.

Guardé silencio por unos segundos, y luego hablé—: ¿Disculpa? Yo no me metí con alguien casado, y no me inventé una enfermedad mental para conseguir ser el segundo plato de un hombre —gruñí, irritada.

—¡Ja! No te hagas Lilith —volvió su mirada a la mía—. Tú primero que nada me diste la idea de inventarme una enfermedad mental. Segundo, ¿Hablas de ser el segundo plato de un hombre? Te recuerdo que tú te entrometiste en la relación de tu prima y Mason. Y tercero, Anton nunca se acercó a mí con la intención de matarme, cosa que tu querida naranjita quería hacer contigo...

La miré tensando la mandíbula.

—Él te sedujo con palabras bonitas y lo único que le importaba era acabar con tu vida. ¿Qué creíste Lilith? ¿En serio pensaste que Mason te eligiría a ti en vez de vengar la muerte su hermano? No te hagas la ofendida, perra. Además, te haré recordar una última cosa... —hizo una pausa—. ¿Dónde diablos estabas cuando más te necesité? Yo siempre he estado ahí apoyándote, y cuando sucedió lo de Anton no fuiste siquiera capaz de llamarme ¿Y sabes por qué? Porque preferiste estar follándote a Mason en vez de consolar a tu amiga —dijo al fin, descargando toda su ira.

𝐒𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞 𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 [𝓣𝓮𝓻𝓶𝓲𝓷𝓪𝓭𝓪]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora