Cap.- 10 Inefable

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6:50 AM мιé., 26 de мαrzo

Me removí de la cama al sentir la alarma de mi celular, el cual a tientas lo tomé por debajo de la almohada y lo apagué.

Fruncí el ceño al abrir los ojos y miré somnolienta por la habitación. Rita se estaba bañando, sentía su característico aroma a rosas con notas de naranja amarga y miel, más el sonido de la ducha y el de su cantar; que a decir verdad, era lo único dulce en ella.

Me levanté algo desganada, y fui hasta mi clóset para elegir la ropa. Tomé unas pantis de maya las cuales usaría debajo de unos jeans rasgados, más un croptop negro de manga larga y unas converse chuck taylor 70s amarillas.

Cuando Rita salió del baño ninguna de las dos nos miramos, ni mucho menos nos dirigimos la palabra. Por lo menos, mi prima ya no hacía comentarios desagradables hacia mi persona.

...

Entré al baño y me bañé con agua tibia. Pero, cuando me estaba enjuagando di un grito al sentir repentinamente el agua fría caer de golpe sobre mi cuerpo desnudo.

Supe de inmediato que había sido Rita la que apagó el calefont, ya que esta no pudo contener la risa.

Mi orgullo impidió que saliera antes del baño o intentar pedirle a mi prima que volviera a prender el calefont, así que terminé de ducharme con el agua fría...

Ya duchada y vestida salí del baño para hacer lo último que me faltaba: ordenar mis cuadernos, maquillarme y peinarme. Esta vez, aunque mi makeup fue igual de natural que siempre, opté por pintarme los labios de un color vino tinto que acoplaba con mi piel trigueña.

Pasaron unos minutos y ya era hora de irse, así que tomé mi mochila y pertenencias, bajando las escaleras con la intención de irme junto a Rita en el auto de su padre. Pero, al llegar abajo y saludar como de costumbre, Rita ya no estaba; se había ido con Anton hace apenas unos minutos atrás y dijo que me encontraba enferma, con lo cual no podría asistir a clases.

...

—Está bien, no pasa nada... Puedo irme caminando, amo caminar y perderme una clase entera —dije con ironía a mi abuela quien estaba molesta por la actitud de mi prima.

Mi tía por el contrario, no pudo decir nada ya que se había ido a trabajar mucho antes que Rita, y haciendo memoria, recordé que nos haría clases de lenguaje después de la hora del desayuno.

—Te llevo en mi auto —ofreció mi abuela preocupada.

—Se lo agradezco, pero... Usted descanse —sonreí leve—. Si salgo rápido tal vez pueda irme con Mason al colegio —comenté a lo que mi abuela hizo una expresión divertida.

—Aha... Lo de Rita me huele a celos —dijo sonriendo leve—. Ahora lo entiendo, pero no me gusta que se peleen por un chico. Si bien Mason es un niño adorable y encantador, ustedes son familia. Nunca olviden eso —recordó.

Seguidamente se sentó en una silla al lado de la mesa, y tomó su tacita de té la cual había dejado de tomar por atenderme.

—Lo sé abue, y en verdad siento mucho por lo que pasó. Ya sabe a lo que me refiero —dije con voz anodina, intentando disculparme.

Por alguna razón que no entendía, la amabilidad no me estaba acompañando... Joder, se trataba de disculparme por algo horrible que había hecho, de hacerla sentir y demostrarle que en realidad estaba arrepentida ¿Por qué no podía sentir remordimiento ante lo que hice?.

Mi abuela me dedicó una sonrisa comprensiva, como si supiera algo sobre mí, algo que desde luego yo no conocía.

—Se te hará tarde —bebió de su aromático té de hojas.

𝐒𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞 𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 [𝓣𝓮𝓻𝓶𝓲𝓷𝓪𝓭𝓪]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora