CAPÍTULO VII

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El resto del entrenamiento lo pasamos practicando con la espada. Horus me enseño diferentes posturas para diferentes ataques. Algunos eran para sorprender al contrincante y otros eran más defensivos. Como antes había dicho Horus, en algunos movimientos, la empuñadura solo se agarraba con una mano, pero en la mayoría usaba siempre la postura inicial, con dos manos.

Para mi sorpresa no era tan mala como creía, pero una vez terminado el entrenamiento, estaba exhausta. Fuimos al gimnasio para estirar. Me tire al suelo, no podía ni con mi alma.

—Dioses...no creo que aguante dos meses a este ritmo.

—Mejorarás día a día, no te preocupes. Aunque siento decirte que para las agujetas eso no es igual. Así que estira bien, porque sino, mañana probablemente tengas problemas. Y con tu permiso, me estoy muriendo de calor...

Se quitó la camiseta y se echo un chorro de agua por la cabeza. Pensaba que solo ocurría en las películas. Tenía unos músculos perfectamente definidos, pero no eran como los de los culturistas, se asemejaban a su cuerpo, pero no demasiado.

—¿Te acompaño a tu templo? No quiero que vuelvas a perderte con estas temperaturas. Te podría dar una insolación.

—Me encantaría, pero con todo el sudor que llevo encima...

—Para mí no es problema. Además yo tampoco me quedo corto.—dijo entre carcajadas.

—¿Podrías hacerme un favor?

—Claro. —Echó un trago de agua y se sentó a mi lado. —¿De que se trata?

—Esta mañana he dado un paseo matutino, y como no, me he perdido. Casualmente Thor pasaba por ahí y me ha llevado a caballo. Me a dicho que si querría aprenderá a montar a caballo le dijera. Si acepto que me lleves a casa ¿luego puedes llevarme donde Thor para que me de una clase?

—Claro, princesa. Pero me encantaría acompañarte. Hace bastante que no montó a caballo, así podré practicar un poco.

—De acuerdo. —Me levanté la camiseta para secarme la cara y me dio la sensación que dos irises marrones me observaban bien de cerca.

Salimos del coliseo y me llevó hasta el templo en un abrir y cerrar de ojos. El aire me vino bien para refrescarme, pero ahora vendría bien una buena piscina. En Canadá no hacía mucho calor, pero me encantaba estar en el agua. Me bajó con cuidado y entramos en mi templo.

—Me voy a duchar, odio estar sudada. No entres. —Le dirigí una mirada amenazante y pareció entender que como entrara podía despedirse de su vida.

—De acuerdo, cosita.

Entre en la ducha y me quite toda la ropa. Esta vez decidí ducharme con agua fría, para ver si se me bajaban un poco las pulsaciones. No funcionó, y el agua estaba congelada. Salí después de un rato con una toalla, y casualmente Horus estaba en la puerta esperándome. Y de vuelta a los 40 grados.

—Si me disculpas me voy a cambiar...—El se puso detrás de mí, y al susurrarme al oído noté su aliento en mi cuello.

—¿Sabes que me está costando resistirme? —Intente hacer como que no le había oído y seguí mi camino hacia la habitación. Él me cerró el camino poniendo sus alas como pared. —Una no se escapa de mi tan fácilmente.

—Por favor...

—¿Porque sigues resistiéndote? No estoy ciego y veo tus miradas ¿sabes? —Trague saliva. El apoyo mi cabeza en mi hombro. —¿No soy lo suficientemente bueno para ti? —En su voz se notaba que había perdido toda confianza.

—No es eso...créeme...

—¿Y entonces porque? Haría cualquier cosa por ti...Si tan solo me recordaras como era antes y no como me pintan ahora...

Ancient Lost PlaceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora