CAPITULO XXX

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Trague saliva y me gire hacia los otros dos. Tenían bastante miedo, pero me sorprendió ver a Osiris con tanto. No le había visto nunca con esa expresión. Me gire hacía el grifo, intentando no hacer ruido para no despertarlo. Moviendo la mano intente alumbrar su cuello en busca del símbolo ¡Ahí está! Lo tenía colgado al cuello.

—¿Y ahora qué hacemos? —pregunté entre susurros

—Ni idea...Pero no es recomendable que le despertemos...—Hikari estaba temblando. —No solían ser muy amables y tranquilos...

—¿Y cómo le vamos a quitar el...?—Osiris paro de hablar y sus ojos se quedaron bien abiertos. —Isis, date la vuelta muy despacio...

El grifo me miraba fijamente con la cara a pocos centímetros de los míos. Mierda. Di un paso atrás pero el grifo pareció cabrearse así que no me volví a mover. Como note que tengo miedo estoy muerta. Respire hondo. Piensa, piensa... Si su símbolo es el mismo que mi mano igual funciona ponerle la mano en el hocico.

Tú puedes Isis. Respire y saque valor de donde no lo había. Acerqué mi mano izquierda al hocico pero Osiris me paro. Con la mirada clavada en sus ojos asentí. El soltó mi mano y respiró hondo. Volví a clavar mis ojos en los ojos del Grifo. Apoyé la mano en el hocico del Grifo y no me la comió.

Al contrario, empujo mi mano con el hocico. Sonreí. No era peligroso. Extendió sus alas y sus plumas comenzaron a brillar. Por fin podíamos ver la cueva. No había más Grifos pero era una cueva enorme. Tenía minerales que brillaban por toda la cueva; morados, verdes, blancos... Eran preciosos.

—Gracias amiguito. —Él resopló. Sonreí. —No eres mal chico ¿eh?

—Eso nunca, mi señora. —¡¿Acaba de hablar?! Casi me caigo de culo.

—¿También lo habéis oído no? —Todos asentimos.

—¿Tanto os sorprendo? No quería asustarla, mi señora. —Agacho el hocico. Parecía triste. Le rasqué un poco la nariz y luego le sonreí.

—No es eso, grandullón. Solo me has sorprendido un poco, no veo un Grifo todos los días. Y ni mucho menos esperaba que hablaras.

—¡Oh! Si prefiere puedo dejar de hablar, si es lo que le sorprende.

—Tranquilo. Aunque si pudieras hacerte más pequeño... —Empezó a hacerse más pequeño hasta convertirse en un pequeño cachorro de león.

—¿Mejor, mi señora? —Su voz era más aguda, como un cachorrito ¡Que mono! Le cogí entre mis brazos.

—Si, muchas gracias. —Le revolví el pelo de la cabeza. —Aunque lo malo es que no vemos por donde vamos y no sabemos cómo narices salir.

—Pero eso no es un problema, mi señora. Yo puedo llevaros a donde desees, pero no en esta forma.

—Cierto, se me había olvidado el pequeño detalle de que eras un Grifo. —Todos comenzamos a reírnos. —Pero algo que no entiendo, pequeño grifo ¿Por qué me llamas "Mi señora"?

—Porque usted es mi señora. He esperado por usted miles de años y al fin ha venido a buscarme. Nunca perdí la fe en vos.

—¿Tu señora?

—Así es. Vos es la elegida de los dioses para salvar la era en la cual Haniel despierte. —Me quedé petrificada ¡¿Yo un elegida?!¡Pero si yo llevo a Haniel dentro de mi!

—Siento decepcionarte, pero no puedo ser la elegida. Llevó a Haniel dentro de mi y moriré en tres días si no hago una elección.

—No puede ser, mi señora. Vos fuiste creada para salvarnos del mal. Vos no puede llevar al ser maligno dentro de vos.

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