CAPÍTULO XXVIII

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Rece para que las alas se abrieran y no me cayera al suelo desde metros de altura. Las alas no se me abrieron y seguía cayendo. Hades salto de las ramas y me cogió antes de que cayera, pero los Japoneses se habían dado cuenta. Sacaron las armas y apuntaron. Si disparan les oirán y vendrán a por ellos.

Hades y yo nos miramos entre nosotros. Hades cayó en picado hacia ellos sin dejarles tiempo de disparar. Caímos encima de ellos y luego Osiris y Poseidón bajaron por el árbol. Los japoneses recogieron las armas y nos apuntaron. No teníamos mucho margen de maniobra, así que levantamos las manos.

—¿Qué hacéis aquí?

—¿Hablais nuestro idioma? —Estaba sorprendida. Los japoneses se rieron.

—Parece que los de ALP no sois muy inteligentes. Y ahora, por favor extender las manos...—Era un chico con aires de superioridad. No tenía rasgos orientales y tenía un cuerpo delgado. Había otros dos chicos con él, casi exactamente como él. Los chicos sacaron unas esposas.

—¿Crees que vamos a dejaros ponernos esas esposas así como así? Además si sois capaces de ponernoslas tendréis que recorrer al menos diez kilómetros con nosotros y no creo que sea fácil mantenernos a raya. —Hades estaba con una sonrisa en la cara. Uno de los chicos, el que parecía el más irascible, le pegó una patada en el estómago.

—No estás en posición de hablar, machote. Y ahora levantad, nos vamos.

Después de que nos pusieran a todos las esposas cogieron las motos y nos pusimos a caminar, con las pistolas apuntandonos. Osiris estaba mirando alrededor buscando una solución, pero creo que no conseguía encontrar ninguna.

A mi se me había ocurrido algo, pero era descabellada y no sabía si Osiris lo entendería. Mire hacia Osiris y cuando nuestras miradas se cruzaron le señale una de las muñecas. Si conseguía entender que me refería a la escalera del inframundo nos salvamos. Si Osiris bajaba al inframundo, gracias a que era el dios de la muerte, podríamos despistarlos y huir.

Osiris no lo entendía y yo me estaba maldiciendo en todos los idiomas. Pensé en otra forma de que lo entendiera. ¡Eso es! En la mitología Osiris y yo estamos casados. Volví a intentarlo haciendo un anillo en mi mano y apuntandonos con mi dedo. Si no lo consigo así estamos perdidos.

—¿Qué estás haciendo, guapa?—¡¿Qué más puede ir a peor?!

—Nada, ¿es que tampoco puedo rascarme la mano?

—Y ahora crees que soy tonto. Pues siento decirte que soy el estratega del equipo. Si lo que intentabas era mandar una señal a tu compañero, deja de intentarlo o acabarás con una bala en la cabeza.

—Siento decirte que si acabo con una bala en la cabeza te vas a quedar sin la única que puede que hable. Ellos no van a hablar, ni aunque los tortureís, y menos si acabo con una bala en la cabeza. —Hades dibujó una sonrisa.

—No aprendes eh graciosillo...—El chico que estaba apuntando a Hades le pegó una patada en las piernas y cayó de rodillas. Le colocó la pistola en la cabeza.

—Vaya...Creo que alguien no está de humor...—¡Hades, no es el momento! —Venga, dispara...¿O es que no eres capaz?

—No es el momento. —susurre.

—Este niñato, que no creo que sea mayor de edad, no tiene los huevos de...—¡Bum! El chico disparó a la pierna de Hades.

—Perdona...¿qué decías? —Hades estaba tirado en el suelo intentando aguantar el dolor. El chico que me apuntaba se cabreo.

—Dioses, ya os dije que no debíamos traerlo. Ahora tenemos que cargar con un cojo.

Mire hacia todos lados pero Osiris no estaba por ninguna parte, y gracias al alboroto de Hades nadie se había dado cuenta. Ahora, el que me apuntaba, estaba mirando hacia otra parte. Respire hondo y saqué coraje. Me lancé contra él, haciendo que se le cayera el arma. Osiris salió del suelo dejando fuera de juego a otro. Y Poseidón improviso algo para quitarle el arma al último que quedaba. Mientras que los atabamos Osiris ayudó a Hades.

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