CAPÍTULO XXIV

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Hades puso la música a tope y todos comenzamos a bailar. Todo el mundo había cogido bebida, incluso Thor, y estábamos pasándolo bien. Estaba algo cansada y me senté en el sofá. Anubis se sentó a mi lado, con la mirada de Sejmet observandonos. Le dirigí una sonrisa y pareció calmarse.

—Quiero volver a disculparme por eso. De verdad que siento mucho haber hecho eso. Yo no tenía más opción y...

—Por favor, Anubis, deja de recordármelo. Levántate, pásalo bien y olvídate de todo un momento. Además ya te dije que no tenías ninguna culpa. —Me levanté del sillón y le extendí la mano. —Así que levanta ese culo y vamos a bailar.

—Eres de lo que no hay...—Suspiró y sonreí.

—¡Lo se! —Tiré de él.

Estuvimos bailando hasta altas horas de la noche, hasta que Hades nos dijo de ir a una discoteca. Recogimos todo el templo antes de irnos, algo que agradecí mucho, y nos pusimos en marcha hacia la discoteca. Tuvimos que ir andando ya que no todo el mundo tenía alas o transporte rápido. Pasamos por al lado del templo de Horus. De pronto Horus apareció delante mío.

—Perdóname...

—Como si pudiera, Horus. Esto no ha sido culpa mía, y hasta que no te des cuenta de eso no puedo seguir teniendo esta relación contigo. Sigo enamorada de ti, pero no es sano. Horus, no soy un objeto, soy una persona con la que se puede dialogar.

—Yo...

—No te preocupes, tendrás unos brazos a los que abrazar. Pero nada más. —Pase de largo y llegamos a la discoteca.

Nos dejaron pasar ya que Hades era un cliente habitual. Hoy la discoteca estaba menos llena, pero la música era mejor. Era más de mi tipo. Todos pedimos algo y nos sentamos en una mesa.

—Bueno chicos, si nos disculpáis, tenemos que ir a la caza de hombres. —Sejmet se levantó, se acomodo el escote y me tiró de la silla. —Tienes que mostrar ese bonito vestido. Vamos.

—Sejmet, no me apetece...Prefiero estar hablando aquí tranquilamente.

—A no, ni de coña. —Hades se levantó. —Tienes que encontrar a uno bueno para olvidarte de él. Sejmet, cuando encontráis a alguien, avísame, y os lo traigo.

—¡Si, señor!

—¡Sejmet! —Me metió en la pista y comenzó a bailar. Suspiré. —De acuerdo.

Comencé a moverme y los chicos comenzaron a rodearnos. Me estaba divirtiendo. Sejmet parecía haber encontrado a alguien y justo comenzó una canción lenta. ¿También hay de estas? Algunas personas salieron de la pista, pero se formaron muchas parejas. Me sentía algo sola hasta que unas manos tocaron mi cintura y me hicieron girar.

—¿A quien se le ocurre dejar a esta belleza sola? —Un chico, alto y guapo, me empujo hacia él y comenzamos a bailar.

De repente sentí un bulto debajo de mi falda. Este tío. Intenté separarme, pero él me empujó de nuevo contra el. De repente comenzó a mover sus caderas. Intentaba soltarme pero tenía mucha fuerza. Cerré los ojos y recé para que terminara. De repente una nueva mano se interpuso entre nosotros y mi tiro hacia ella.

—Me la llevo, si no te importa. —Hades me llevó al centro de la pista para que él no nos siguiera. —Os había dicho uno bueno, no un pervertido.

—Para eso ya te tengo a ti.

—Touché. —Los dos nos reímos. —¿Me permites este baile?

—Claro. —Colocó la mano en mi cadera y con la otra cogió mi mano. Estaba a gusto bailando de esta forma. —Gracias por lo de antes, no se que hubiera hecho si no fuera por ti.

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