CAPÍTULO XXXXI

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—Pero si todavía faltan Atenea y Freya.

—No abran pasado la primera fase. —Horus se levantó. —Pero ahora debemos escoger las armas y darnos prisa para ir a nuestra zona. Así tendremos más tiempo para prepararnos.

Nadie le replicó, aunque la mayoría nos preguntamos qué tipo de prueba tuvo que ser para que Atenea no hubiera pasado. La mayoría de ellos escogieron armas largas o con corpulencia para poder derribar más fácil al enemigo. Yo fui la única que escogió cuchillos como mi arma principal, ya que los que llevaban bolsillos o compartimentos escondidos también cogieron dagas o cuchillos pequeños.

Antes de salir todos comprobamos si lo llevábamos todo, no era el momento para olvidarnos algo y después lamentarnos. Antes de salir Hades me cogió del brazo y tiró de él hacia atrás para detenerme y llevarme detrás de la puerta.

—Escúchame. —Su voz era más seria de lo normal, y no parecía estar hablando en broma. —Ahora todos vamos en serio. No estoy seguro al cien por cien, pero creo que las normas permitirán herir de gravedad. Esto no se trata de una prueba común, quieren saber quienes son los mejores para recibir el poder de un dios. Les da igual lo que les puede llegar a pasar a los participantes que no sean lo suficientemente fuertes, como si se mueren en el campo de batalla. Por eso quiero que vayas con pies de plomo. No se si podre ir contigo, aunque sé que los demás también te protegerían, puede que no estemos contigo todo el tiempo. Por favor, prometeme que si estás en peligro no dudaras en usar tus armas.

—No pienso hacerlo, Hades. No quiero herir a nadie, esto no es una batalla real. —Puso sus dos manos en mis hombros y los apretó.

—Escúchame. Los hombres y mujeres de ahí fuera no se andan con chorradas. Los que hayan pasado, muy posiblemente, sean unos sanguinarios que ya han matado, como muchos de nosotros en misiones. No dudarán en matarte para ser los vencedores. Por favor, si es necesario usa tu arma.

—Hades, no soy una niña. Te lo vuelvo a repetir. —Me acerque a su cara lo más cerca que pude mirándolo a los ojos. —Haré lo que sea necesario en el momento necesario. Si eso es lo que quieres oír, ahí lo tienes. Pero no pienso herir a nadie hasta que no sea completamente necesario ¿Te ha quedado claro?

—Si, tigresa. —Me dio un ligero beso en los labios. —Perdona por haber dudado de ti. Solo quería sacar ese genio para que me hicieras caso y que supieras que estás en peligro. No se si Ra estará planeando algo.

—Tendré cuidado. —Me coloque el buff. —Y los besos...guardarlos para más tarde...—Le lance un guiño.

—Dioses, que mujer...

Los dos comenzamos a reírnos. No sabía exactamente por qué me sentía tan atraída por Hades, pero sabía que estaba empezando a enamorarme. Al principio solo lo hice por el placer y porque en ese momento estaba cerca. Pero ahora, con todo lo ocurrido, creía que era mejor persona. Le había conocido de verdad, no como la fachada que hacia delante de algunas personas, y hacia que me sintiera querida. No sabía exactamente cómo explicarlo, pero sabía que quedaba rendida muy fácilmente de los hombre. Y cuando lo pensé solté una risita.

Los demás estaban esperando en la puerta que salía al exterior. No estaban para nada preocupados, al contrario, algunos tenían sonrisas picaronas. Les lancé una mirada fulminante que les puso a todo en sus sitio. Me coloque bien el buff antes de salir, y abrimos las puertas.

Al salir vimos que unos cuantos caballos estaban atados y eran, exactamente los que éramos, siete. Cada caballo tenía grabado un nombre en la silla, el de cada uno. El mío no era Satur, gracias a los dioses, sino un caballo negro de las manos a la crin. En una de los compartimentos vi como algo se movía, pero no quise sacarlo. Si había cámaras podrían verlo y no era una muy buena opción. Además, ya me hacía una ligera idea de que podía ser.

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