CAPÍTULO XXIII

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Dioses que dolor de cabeza. Me incorporé de la cama. ¡¿Pero que?! Me tapé con las sábanas tan rápido como pude. ¡¿Que coño hago desnuda?! Mire a mi alrededor, y a mi pesar, no conocía la habitación. Trague saliva y me gire hacia el otro lado de la cama. Esto es un sueño, seguro. Esto tiene que ser ¡un sueño!

—Buenos días, tigresa...—Hades se incorporó con tranquilidad. Me aleje de él llevándome las sábanas conmigo hasta que caí al suelo. Él se acercó y me miró desde la cama, medio desnudo. —Déjame adivinar, no recuerdas nada.

—¿Qué me has hecho? —Comenzó a reírse.

—Nada, te lo prometo. Y sino preguntaselo a Poseidón.

—¡¿Él también está aquí?! —Él comenzó a reírse. —¡¿Que coño te hace tanta gracia?! ¡Estoy desnuda en tu cama, tu medio desnudo y no recuerdo nada!

—¿Por qué gritáis tanto?—Poseidón entró a la habitación por la puerta del baño. Llevaba puesta solo una toalla. Apreté las sábanas contra mi. Poseidón al ver mi cara se giró hacia Hades y con solo una mirada lo entendió. —Te traeré una toalla para que te tapes bien, tu ropa sigue mojada. —Al verme sonrojarme comenzó a reírse. —No es lo que estás pensando.

—¿Entonces la tigresa tiene una mente sucia? Me gusta...—Se relamió los labios. ¡¿Que coño ha pasado?! Poseidón fue al baño y me trajo una toalla. Ellos se dieron la vuelta y me puse la toalla. Agaché la cabeza.

—Me podéis explicar qué coño ha pasado, por favor.

—Tiene una explicación razonable, no te asustes. Pero primero ¿hasta donde recuerdas? —Intenté recordar, y como no, tuve que recordar la mejor parte. "¿Quieres ser su esposa? Adelante." Se me cayó una lágrima pero rápidamente me la seque.

—Eh...Creo que hasta cuando cogimos la botella. Después de eso no recuerdo nada.

—Después de eso bailamos toda la noche, que por cierto te movías muy bien. —Hades me lanzó un guiño. Todavía no estoy tan necesitada. —Luego estabas demasiado borracha como para ir a la pirámide, por no hablar del gilipollas de turno, así que el templo más cercano era el mío. Cuando llegamos vomitaste encima de mi ropa y luego en la tuya. Por lo que Poseidón te quitó la ropa y te metió en la cama. Parecía que tenía mucho calor, por lo que luego bueno, tuvo que quitarlo todo. —Enrojeci. Aún sabiendo que fue Poseidón era muy vergonzoso.

—Intenta no mirar demasiado, así que no te preocupes. Después de eso te metimos en la cama. Como el sofá no era lo suficientemente grande para los dos Hades quiso dormir en la cama contigo. —Se rascó la nuca. —Intente decirle que no, pero estoy en su templo y tengo que seguir sus órdenes.

—¿Órdenes?

—Eso es tigresa, así que no me hagas usarlas. —Hades me guiñó un ojo.

—Imbécil.

—Bueno, como él no te lo va a explicar lo haré yo. Al entrar a un templo que no es el tuyo tienes que seguir las órdenes del propietario. Claro está que no es simpre que diga una afirmación o algo por el estilo. Es más como si te diera una orden el rey, no se como explicarlo. Pero si no la sigues al pie de la letra podrías acabar muy mal. —Suspiró. —Siento haber tenido que forzarte a hacer esto.

—No te preocupes, la culpa no es tuya. Pero eso me da igual ahora, mientras que Hades no me haya hecho nada. No es como si fuera mi primera vez durmiendo con un hombre que no es mi novio. —Me levanté y fui hacia el baño.

—Qué pillina...

—Voy acabar matándote, Hades. —Con esas palabras cerré la puerta con un portazo.

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