CAPÍTULO I

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—Bueno. Este no era mi plan para contártelo todo, créeme ¿Te parece si primero empezamos con las presentaciones? Y luego ya te explicaré lo que somos sin muchos detalles. —Asentí con la cabeza. Tampoco podía negarme, me acaban de secuestrar así, de la nada. —Primero, no me llamo Misu. Mi nombre real es Poseidón. Y el tuyo es Isis. Probablemente los que pasen la noche contigo serán Horus o Sejmet, dos amigos de la infancia que no recuerdas. Antes de que digas nada, sí, es normal que no los recuerdes.

—Déjame que me siente. —Me senté en el primer banco que encontré de la plaza. Tenía la mirada perdida. —Entonces tu nombre real es Poseidón. Por lo que todo lo que me habías contado era falso. Tus padres, amigos, anécdotas, nombre... —El intento ponerme la mano en la espalda. —Ahora mismo no quiero tu apoyo —dije con un tono frío apartándole la mano. —¿Puedes llevarme a mi habitación?

—Templo.

—Lo que sea. —Él suspiró. De la nada, un hombre con unas alas enormes apareció delante de mí. Se me quedaron los ojos como platos.

Era un chico apuesto. Pelo corto marrón y unos ojos azules imponentes. Mediría por lo menos uno ochenta y tenía una musculatura perfecta. Sus alas eran completamente blancas, como las de un ángel.

—Dioses, Isis, como has cambiado. —Todavía no me había acostumbrado a ese nombre. Le miré confundida.

—Este es Horus. Si no encuentro a Sejmet antes de que te lleve al templo, te quedaras con él. Podrá responder a todas tus preguntas.

—Encantado —dijo Horus con una sonrisa.

—Hacer lo que queráis. Solo quiero descansar e intentar asimilar todo esto.

—¿Se lo has contado todo ya? —comentó Horus con duda.

—No. Supongo que le choca que todo lo que le haya contado hasta ahora sea mentira. No creo que sea el más indicado para contarle todo esto —dijo Poseidón entre suspiros.

—Entiendo. Bueno pues entonces déjamelo a mí.

—Sabes que no te tengo mucho aprecio.

—¿Entonces vas a dejar que la impulsiva de Sejmet le cuente todo esto? No tiene mucho tacto que digamos, pulpito. —Poseidón le lanzó una mirada asesina.

—¿Era necesario mencionar ese apodo? —Se me dibujó una sonrisa.

—Ves. —Me señaló. —En menos de cinco minutos he conseguido que Isis saqué una sonrisa. Déjame contarle toda esta movida. Aunque no sea todo. —Poseidón pareció pensárselo.

—No me parece mal tío. Además prefiero hablar con un desconocido que consigue animarme. Aunque tú también me pareces un desconocido ahora mismo. —dije levantándome de mi asiento.

—Está bien. No hagas la bromita de tirarla. A ella no creo que le funcione. Y como le pongas una mano encima...

—Lo sé, lo sé... —dijo Horus con las manos en alto. —Ella es diferente y lo sabes bien.

Sin esperar respuesta, Horus volvió a abrir sus alas y me cogió por la cintura. No sabía lo que estaba haciendo hasta que alzó vuelo. Miré al suelo asombrada. Me estaba levantando del suelo sin ningún esfuerzo. Aunque no podía parar de pensar en las últimas palabras que había dicho ellos dos. En un abrir y cerrar de ojos sobrevolamos toda la parte que se asemejaba a Grecia, y empezamos a sobrevolar Egipto.

Era completamente diferente a Grecia. No había tantos caminos y era todo un desierto. A excepción de las pirámides y las construcciones de alrededor. Era precioso a mi parecer. Estaba con la boca abierta, siempre hubiera querido a Egipto. Y ahora lo estoy sobrevolando con un hombre apuesto, musculoso y que sabe volar. Si voy a despertar que sea un poco más tarde.

Ancient Lost PlaceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora